Maximiliano I de México
Primeros años
Nació en Viena (Austria) en el palacio de Schönbrunn, el 6 de julio de 1832, siendo su nombre completo Ferdinand Maximilian Joseph von Habsburg. Fueron sus padres, Sofía de Baviera (hija del segundo matrimonio del rey Maximiliano de Baviera) y Francisco Carlos de Austria. La paternidad sobre Maximiliano I fue cuestionada, comentándose en la Corte que su padre podría haber sido en realidad, el único hijo de Napoleón Bonaparte, el Duque de Reichstadt (Napoleón II) con quien Sofía de Baviera tuvo gran relación de íntima amistad, y que falleció dieciséis después del nacimiento de este supuesto hijo.
Tenía un hermano dos años mayor, Francisco José, y tendría cuatro hermanos menores (Carlos luis, María Ana Carolina, un hermano nacido muerto en 1840 y Luis Víctor).
De salud enfermiza, simpático, perezoso, amante de la naturaleza y de la equitación, sincero y dadivoso, había logrado conquistar la simpatía de su pueblo.
Vida personal y política
Se convirtió en marino y colaboró en la lucha contra Italia, explorando las costas brasileñas y las del norte africano.
Si bien su gran amor fue María Amalia de Braganza, princesa portuguesa, no pudo llegar a desposarla, como estaba previsto, en 1853 pues la joven falleció, víctima de tuberculosis. Ese año realizó una misión diplomática en Turquía en favor de la iglesia católica. En 1854 fue nombrado vice-almirante de marina. En mayo de 1856 fue comisionada a París en misión diplomática ante Napoleón III, para resolver la cuestión italiana.
El 27 de julio de 1857, se casó aunque por interés económico, con Carlota Amalia, princesa de Bélgica, para poder hacer frente a las deudas contraídas en la edificación del castillo de Trieste.
Maximiliano ya era desde su nacimiento Archiduque de Austria, y su suegro, Leopoldo I de Bélgica, que también quería sacar rédito de esta unión, exigió que el emperador de Austria, Francisco José (hermano de Maximiliano, que había logrado ese título a los 18 años) otorgara a su yerno el título de virrey sobre el reino Lombardo-Véneto, cargo que ostentó hasta 1859, época en la que residió en Milán. Fue desplazado por no tener las mismas ambiciones conquistadoras y guerreras de su hermano, y al poco tiempo esas posesiones en Italia se perdieron para Austria, cuando en virtud de lograr la unificación italiana, el Segundo Imperio Francés ayudó a recuperar Piamonte, retirándose Maximiliano a su residencia en el castillo de Trieste.
Maximiliano, emperador de México
En esa época gobernaba México el republicano Benito Juárez, apoyado por Estados Unidos, luego de una lucha civil denominada Guerra de Reforma, que había enfrentado a liberales y conservadores, con el triunfo de los primeros, pero con una oposición creciente de los conservadores, que veían crecer la deuda externa y la rotura de los vínculos con la iglesia. Este sector buscó ayuda en las Cortes española y francesa, con el fin de instalar una monarquía en territorio mexicano, que fue invadido por Napoleón III, en 1862.
En 1859, ya se habían iniciado las conversaciones entre Napoleón III y los conservadores mexicanos, con Maximiliano, quien renunció a todos sus títulos europeos para asumir como emperador del Segundo Imperio Mexicano. La solicitud aparecía presentada por el pueblo mexicano, cuya prueba constaba en un plebiscito realizado en Ciudad de México, donde predominaban los conservadores, sin informársele que los liberales y masones estarían en su contra.
El 28 de mayo de 1864, Maximiliano ponía pie en territorio mexicano, arribando al Puerto de Veracruz. Se estableció en la Ciudad de México, en el castillo de Chapultepec.
México en 1822 ya había tenido un emperador, Agustín de Iturbide, que había sido ejecutado bajo el cargo de traición a la patria el 19 de julio de 1824. Los nietos huérfanos de éste, Agustín y Salvador, fueron adoptados por Maximiliano I y su esposa, quienes no podían engendrar descendencia.
Maximiliano I era un hombre menos conservador de lo que creían quienes habían apoyado su designación, y se opuso a ciertas reformas que estos le exigían, como devolver los bienes eclesiásticos que habían sido nacionalizados, y de suprimir la tolerancia religiosa. El 1 de marzo de 1864, invitó a Benito Juárez, presidente republicano depuesto por la invasión francesa, a participar de su gobierno, invitación que Juárez rechazó, acusándolo de ser un representante de Napoleón III.
La caída
Juárez y su grupo liberal con el apoyo de Estados Unidos, hicieron frente a Maximiliano I, que ya no contaba con el apoyo de los conservadores que lo habían traído, ni con las fuerzas francesas de Napoleón III que se habían ido a su país para enfrentar problemas locales, y quedó desamparado. Sus enemigos, al mando del general Mariano Escobedo lo apresaron en Querétaro. Fue condenado a muerte en un juicio de dudosa legalidad, sin pruebas contundentes y sin apelación, ejecutándose la sentencia por fusilamiento el 19 de junio de 1867, en Querétaro.
Junto a él también fueron ejecutados, el general conservador Miguel Miramón, líder conservador, que sin embargo no había gestionado la entrada al país de las tropas francesas, y que en la mayoría del tiempo del gobierno monárquico había estado estudiando tácticas militares en Europa, y Tomás Mejía, que siempre había estado a favor del Segundo Imperio.
Antes de morir, pronunció Maximiliano palabras patrióticas como “¡Viva México!, y que su muerte se debía a la justa causa de la independencia y a la libertad de México.
La Cripta Imperial de la Iglesia de los Capuchinos, situada en Viena, recibió sus restos un año después.