Batalla de Yungay
La Batalla de Yungay se realizó el 20 de enero de 1839. Dicha contienda dio por destruido el sueño de la Confederación. En ésta se enfrentaron el ejército Confederado (peruano-boliviano) al mando de Andrés de Santa Cruz y el ejército Unido Restaurador (chileno-peruano) bajo la jefatura de Manuel Bulnes.
Inaugurada la Confederación Peruano- Boliviana el 28 de octubre de 1836, Chile vio con ojos de desconfianza dicha alianza, oponiéndose en la batalla de marras. Dicha confederación incluía los Estados Nor-Peruano, Sur-Peruano y la República de Bolivia. A la cabeza se ubicó el Mariscal Andrés de Santa Cruz.
Según el punto de vista peruano, la Confederación contribuyó con un rápido fortalecimiento de la Industria, la Hacienda y contó con el apoyo y las buenas relaciones con Europa y Estados Unidos de Norteamérica. La inquietud chilena estaba vinculada con el poder alcanzado por la Confederación y el potencial que podría ganar en toda Sud América, sobre todo, en miras a Ecuador.
Albergando a los disidentes del proyecto confederado, Chile se unió a Agustín Gamarra, Presidente del Perú en dos oportunidades (su primera gestión fue entre 1829 y 1833 y la segunda, tras la batalla, desde 1839 a 1841), y tomando la flota de la confederación, fue iniciada una primera expedición que fracasó, regresando vencida a Chile.
Hacia enero de 1839 ambas fuerzas se hallaban encaminadas hacia la batalla. Hacia el 13 de enero los confederados ocuparon el territorio de Yungay, en tanto que los restauradores estaban en la vecina San Miguel. El 19 del mismo mes, las fuerzas chileno-peruano se trasladaron a Yungay y el 20 tuvo lugar el combate. Las cuatro divisiones del ejército restaurador estaban compuestas por 4500 chilenos y 1000 peruanos, aproximadamente. Los Generales al mando de cada una de las divisiones eran el General Torrico, Gral. Elespuru, Gral Francisco Vidal y Gral. Ramon Castilla, respectivamente e incluyendo caballería, artillería e infantería.
Igualmente, el ejército Confederado contaba con la misma cantidad de hombres, dispuestos rodeando al río Ancash: derecha, izquierda, centro y la caballería bajo las órdenes de José Perez Urdimiza.
Los enfrentamientos se dieron en dos etapas, primero entre los cerros Punyán y Pan de Azúcar y seguidamente, en la quebrada del río Anchash. Allí, restauradores y confederados terminaron con el enfrentamiento, cuyo resultado fue la derrota de los segundos. La sangrienta batalla dejó cantidad de bajas en ambos bandos.
El fracaso de los confederados tuvo como consecuencia inmediata el fin de la Confederación y la instalación del segundo gobierno de Agustín Gamarra.
La Batalla de Yungay es considerada uno de los eventos más significativos en la historia de Sudamérica. No solo marcó el fin de la Confederación Peruano-Boliviana, sino que también redefinió las relaciones de poder en la región. La victoria de las fuerzas chileno-peruanas consolidó a Chile como una potencia militar en la región, y reafirmó la independencia de Perú y Bolivia como naciones separadas.
La batalla también tuvo un impacto significativo en la vida política de los países involucrados. En Chile, la victoria en Yungay fortaleció el gobierno de Manuel Bulnes, quien fue reelegido para un segundo mandato. En Perú, la derrota de la Confederación llevó al regreso de Agustín Gamarra al poder, quien inició un período de reformas para fortalecer la economía y la infraestructura del país.
En Bolivia, la disolución de la Confederación marcó el fin del gobierno de Andrés de Santa Cruz, quien había liderado el país durante casi una década. Tras la batalla, Santa Cruz se exilió a Ecuador, donde vivió hasta su muerte en 1865.
La Batalla de Yungay también tuvo un impacto cultural duradero. En Chile, la victoria es celebrada como un hito en la historia nacional, y el día de la batalla, el 20 de enero, es conmemorado como el Día del Ejército. En Perú y Bolivia, la batalla es recordada como un momento de resistencia y lucha por la independencia y la soberanía nacional.