La Independencia de Perú
La Revolución Francesa imbuida de ideas liberales llegó a las colonias americanas, haciendo surgir ansias de emancipación con respecto a la metrópoli española, que gobernaba de acuerdo a sus intereses, y no el de las colonias.
Convencidos de que el mejor gobierno para su terruño era el propio, los patriotas peruanos se alzaron contra la autoridad del virrey José Fernando de Abascal y Sousa, el 20 de junio de 1811. Al mando de Francisco Antonio de Zela, los dos cuarteles militares españoles ubicados en Tacna, fueron asaltados, y Francisco Zela fue designado Comandante Militar. El movimiento fue sofocado, y el flamante Comandante Militar sufrió la prisión hasta el fin de sus días.
Las reacciones emancipadoras continuaron, como sucedió con el alzamiento de los indígenas de Huánuco, hecho acontecido el 22 de febrero de 1812. Si bien en un principio tuvieron éxito, fueron finalmente derrotados el 19 de marzo de 1812. Las penas a los insurrectos fueron muy severas: luego de un juicio sumario. Muchos de sus líderes fueron condenados a morir a golpes de garrote, otros sufrieron el exilio, y otros duras condenas de prisión.
Luego de la derrota de las fuerzas del General Manuel Belgrano en Huaqui, hecho sucedido simultáneamente al alzamiento de Tacna, ya con su ejército reorganizado, los patriotas lograron las victorias de Tucumán y de Salta. Ante estos éxitos la reacción española no se hizo esperar, y Belgrano no pudo liberar el Perú: las batallas de Vilcapugio (1 de octubre de 1813) y Ayohúma (14 de noviembre de 1813) detuvieron la labor emancipadora.
El 3 de octubre de 1813, se produjo la Segunda Revuelta de Tacna, cuyo líder fue Enrique Pallardelli. Tomaron los cuarteles y pusieron preso al gobernante español. Al igual que el movimiento anterior éste tampoco tuvo el éxito esperado, y un mes más tarde los realistas reconquistaban Tacna, mientras los sublevados huían con rumbo al Alto Perú.
Una nueva expedición argentina, al mando de Rondeau, logró apoderarse de las minas de Potosí, pero fueron derrotados en la batalla de Sipe-Sipe, el 28 de noviembre de 1813.
El 24 de septiembre de 1814, la ciudad de La Paz, fue tomada por fuerzas independentistas, al mando de León Pinelo y de Ildefonso Muñecas, un religioso de nacionalidad argentina. El general español, Juan Ramírez inició la reconquista, lo que logró el 1 de noviembre de 1814.
En la batalla de Huanta, ocurrida el 30 de septiembre de 1814, las fuerzas realistas vencieron a Manuel Hurtado de Mendoza, que se había establecido en Huamanga y con sus fuerzas había logrado apoderarse pacíficamente de Huancayo. En Matará, el 27 de enero de 1815, los españoles nuevamente resultaron triunfantes.
Luego de tantos traspiés, los patriotas volvieron a armarse entregando el mando a José Manuel Romano, quien asesinó a Hurtado de Mendoza, y se rindió a los españoles, lo que ocasionó que los líderes del movimiento fueran ejecutados.
La campaña en Arequipa y Puno, estuvo a cargo de Mateo Pumacahua, que había luchado para el ejército español. Logró ingresar a Arequipa el 9 de noviembre de 1814, logrando que el Cabildo reconociera, el 24 de noviembre de 1814, a la Junta de Gobierno de Cuzco, como autoridad. El 30 de noviembre, el Cabildo Abierto reunido en Arequipa, juró lealtad al rey español, aprovechando que las fuerzas patrióticas habían abandonado el lugar para proseguir la campaña. Los españoles volvieron a tomar el gobierno de Arequipa, el 9 de diciembre de 1814, con tropas al mando de Juan Ramírez, quien se dirigió a perseguir a los criollos, a los que venció el 10 de marzo de 1815, en la batalla de Umachiri.
Al declararse la independencia dentro del virreinato del Río de La Plata, primero de Argentina y luego de Chile, luego de la batalla de Chacabuco, y el triunfo definitivo en Maipú, el 5 de abril de 1818, Argentina y Chile se habían unido bajo el mando del general José de San Martín y los colombianos al mando de Simón Bolívar. Ambas fuerzas veían la necesidad de lograr la liberación de Perú, donde los realistas habían concentrado sus fuerzas.
Los costos de la expedición fueron solventados por Argentina, aunque no en la medida prometida, por los graves inconvenientes financieros que afrontaba, y por Chile. Las tropas fueron puestas bajo las órdenes de José de San Martín y la fuerza naval, a cargo del marino de ciudadanía escocesa, Lord Thomas Alexander Cochrane, que reemplazó a Blanco Encalada, marino argentino que había servido a las fuerzas españolas, y había capturado algunas naves que se dirigían a apoyar a las fuerzas realistas peruanas, como la fragata “María Isabel”. El reemplazo de Encalada por el contratado Cochrane fue decidido por el gobierno chileno.
El plan de San Martín era atrapar al virrey Joaquín de La Pezuela entre dos fuegos. Uno que sería el de su ejército, que se embarcaría en Valparaíso y caería sobre Lima, y el otro, procedente de las provincias argentinas.
El ejército que se embarcaría con destino a Perú, con unos 4.500 hombres, estuvo listo, a principios de agosto de 1820. Partieron el 20 de agosto de 1820, desde el puerto de Valparaíso, llegando sin inconvenientes a la Bahía de Paracas, lugar situado a 250 kms. al sur de Lima, el 7 de septiembre. La primera en desembarcar fue la división a cargo de Las Heras, que tomó la ciudad de Pisco. Luego desembarcó el resto de la fuerza.
Mientras tanto en España, los liberales habían obtenido un triunfo, obligando al rey Fernando VII, a aceptar la Constitución que contenía las nuevas ideas, sancionada en 1812.
El virrey del Perú, invitó a San Martín a reunirse para ofrecerle un medio de evitar el enfrentamiento armado. Sin embargo, en la entrevista de Miraflores, celebrada en octubre lo único que ofreció el virrey, era jurar la constitución liberal de 1812, y de ninguna manera aceptar la independencia del Perú que era lo solicitado. Por eso la guerra no pudo evitarse.
El virrey del Perú comprendió que no tardaría en ser atacado y organizó la defensa, con sus 20.000 hombres.
Para dominar y sublevar a las poblaciones del interior se inició la Primera Campaña de la Sierra, en octubre de 1820, a cargo de Juan Antonio Álvarez de Arenales secundado por Juan Lavalle y Federico Brandsen., quienes salieron de Pisco con 1.200 hombres, ocupando el día 6 de octubre, la ciudad de Ica. El 16 de octubre lograron apoderarse de Nazca, y el día 31, entraron triunfantes en Huamanga. Continuaron ocupando localidades (ayudados por varios oficiales españoles, que cambiaron de bando) como Jauja, el 6 de noviembre y Pasco, el 6 de diciembre.
Mientras Arenales realizaba las Campañas de la Sierra, San Martín partió de la Bahía de Paracas, tomando rumbo al norte. Luego de pasar por Ancón y Huacho, se estableció a 150 kms. al norte de Lima, en Huasura donde instaló su Cuartel General. Simultáneamente se producía la sublevación en Guayaquil y la causa por la independencia sumó a los habitantes del departamento de Trujillo.
Ante el clima de descontento generalizado, el virrey Pezuela, fue reemplazado por el general José de La Serna, el 29 de enero de 1821.
En la localidad de Punchauca, a fines de mayo de 1821, nuevamente se reunió San Martín, esta vez con el nuevo virrey, para iniciar conversaciones de paz, pero otra vez fracasaron por la negativa realista de reconocer la independencia peruana.
El día 9 de julio de 1821, San Martín, luego de que Arenales realizara una Segunda Campaña de la Sierra y el General Miller tomara los puertos intermedios entre Lima y Valparaíso, entró con sus fuerzas en Lima.
En el Cabildo Abierto convocado para el día 14 de julio, toda la población se expidió en favor de la independencia con respecto a España, y a toda otra potencia extranjera.
La proclamación oficial de la independencia del Perú tuvo lugar el 28 de julio de 1821, en la Plaza Mayor de Lima. Frente a la bandera roja y blanca que acompañó a los revolucionarios en la campaña al Perú, San Martín manifestó la libertad de este pueblo, sustentando como causa la voluntad de los Pueblos y considerando su causa como justa, y defendida por Dios.
San Martín ocupó el día 2 de agosto, el cargo de “Protector del Perú” y de inmediato se puso a organizar la instalación de un gobierno provisional.
Sin embargo, la declaración de la independencia no significó la conclusión de la lucha, pues los realistas no estaban dispuestos a renunciar a ese territorio. Por eso, San Martín solicitó ayuda al General Juan Bautista Bustos, gobernador de Córdoba. Con cartas para Bustos, donde se le rogaba ayuda, partió Gutiérrez de la Fuente, obteniendo gran éxito en su misión. No sucedió lo mismo cuando dirigiéndose a Buenos Aires pidió apoyo financiero. San Martín se había negado a participar en las luchas internas y por eso no era bien visto por el gobierno porteño, que además, sus finanzas no contaban con excedentes.
Al no recibir ayuda económica ni de Buenos Aires ni de Chile, San Martín se entrevistó con Simón Bolívar, que había derrotado a los españoles en Boyacá (1819) y en Carabobo (1821). En 1822 había obtenido una nueva victoria en Pichincha ayudado por 1.000 hombres enviados por San Martín.
Luego de la entrevista de Guayaquil, San Martín volvió a Perú donde convocó a un Congreso General Constituyente, y luego renunció a su título de Protector, y se dirigió a Chile el 20 de septiembre de 1822.
Fue Simón Bolívar, quien, ante el alejamiento de San Martín ofreció su ayuda para sostener la independencia de Perú. Al mando de sus tropas bien preparadas dio a los españoles los últimos golpes a su dominio sobre el territorio peruano. En las batallas de Junín (6 de agosto de 1824) y la de Ayacucho (9 de diciembre de 1824) se consolidó la independencia de Perú.
El reconocimiento por parte de España de la independencia del Perú se produjo el 14 agosto de 1879. En esa fecha se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre España y Perú, en la ciudad de París.