La cultura huasteca
El pueblo huasteco es uno de los más desconocidos de toda Mesoamérica; llegó a territorio mexicano alrededor del año 1.500 a. de C., concretamente a una región que hoy en día es denominada precisamente con el nombre de este pueblo y que se extiende por los estados de Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, Tamaulipas, Querétaro y Puebla. Este territorio posee un clima cálido aunque no agobiante, una rica vegetación y gran abundancia de fauna, con lo que era una buena zona para asentarse.
El término huasteca derivaría de la palabra náuhuatl cuextécatl, que a su vez tiene dos acepciones distintas: o significa “caracol pequeño” o significa “guaje”, que se trata de una leguminosa. De todos modos los huastecos se denominan a sí mismos téenek que quiere decir algo tan sencillo como “hombres de aquí”.
El pueblo huasteca tuvo diversas influencias de otros pueblos que a lo largo de la historia lo fueron colonizando, como ocurrió por ejemplo con los nahuas, por lo que hoy en día sus costumbres las conforman un sinfín de rasgos diversos de los que el pueblo huasteco está orgulloso por contribuir a formar su historia.
Probablemente los huastecos fueron hombres y mujeres de baja estatura, con piel cetrina y con largos cabellos, poseyendo una extraordinaria habilidad para las actividades manuales. Llevaban vestidos en manta, tan típicos de los pueblos mesoamericanos, pero también gustaban mucho de andar desnudos adornando sus cuerpos sólo con joyas las cuales, por otro lado, eran muy ostentosas.
Existe una característica típica de este pueblo que los diferencia especialmente de otros y esto es que practicaban la deformación del cráneo y el limado de sus dientes. Esto lo hacían por cuestiones puramente estéticas y para que los malos espíritus encontraran una salida y no se quedaran dentro. Además se adornaban con conchas y huesecillos tanto en las orejas como en la nariz.
La economía de los huastecos como de la mayor parte de los pueblos mesoamericanos, se basó en la agricultura. Sin embargo este pueblo destaca sobre los demás en lo que respecta a la alfarería, y la artesanía con barro. De hecho este arte fue una parte muy importante de su economía contribuyendo a su progreso. Destaca lo que se conoce en arqueología como el período Pavón, que se caracteriza por que los recipientes estaban teñidos con colores tales como el rojo o el blanco y con una profusa decoración en diversas ollas con formas diversas todas ellas cilíndricas.
Por lo que se refiere a sus creencias decir que casi todas sus celebraciones giraban en torno a la adoración del maíz y de los rituales para lograr una buena cosecha. Afirmaban que sin el maíz no podía existir la vida, con lo que lo adoraban, estando además los espíritus de los hombres formados por maíz “Ipak” y en relación con esto adoraban al dios sol, a la diosa luna, al dios trueno, a los animales del bosque…
En la actualidad tenemos muchos vestigios arqueológicos del arte huasteco. Por lo que respecta a la pintura, decir que hoy en día la conocemos gracias a la cerámica que aparece decorada prácticamente siempre. Se trata de unas vasijas de color crema decoradas con dibujos negros y marrones y en el que aparecen dibujos geométricos con un significado simbólico.
La escultura también es muy conocida: esta destaca por sus formas primitivas pero dotadas de una gran plasticidad. Normalmente aparece asociada a cierto simbolismo religioso. Destacan ejemplos de una gran belleza como puede ser “El Adolescente” o «La Apoteosis».
En cuanto a la arquitectura decir que no siguen el típico desarrollo mexicano de talud y tablero predominando los montículos de plante circular o de forma rectangular con esquinas redondeadas.
Un importante conjunto arquitectónico se encuentra en la ciudad de Tamtok o en el sitio de Tamohí, ambos en el estado de San Luís Potosí.
A día de hoy, el pueblo huasteco aun habita tierras mexicanas, conservando con orgullo sus costumbres y sus tradiciones.