Moctezuma Xocoyotzin (II)
Dada la actitud de los aztecas cuando los españoles llegaron a México, Cortés pensó que lo tenía todo hecho. No era muy habitual encontrarse con unos indígenas que los consideraran dioses, o mejor dicho, que los vieran como la reencarnación de uno de los dioses más importantes del pueblo azteca.
A esto ayudó el hecho de que el jefe de la nación totonaca, el cacique Cempoala, se ofreciera como aliado español para derrocar a Moctezuma. Los totonacas estaban hartos de soportar la tiranía azteca y los caprichos de un emperador que a medida que acumulaba poder, dejaba de ser rey y se convertía en reyezuelo.
Cortés no perdió tiempo y se alió con los totonacas. Lo primero que hizo fue expulsar a los funcionarios de Moctezuma, especialmente, a los recaudadores de impuestos, que eran los que más sangraban la economía totonaca.
Además de aliados los totonacas, le harían un gran favor a Cortés, y este fue una información valiosísima que concernía al hecho de que un pueblo muy poderoso como era el de la nación Tlaxcala estaba en guerra continua con el pueblo azteca, debido a los abusos que estos cometían, y querían conservar su independencia.
Entonces Cortés, contando con la colaboración de los totonacas, inició conversaciones con los tlaxcaltecas, para intentar llegar a un acuerdo.
Los tlaxcaltecas, representaron un doble juego, por una parte iniciaron negociaciones con los españoles, y por la otra, se enzarzaron en una serie de batallas con ellos, que provocaron una sangría importante de las huestes españolas.
Jamás hubiesen imaginado los hombres de Cortés, que no eran más que 400, que se encontrarían con una tan feroz resistencia, sobre todo por parte del general Xicoténcatl; sin embargo el 22 de septiembre de 1519 alcanzaron la victoria entrando en la capital Ocotelolco.
Este triunfo fue fundamental para la posterior conquista de Tenochtitlan: subió la moral de las tropas españolas, conquistó la moral de las tropas tlaxcaltecas e hizo que Moctezuma empezara a tener miedo.
Este miedo se manifestó en forma de otra bajada de cabeza de los aztecas: nuevos presentes fueron ofrecidos a Cortés, así como la posibilidad del pago de un tributo, pero Cortés no cedió y siguió con la batalla.
Esta pasaba por la conquista de Cholula, ciudad importante del imperio azteca. En esta ciudad se desarrolló una lucha muy cruenta en la que los españoles plantaron varias emboscadas ayudados por los tlaxcaltecas. En dos horas acabaron con varios miles de cholultecas y la ciudad fue tomada por los hombres de Cortés.
El emperador Moctezuma empezó a tener verdadero miedo; invitó entonces a Cortés a quedarse en la capital azteca y lo llenó de regalos. Cortés y varios de sus generales aceptaron pero pronto se dieron cuenta que se podían haber metido en la boca del lobo. La ciudad a pesar de todo tenía muchos soldados afines al emperador y en cualquier momento podían rebelarse contra los extranjeros, que, aunque en calidad de invitados, no dejaban de ser enemigos.
Entonces decidieron secuestrar a Moctezuma acusándolo de la matanza de unos soldados españoles en Nauhtla.
Preso Moctezuma, Cortés pidió a los aztecas que reconociesen la soberanía de los españoles. Esto lo hicieron pero de muy mala gana, porque a la prisión del emperador y de varios caciques del pueblo, se unió la pretensión de los españoles de realizar conversiones al cristianismo forzosas y el abandono de los dioses indígenas.
Pero entonces Cortés tuvo que salir apresuradamente de México para defenderse de las iras de Diego Velázquez, conquistador español gobernador de Cuba y enemigo de Cortés, que intentaba echarlo de México y llevárselo preso para Cuba.
En Tenochtitlan, en ausencia de Cortés, comenzaron a surgir los problemas.