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Fructuoso Rivera

Publicado por Hilda

Fructuoso RiveraJosé Fructuoso Rivera y Toscana, nació en las afueras de Montevideo, el 17 de octubre de 1784. Era hijo del español, don Pablo Hilarión Peratán de la Rivera, y de la porteña, doña Andrea Toscano. Creció en el campo donde se convirtió en un gran jinete.

Junto a los caudillos Pedro Viera y Venancio Benavídez, participó en acciones revolucionarias contra el poder español, como la toma del Colla, el 20 de abril de 1811.

Fue aliado de Artigas, destacándose por su intervención en la batalla de Las Piedras (18 de mayo de 1811) y en la de Guayabos (10 de enero de 1815) esta última contra las fuerzas de Buenos Aires, encabezadas por Manuel Dorrego. En la batalla de Tacuarembó (22 de enero de 1820) se pasó al bando enemigo, primero peleando a favor de Portugal, y posteriormente de Brasil.

Volvió a combatir para los patriotas, luego de “El abrazo del arroyo Monzón” (1825) cuando los Treinta y Tres Orientales, conducidos por Oribe y Lavalleja, estaban resultando victoriosos frente a los brasileños, destacándose en las Batalla de Rincón (24 de septiembre de 1825) y en la de Sarandí (12 de octubre de 1825). Luego de este triunfo fue nombrado General de División.

Logrado el fin de quitarles la Banda Oriental a Brasil, esa región, hasta entonces conocida como Provincia Cisplatina, denominación dado por los portugueses, se incorporó a las Provincias Unidas del Río de la Plata, por el Congreso reunido en la Florida, que nombró gobernador de ese lugar a Lavalleja, que ya estaba distanciado de Rivera.

Aliado de Estanislao López, caudillo de la provincia de Santa Fe, Rivera reconquistó las Misiones Orientales, lugar que debió abandonar al firmarse el Tratado Preliminar de Paz con Brasil, por el cual la República Oriental del Uruguay nacía como estado independiente. Rivera se dirigió a Bella Unión.

Fue nombrado Presidente de los uruguayos, de acuerdo a la Constitución de 1830, por acuerdo con Brasil, a quienes no les convenía la figura de Lavalleja, contraria a su dominio, y asumiendo el mando, el 6 de noviembre de 1830. Las presiones y hostigamientos del gobernador destituido fueron fácilmente vencidos por el nuevo Presidente que contaba con el apoyo del imperio brasileño. En la Asamblea Legislativa que lo designó, el 24 de octubre de 1830, como primer mandatario había obtenido 27 votos, contra 5 de Lavalleja.

Rivera no tenía formación académica, y menos aún política. Delegó el mando a poco de asumir, y partió a perseguir mal vivientes e indios charrúas. En el arroyo Salsipuedes, fueron exterminados los últimos aborígenes de esa raza. Una mujer y tres hombres fueron enviados a París como objeto de estudio.

Su primera presidencia terminó el 24 de octubre de 1834.

En 1835 el cargo presidencial fue ocupado por Oribe, quien no tardó en enfrentarse con Rivera, y tuvo que renunciar.

Asumió nuevamente Rivera, el mando de la república entre los años 1838 y 1842, donde los enfrentamientos con Oribe, dieron ocasión a que estallara la llamada Guerra Grande, que trascendió los límites internos de su país para comprometer partidarios argentinos a uno y otro bando (los federales aliados a Oribe y los unitarios a Rivera). Por supuesto Brasil seguía al lado de Rivera.

En esta discordia nacieron los partidos políticos tradicionales de Uruguay, el Blanco y el Colorado, cuando Oribe y Rivera en la Batalla de Carpintería (19 de septiembre de 1836), utilizaron para distinguirse, respectivamente, insignias de esos colores (En 1872 el Partido Blanco tomó el nombre de Partido Nacional). El combate terminó con el triunfo de Oribe.

En 1839 se inició en la República Argentina, una lucha interna contra el régimen rosista, en la que Rivera tomó partido contra el caudillo federal, quedando al frente de las fuerzas, en 1842. Oribe lo venció en la batalla de Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842). A partir de entonces, la guerra se trasladó al territorio uruguayo, cuando Oribe comenzó el sitio de Montevideo.

Rivera, vencido en 1845 en India Muerta, debió emigrar a Brasil, de donde retornó, una vez concluida la Guerra Grande, cuando se lo nombró como integrante del Triunvirato junto a Venancio Flores y Juan Antonio Lavalleja. Sin embargo, no pudo concretar su asunción al mando, ya que falleció el 13 de enero de 1854, en una zona aledaña a la ciudad de Melo, cuando viajaba de retorno a su patria.

Durante su vida, Rivera fue una figura controvertida, tanto por sus cambios de bando como por sus decisiones políticas. Su legado es complejo, ya que, aunque fue un líder militar destacado, sus acciones a menudo provocaron divisiones internas y conflictos que perduraron en la historia uruguaya. Además, su rol en la exterminación de los charrúas ha sido objeto de críticas y debates históricos, siendo visto por algunos como un acto de genocidio.

Rivera también tuvo un impacto significativo en la configuración política del Uruguay moderno. Su influencia en la creación de los partidos Blanco y Colorado sentó las bases para el sistema bipartidista que caracterizaría la política uruguaya durante gran parte de su historia. A pesar de sus controversias, su figura sigue siendo estudiada y debatida, reflejando la complejidad de los procesos de formación nacional en América Latina.

En el ámbito personal, Rivera fue conocido por su carácter fuerte y su habilidad para el liderazgo militar, aunque carecía de una educación formal. Su vida estuvo marcada por las guerras y las alianzas cambiantes, lo que lo convirtió en un personaje central en la historia de Uruguay. Su legado sigue siendo un tema de discusión entre historiadores y políticos, quienes continúan evaluando su impacto en la nación.