Pedro el Grande de Rusia

A la edad de 17 años llegó Pedro I el Grande, en 1682, al trono de Rusia siendo coronado como zar. Fue un gobernante cruel, pero tan sanguinario como inteligente, y fue quien permitió que Rusia, tras dominar las costas del Báltico y del Mar Negro, entrara en un proceso de modernización vinculándola con el resto de Europa. Esto ya había sido intentado por Iván el Terrible en el siglo XVI, tratando de que ingresaran a Rusia artistas y técnicos europeos, aunque no era bien vista la contaminación de las costumbres locales con las foráneas.

A través de viajes que realizó por Europa con identificación falsa, a partir de 1697, Pedro el Grande aprendió técnicas de manufacturas, construcción naval, arquitectura, etcétera.

Puso bajo su subordinación al ejército, y a la iglesia ortodoxa, a la que le confiscó bienes y la dejó sin la autoridad de su patriarca, imponiendo la tolerancia religiosa. También subordinó a la Corte y a la guardia personal. La aristocracia de nacimiento fue reemplazada por la aristocracia de servicios.

Fundó la ciudad de San Petersburgo, en 1703, en el estuario del Nevá, en el interior del golfo de Finlandia, más cercana a Europa que Moscú, y que se convirtió en la capital de Rusia hasta que Lenín le restituyó el rango de capital a Moscú.. Creó ciudades con muchas facilidades para el comercio, pero también conservo señoríos rústicos, con campesinos oprimidos. El crecimiento industrial fue muy grande.

No toleró ninguna oposición a su gobierno, mandando a matar a su propio hijo a quien acusó de traidor; aniquiló la rebelión de la guardia personal denominada streltsí, y la misma suerte corrieron los cosacos que intentaron sublevarse.

Creó un ejército permanente el que fue formado con el aporte de siervos que obligó a suministrar a la aristocracia, que también debían servir en las filas como combatientes. Su reinado estuvo signado por las guerras. En 1695-1696 y 1710-1711 se enroló en una guerra contra los turcos que deparó que el Puerto de Azov en el Mar Negro fuera perdido y reconquistado por Pedro I.

Contra los persas combatió entre los años 1722 y 1723, lo que le permitió incorporar territorios en la zona del mar Caspio, que luego de su deceso, se perderían.

Entre los años 1700 y 1721 luchó contra Suecia, como miembro de una coalición, por los terrenos del Báltico para lograr una comunicación con Europa occidental. Esa guerra incluyó una aplastante derrota en Narva en el año 1700. Los venció en la batalla de Poltava nueve años más tarde, terminando el conflicto en el año 1721 con el Tratado de Nystadt, que le otorgó el acceso a Occidente al obtener las provincias bálticas de Estonia, Livonia, parte de Carelia e Ingria.

Para sostener los gastos militares, elevó y creó impuestos, y devaluó la moneda.

A la edad de 52 años, Pedro I el Grande falleció el 8 de febrero en el año 1725.