Juan II de Portugal
Hijo de Alfonso V, el africano y de Isabel de Coimbra, Juan II de Avis, nació en Lisboa, el 3 de marzo de 1455 , convirtiéndose en rey de Portugal en 1481.
A los dieciocho años contrae matrimonio con Leonor de Viseu, prima suya, con quien engendraría a Alfonso, que moriría a los dieciséis años dejando sin sucesor al trono a Juan. También tuvo un hijo ilegítimo con Ana Furtado de Mendonça, Jorge de Lencastre, que fue nombrado Duque de Coimbra.
Tras subir al trono, sus primeras acciones como gobernante se encaminaron a poner freno al creciente poder de la aristocracia, concentrando el poder en su persona. La nobleza, como respuesta, comenzó a conspirar en contra de su monarca. Juan II no tomó represalias y aguardó el momento de escarmentar a su nobleza, lo que pudo hacer en la persona de Fernando II, duque de Braganza.
El duque de Braganza tenía correspondencia con Isabel I de Castilla y en algunas de sus cartas lamentaba la situación de Portugal y la suya propia. La correspondencia fue interceptada por el servicio real de espionaje. Juan II tomó medidas: se expropiaron las tierras del duque y este fue además, ejecutado en Évora.
Las acciones del monarca no terminaron ahí: unos años después, hizo prisionero a Diego I de Visieu, hermano de su esposa y primo suyo, que fue hecho prisionero en el palacio real y condenado a muerte por planear una conspiración en contra del rey.
Varias personas más de aristocracia portuguesa fueron ejecutadas, asesinadas o condenadas al exilio en los reinos vecinos, concretamente eran enviados al reino de Castilla. El obispo de Évora fue envenenado en prisión.
Todas estas acciones se encaminaban a un solo propósito: escarmentar y someter a su nobleza y poder gobernar sin trabas de ninguna especie. Una anécdota cuenta que el rey solía afirmar respecto a su altanera y desleal clase aristocrática «Soy el señor de los señores, no el sirviente de los sirvientes«.
Juan II de Portugal logró sus propósitos: no hubo más conspiraciones de la clase noble. Con las riendas del reino en sus manos se dedicó a dar forma y realizar sus proyectos como monarca. Apoyó sobre todo los viajes de exploración por el Oceáno Atlántico, dando seguimiento a la empresa iniciada por Enrique el Navegante, su tío abuelo. Buscó una ruta alternativa hacia la India, explorando la costa africana.
Bajo su reinado Diego Cão descubrió el río Congo, Álvaro Caminha comenzó la colonización de las islas de Santo Tomé y Príncipe, Bartolomeu Dias logró rodear el cabo de Buena Esperanza y envió expediciones por tierra con rumbo a la India y Etiopía en busca de un personaje legendario y emblemático del fin de la Edad Media: el Preste Juan, de quien, contaban los rumores de viajeros por esos países, vivía en un reino rico en oro y había descubierto la fuente de la eterna juventud.
Por desgracia, los informes de las exploraciones hechas en tiempo de este monarca se perdieron en el siglo XVIII durante un incendió que castigó a la capital del reino.
Bajo el reinado de Juan II de Portugal también se inician las disputas entre Castilla y Portugal por las rutas marítimas, mismas rivalidades que llevaron a ambos reinos a la firma del Tratado de Tordesillas, el 7 de junio de 1494, en el que se acordó la división de la exploración del mundo y la posesión de las tierras por descubrir: la parte oriental para Portugal, occidente para Castilla y Aragón .
Portugal y Castilla y Aragón tenían además problemas relacionados con la línea sucesoria : Los reyes católicos, Isabel I de Castilla y su esposo Fernando II de Aragón sólo tenían un hijo varón, Juan, débil y enfermizo. La hija mayor de los reyes, Isabel, se había casado con el príncipe Alfonso de Portugal, durante su infancia.
Si Juan, príncipe de Castilla y Aragón moría, el hijo de Juan II, Alfonso, sería rey de Portugal y de Castilla y Aragón. Los reyes buscaron anular el matrimonio. En 1491, Alfonso murió al caer de su caballo al celebrarse una carrera, todo ello en extrañas circunstancias, pero jamás se llegó a comprobar que fuera una maquinación de Isabel y Fernando.
Con la pérdida de su heredero, Juan buscó el reconocimiento de su hijo Jorge de Lencastre como sucesor, pero no lo logró, sucediéndole en el trono Manuel de Visieu, hermano de su esposa y primo suyo.
Juan II de Portugal fue apodado “El perfecto” porque se cree que buscaba seguir el modelo de príncipe perfecto propuesto por Nicolás Maquiavelo en su obra El Príncipe. Aunque a decir de algunos historiadores, sus contemporáneos lo apodaron el Tirano. Murió en Alvor, 25 de octubre de 1495, sin dejar sucesor al trono.