Gamal Abdel Nasser
Pocos personajes hay en la historia contemporánea de Oriente Medio y del mundo árabe tan influyentes como Gamal Abdel Nasser, político egipcio que creo una ideología panarabista que rompía con la tradicional cultura religiosa de la región.
Nasser nació dentro de una familia humilde en la ciudad de Asiut. Eligió la carrera militar, ingresando en la Real Academia Militar en el año 1938.
Eran años difíciles para los egipcios. A pesar de que, oficialmente, el gobernante era el rey Faruk I, en realidad eran los británicos los que hacían y deshacían en el entonces reino. Además, existía en el país una oligarquía formada por terratenientes que controlaban absolutamente la economía, así como el Parlamento.
Los movimientos opositores comenzaron a aparecer en las primeras décadas del S.XX. Los había tanto religiosos, como los Hermanos Musulmanes, como laicos. De este tipo, precisamente, fue el movimiento que se formó en la Real Academia Militar en los años 40 y del que pronto formaría parte Nasser: la Organización de Militares Libres.
Estos militares editaban una publicación que se convirtió en todo un referente para los que querían cambiar la situación. “La Voz de los Oficiales Libres” definía claramente la ideología del grupo, exacerbando su nacionalismo, proponiendo la resistencia colonial, el establecimiento de una república laica y una inclinación hacia los principios que rigen el socialismo.
Este movimiento se vio acelerado cuando Egipto participó en la primera guerra árabe – israelí. El fracaso cosechado hizo que el cambio se precipitara y, en 1952 los militares, con Nasser a la cabeza, dan un golpe de estado casi sin oposición y destronan al rey Faruk.
En un principio Nasser permanece en un segundo plano, aunque era el que manejaba los hilos del nuevo gobierno. Los cambios sociales comenzaron pronto: se nacionalizan los latifundios y cualquier tipo de oposición es prohibida. Los Oficiales Libres declaran la República. Eso si, de partido único.
Nasser accede por fin al poder como primer ministro en 1954 y logra por fin su objetivo al firmar un acuerdo con los británicos que representa el fin del control mantenido por las Islas sobre el país. Con este triunfo y con una gran popularidad entre los egipcios, Nasser se proclama presidente dos años después.
Ya el año antes de que accediera al máximo cargo institucional, en 1955, Nasser se había convertido en una figura mundial tras su participación en la Conferencia de Bandung. Allí un grupo de países recién independizados comienzan a hacerse oír y el rais egipcio es su principal estandarte. Una de sus aportaciones es su oposición a la política de las antiguas potencias coloniales y de Estados Unidos, en la línea de la Organización de Países No Alineados. De hecho Nasser llega ser uno de los dirigentes de esta institución, lo que no le granjeo demasiadas simpatías entre los estados occidentales.
Con todo esto, su relación con occidente se va deteriorando, hasta el punto de que británicos y norteamericanos le retiran la ayuda dedicada a la construcción de la presa de Asuan, uno de sus principales proyectos. Esto da lugar a dos acciones del presidente que, al menos la segunda, pudo acabar muy mal para él: por una parte, Egipto comienza un acercamiento a la Unión Soviética, que será quien finalmente le ayude en ese proyecto. Esto era algo que, dada la ideología nasserista (socialista y panárabe), no extraño a nadie. Por otra parte, persiguiendo conseguir fondos para su política, nacionaliza el Canal de Suez, lo que trajo consigo la invasión del país.
Sin embargo, a pesar de que los atacantes (Francia, Gran Bretaña e Israel) estaban a punto de llegar a El Cairo, las dos superpotencias obligaron a que se retiraran, lo que Nasser vendió como una victoria.
En su política, marcada como decíamos por su orientación panarabista y socialista, podemos ver dos líneas políticas. La primera, su intento de unir a la nación árabe en una república común, no basada en la identidad religiosa, sino cultural. Esto tampoco le trajo las simpatías de los grupos ultrarreligiosos. Su intento más cercano al éxito fue la creación de la República Árabe Unida en 1958. Siria, Egipto y, en un principio, Yemen, crean una federación presidida por él. Un golpe de Estado en Siria, en 1961, dio al traste con este intento que, quizás hubiera cambiado la historia de toda la zona.
En el ámbito interior, continuó con su política de nacionalizaciones. Para ello los soviéticos, que vieron en él un buen aliado en la guerra fría con los Estados Unidos, le dieron apoyo financiero y militar, aunque en ocasiones Nasser se desmarcaba con gestos no demasiado del gusto de la Unión Soviética.
La mayor crisis del mandato de Nasser tuvo lugar en 1967. Una nueva guerra con Israel, tras impedir el gobierno egipcio que sus barcos navegaran por el golfo de Aqaba, trajo consigo la invasión hebrea del Sinaí y de Suez. Fue la Guerra de los Seis Días, que se saldó con una estrepitosa derrota de los árabes.
Nasser dimitió de su cargo, pero su popularidad seguía siendo muy alta. Así, la presión popular le hizo volver a la presidencia, que ya no abandonaría hasta septiembre de 1979, cuando un ataque al corazón acaba con su vida.