T.E. Lawrence (Lawrence de Arabia)
Pocos personajes más míticos en la Historia de Oriente Medio que T.E Lawrence, conocido para la posteridad como Lawrence de Arabia.
Lo cierto es que, con sus luces y sus sombras, Lawrence jugó un muy importante papel en el desarrollo del Oriente Medio moderno, sobre todo en el convulso momento de la I Guerra Mundial y años posteriores. Aparte de eso, es conocida su identificación con la región en la que trabajó y en la que consiguió una buena reputación.
T.E Lawrence nació en Gales en 1888, aunque durante su infancia recorrió todas las Islas Británicas con su familia hasta asentarse en Oxford, donde estudiaría. En esta prestigiosa universidad es donde el joven Lawrence empieza a dar muestras del interés que tenía por la zona de Oriente Medio. Consiguió el título de historiador, elaborando una tesis sobre la influencia de los Cruzados en la arquitectura militar europea.
Por consejo de uno de sus profesores, Lawrence emprendió su primer viaje a la región. Así, viaja a Siria, en principio para trabajar en unos yacimientos arqueológicos, pero pronto se dedica a recorrerla entera. Se dice que cubrió, a pie, casi 1400 kilómetros. Este recorrido hizo que el joven se familiarizara con las costumbres de sus habitantes, así como con su lengua.
En esta época convulsa, y dados los intereses que tenía Gran Bretaña en toda la zona, los conocimientos de Lawrence no pasaron desapercibidos para el Servicio Secreto, que lo recluta en 1914.
Su primera misión fue enmascarada con la excusa de un estudio arqueológico sobre el éxodo judío en el desierto del Sinaí. Su auténtica intención era elaborar un informe sobre el ejercito otomano en la zona.
Al estallar la I Guerra Mundial, Lawrence es destinado a Egipto, a El Cairo. Su trabajo, aunque bastante burocrático, debió impresionar a sus superiores, ya que en 1916 fue condecorado con la Legión de Honor.
Ese mismo año, Lawrence conoció también el fracaso: le fue encargada la misión de sobornar al comandante turco que asediaba al ejercito inglés en una localidad que hoy en día se encuentra en Iraq. Igualmente debía ponerse en contacto con las tribus árabes de esa zona y estudiar sí estaban dispuestas a sublevarse contra los otomanos.
Lawrence no consiguió ninguno de los dos objetivos y tuvo que volver a El Cairo de vacío.
Sin embargo, esto no desanimo a Lawrence que a la segunda si tuvo éxito en su misión. Todo empezó cuando el jerife de la Meca, Hussain Ibn Ali, pone en marcha lo que se conoció como Revuelta Árabe contra los turcos.
En un principio, se trata de una pequeña rebelión y es entonces cuando Lawrence vuelve a aparecer en escena. Como especialista en la región, es enviado a estudiar la revuelta y se reúne con el jerife, así como con sus hijos.
De estas reuniones nace una amistad que sería fundamental para que los árabes confiaran en los británicos y ampliaran el ataque a los otomanos: la de Lawrence con Faysal, uno de los hijos de jerife.
Enseguida, ambos comienzan a intensificar los ataques contra el ejército turco. Conocedores de su inferioridad militar, Lawrence y Faysal se deciden por emprender una guerra de guerrillas que desgasta a sus enemigos y que, además, les hace ganar la admiración de otras tribus árabes, que se unen a ellos.
Ya en julio de 1917, la ofensiva árabe logró una victoria determinante: la conquista de Aqaba, uno de los puertos más importantes de la región, impidiendo su uso por los turcos para aprovisionarse.
A finales de ese mismo año, Lawrence realiza dos acciones que incrementarían su leyenda: disfrazado de árabe, logra infiltrarse tras las líneas enemigas para convencer a los sirios de que se unan a la revuelta.
Sin embargo, una de estas incursiones cambiaría su vida, sobre todo mentalmente. Es capturado por las tropas turcas que, al ver su aspecto (piel y ojos claros) lo confunden con un soldado circasiano desertor de su ejercito. El comandante que lo captura, en lugar de interrogarlo, se lo lleva para mantener relaciones sexuales con él.
Lawrence se niega por completo y la situación acaba de la peor de las maneras posibles: es torturado por los soldados y violado por el comandante. Aunque consiguió escapar (gracias a un médico, que apoyaba a los árabes), las secuelas psicológicas le durarían para siempre.
Ya de vuelta junto a su amigo Faysal, continúan con enfrentamientos contra los otomanos, consiguiendo victoria tras victoria. Al mismo tiempo, Lawrence servía de enlace con sus superiores británicos que, pensaba él, preparaban el futuro gobierno árabe de la región.
Cuando por fin, consiguen que los turcos se retiren, Faysal y el general británico Allenby se encuentran en Damasco y Lawrence y su amigo se encuentra con una sorpresa: Inglaterra y Francia ya habían decidido por su cuenta el futuro de Oriente Medio a través del Tratado Sykes-Picot, que divide entre las dos potencias coloniales la zona, sin espacio para un gobierno local.
Lawrence, que jura a Faysal que no conocía este acuerdo, pide dejar su cargo y vuelve a Inglaterra.
Sin embargo, no olvidó a los que habían sido traicionados. Intenta que el Tratado firmado no se aplique y ofrece nuevas posibilidades, como dividir Mesopotamia y Siria en tres, dándoles cada una de las partes a los hijos de Jerife y a Faysal la presidencia de Damasco.
Al no obtener respuesta afirmativa, intenta incluso que se encuentren Faysal y el Primer Ministro francés, pero también sin éxito. Desengañado, regresa a Oxford, donde escribe el libro que le haría famoso, Los Siete Pilares de la Sabiduría, sobre sus experiencias en Oriente Medio.
Años después (1921), Churchill lo convence de que vuelva a Egipto, en este caso para preparar la Conferencia de El Cairo. Pero ya no era lo mismo y se encontró con la incomprensión del anciano Jerife. Lawrence vuelve a su país a finales de es mismo año.
A partir de ahí, intenta continuar su carrera militar, incluso bajo seudónimo. Sin embargo, nunca consiguió adaptarse de nuevo. Su fama no le gustaba nada y le impedía trabajar como él quería.
Lo que si consiguió fue publicar varios libros, como “Revolt in the Desert”.
Lawrence muere en 1935, en un accidente de tráfico, sin conseguir volver a Oriente Medio. Desde entonces, en el cementerio en el que está enterrado se le recuerda con una estatua que viste, como no, ropas árabes.