José de San Martín
SU VIDA
El 25 de febrero de 1778, el mundo recibió en su seno a un nuevo integrante, que sería leyenda y símbolo de heroísmo y sentido patriótico: había nacido José Francisco de San Martín, en la localidad de Yapeyú, ex colonia jesuita, en la provincia de Corrientes, ubicada en la Mesopotamia argentina.
Fue el quinto hijo del matrimonio conformado por doña Gregoria Matorras, de cuarenta años, y el militar Juan de San Martín, que había llegado a ocupar el cargo de Teniente, ambos originarios de Castilla la Vieja.
Los tres primeros hijos del matrimonio, que se celebró en Buenos Aires, el 1 de octubre de 1770, María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín Rafael, nacieron en las Caleras de las Vacas (actualmente República Oriental del Uruguay). Cuatro años más tarde, quien sería el padre del Libertador de América, fue trasladado a Nuestra Señora de los Reyes de Yapeyú, un poblado de aproximadamente 3.000 habitantes.
En este pequeño pueblo, la familia San Martín continuó creciendo. A los tres hijos anteriores, se sumó en 1776, Justo Rufino y dos años más tarde José Francisco.
En 1781, la familia se mudó a Buenos Aires, donde compró dos propiedades, una más pequeña en el barrio de Monserrat, y otra de mayores dimensiones, ubicada entre las calles Moreno y Belgrano, aunque sus ingresos no convertían a Don Juan, en hombre de fortuna, sino que había logrado convertirse en propietario, con su esfuerzo y su espíritu ahorrativo.
Cuando José contaba con seis años, su padre fue enviado a España, por estar incluido entre los oficiales que ya no cumplirían servicios en las colonias, y así su destino lo condujo a transitar su infancia en Andalucía, donde estudió en la Escuela de las Temporalidades. Allí se destacó en materias artísticas y en matemática. Sin embargo, el latín y la orografía no eran sus mejores aliados.
SU FORMACIÓN MILITAR EN EUROPA
En el Regimiento de Infantería de Murcia, a la edad de 11 años, comenzó su formación militar, alejándose de su familia y educándose en una rígida disciplina, que combinaba con su carácter parco e introvertido.
A los trece años, peleó contra los moros en Orán, en el norte de África, como granadero. En el ejército de Aragón recibió entrenamiento para luchar en la alta montaña, en la zona de los Pirineos, lo que le sirvió en su epopeya del Cruce de los Andes.
En 1808, peleó contra los franceses en la Batalla de Bailén, donde su nombre se destacó entre lo principales héroes.
EL REGRESO A AMÉRICA
El 9 de marzo de 1812, regresó a Buenos Aires, traído por Carlos de Alvear, que llegó junto a él, y a otras personalidades destacadas, como José Matías Zapiola, a bordo de una fragata inglesa, que tenía el objetivo de formar oficiales, habiendo alcanzado en España el grado de Teniente Coronel de Caballería. Estaba muy vinculado a la masonería, y era un idealista de la emancipación americana.
Llegado a América constituyó una sociedad secreta, llamada Logia Lautaro, que se discute si era o no masónica (Ver artículo sobre La Masonería). Aparentemente tenía las mismas características formales de esas logias, pero no sus mismos ideales.
Contrajo enlace, el 12 de septiembre de ese mismo año, con María de los Remedios Escalada, de escasos quince años. En 1816, nació su única hija, Mercedes.
LAS CAMPAÑAS MILITARES
Belgrano, a cargo del Ejército del Norte, había planeado el ingreso a Lima luego de una favorable campaña militar. Sin embargo el 1 de octubre de 1813, fue derrotado en Vilcapugio, y el 14 de noviembre de ese mismo año, sucumbió en Ayohuma. Estos reveses sufridos por los revolucionarios desmoralizaron a los patriotas, que vieron la necesidad de reemplazar a Belgrano, en la conducción de las tropas, por San Martín.
El 9 de enero del año 1815, Carlos de Alvear asumió como Director Supremo, y trató de consolidarse en su debilitado poder, reorganizando el ejército. Para ello, fusionó bajo su mando a las fuerzas de Cuyo y Buenos Aires, quitándole autoridad a San Martín, que además fue reemplazado en su cargo de gobernador de Cuyo, que pasó a ser desempeñado por Perdriel.
Sin embargo, los propósitos de Alvear se vieron frustrados por la negativa del Ejército del Norte y del pueblo mendocino, que brindó un incondicional apoyo a San Martín, que siguió detentando su cargo, lo que fue muy positivo para la región que se transformó en un lugar ordenado y fiel a su líder político. En ese lugar, San Martín logró formar un ejército, que en 1815 era conformado por aproximadamente 3.000 hombres.
Fue partidario de las ideas monárquicas en el Congreso de Tucumán, reunido en 1816, ya que si bien consideraba como ideal el sistema republicano, opinaba que aún no estaban dadas las condiciones para implantarlo en el territorio americano. De este modo estuvo de acuerdo con el pan de Belgrano, que proponía designar como monarca a un descendiente inca, y establecer un reino que agrupara el Río de la Plata, Chile y Perú.
Durante el mandato del Director Supremo, Pueyrredón, se organizaron las expediciones libertadoras a Chile y Perú.
LA LIBERACIÓN DE CHILE
San Martín había propuesto el plan para invadir Chile, y luego pasar por mar al Perú sin atravesar el difícil camino del Alto Perú.
Mendoza fue la sede de preparación de este heroico ejército, que en enero de 1817, ya estaba preparado para la epopeya.
La estrategia consistió en dividir a las fuerzas españolas con ataques menores, para que el ejército pudiera cruzar la Cordillera de los Andes, lo que se haría en dos columnas, una al mando de Las Heras, que tomaría por el camino de Uspallata y la otra, al mando de San Martín cruzaría por los valles de los Patos, situados más al norte.
Para liberar a Chile, en febrero de ese año, se libró la batalla de Chacabuco, donde triunfaron frente a los 2.000 realistas que se los enfrentaron liderados por el Brigadier Maroto. Siendo derrotados en Cancha Rayada, los criollos lograron su triunfo definitivo en Maipú, el 5 de abril de 1818, donde se produjeron 2.000 bajas españolas y se tomaron 3.000 prisioneros.
El 12 de febrero de 1818, nacía Chile como estado independiente.
LA CAMPAÑA DEL PERÚ
San Martín se dirigió a Buenos Aires para obtener fondos, mientras Osorio tomó rumbo al Perú. La escuadra patriótica logró dominar el Océano Pacífico dejando libre el camino para liberar Perú.
Es en esta época donde se le ordena a San Martín participar en la guerra civil contra los rebeldes federales de Entre Ríos y Santa Fe, pero obtienen la negativa del libertador, ya que siempre se abstuvo de participar en guerras internas, entre hermanos.
El 20 de agosto de 1820, se inició la campaña donde San Martín al frente de 4000 hombres partió desde Valparaíso, llegando al puerto de Pisco en septiembre. El 28 de julio de 1821, Perú proclamó su independencia. San Martín fue designado Protector del Perú.
Pero la situación en Perú era difícil, y San Martín decidió pedir la ayuda de Bolívar, héroe de la “marcha de Boyacá”, que obtuvo en agosto de 1819, la liberación de Colombia, en ese entonces, llamada virreinato de Nueva Granada.
El 26 de julio de 1822, ambos líderes se reunieron en Guayaquil donde San Martín cedió sus poderes a Bolívar
El deceso de su esposa, sucedió por causa de tuberculosis, el 3 de agosto de 1823, en Buenos Aires a donde había sido enviada por su grave estado de salud, sin la compañía de su marido, que tras un alejamiento de cuatro años, recién regresó a su hogar luego de cuatro meses de su viudez.
EL REGRESO A EUROPA
En 1824, luego de su pérdida familiar, y acongojado por las luchas internas que ensangrentaban su patria, retornó a Europa.
Este hombre moreno de penetrantes ojos negros, y gran estratega, de gran lucidez mental, no tuvo sin embargo, una salud física admirable, Debió padecer durante su vida, de asma, reuma y una molesta úlcera estomacal.
Tampoco su posición económica estuvo acorde con sus logros profesionales. Vivió de su sueldo como militar y se hizo merecedor de una propiedad, que le fue donada como reconocimiento, por el gobierno de Cuyo.
En 1825, redactó las “Máximas para Merceditas”, una emotiva síntesis donde resume sus ideales para una vida virtuosa.
En 1828 intentó vanamente regresar a su patria, estableciéndose en París desde 1831. Allí fue designado tutor de los hijos de un ex compañero de armas, logrando con el sueldo obtenido por ese desempeño, reunir el dinero suficiente para adquirir una propiedad en Grand Bourg. En marzo de 1848, se mudó a lo que sería su última residencia terrenal, ubicada Boulogne Sur Mer, donde falleció el 17 de agosto de 1850.
El 28 de mayo de 1880, sus restos fueron trasladados a Buenos Aires.
Su hija Mercedes le dio dos nietas: María Mercedes Balcarce y Josefa Balcarce. Ninguna de las dos lo convirtió en bisabuelo.