El Terrorismo Islámico
El surgimiento del terrorismo islámico tiene su origen en el ideal de liberación de territorios musulmanes en manos de Occidente. Cabe mencionar que la ubicación geográfica de los países islámicos (la antigua Media Luna Fértil) estuvo en conflicto desde el inicio desde la constitución misma del Islam.
El Corán, libro sagrado en el que se recogen las enseñanzas reveladas por Yibril (el Arcángel Gabriel) a Mahoma, considerado el último profeta, está compuesto por 114 suras (que no responden a una organización particular) en los que se detallan el modo en que debe vivir el musulmán. De acuerdo con el libro sagrado, el musulmán debe “La sumisión a Dios el Altísimo a través del Monoteísmo, la obediencia y el abandono de la idolatría», renunciando a todo tipo de politeísmo. De la misma manera, la Yihad o Guerra Santa constituye un elemento esencial para comprender el carácter teocrático y violento de la conquista dispuesta a la conversión o eliminación del Infiel; la lucha armada fue denominada “sendero de Alá” y es a través de ella el musulmán alcanza la trascendencia divina.
Mahoma mismo participó en decenas de batallas en nombre de la Yihad que se instituyó como el modo natural de expansión del Islam que en menos de 100 años logró dominar la Península Hispánica; Aún así, la violencia y la muerte innecesarias son injustificadas, de allí la importancia que existe en la interpretación de El Corán. El musulmán fue llamado a combatir en contra del judaísmo y el cristianismo, por considerarlas doctrinas que no se someten a Dios y es en su nombre y dentro de esa lucha en que la muerte está aceptada y promovida: « Combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar y se rinda todo el culto a Alá. Si cesan, Alá ve bien lo que hacen » ; « Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociadores dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes!… » La ortodoxia islámica, impartida en todas las universidades de los países islámicos, no ha variado desde la Edad Media, siglo XI, aproximadamente, y los intentos por renovarla han fracasado.
Entre los teorizadores del Islam, a principios de siglo XX surgieron dos figuras determinantes que influyeron tanto en el islamismo moderado como fundamentalista.
Hasán al Banna, egipcio, maestro en varias organizaciones religiosas, cuya ideología se fundamentó en alentar el bien y censurar activamente el mal, promoviendo la conservación de los principios islámicos. A este activista se debe la fundación de Organización de los Hermanos Musulmanes en 1928. Esta organización se extendió rápidamente por Medio Oriente cuyas difusiones abogaron por la implantación de gobiernos basados en las enseñanzas de El Corán.
Otro de los teorizadores fue Sayid Qutb, egipcio, estuvo preso por pronunciarse en contra de Nasser y fue en prisión en donde escribió su obra fundacional ‘Mualim fil tariq’ (Hitos en el camino, 1964). Posteriormente fue fusilado en 1966.
El pensamiento de Qutb y Banna se desarrolló en más de 60 países en menos de un siglo, influyendo en partidos políticos islámicos, moderados y radicales.
Aun así, existen diferencias marcadas entre estos dos teorizadores, el primero habla de un Islam dormido en las almas de los musulmanes y de la necesidad de recuperarlo a través de la predicación. En tal sentido, culpa a las potencias occidentales de haber colaborado en la decadencia de los países musulmanes. El segundo, con una postura más radical e intransigente, influyó en las organizaciones terroristas.
El legado de estas ideas se encuentran organizaciones tales como: partido ‘Justicia y Desarrollo’ en Marruecos, Hamas de Palestina, Yamaa al Islamiya, en Egipto, la red terrorista Al Qaeda cuya figura principal es Osama Bin Laden.
Otro importante teorizador islamita fue Mustafá Sukhri, líder del movimiento “Anatema y Exilio”, grupo surgido en la década de los setenta, que consiste en un rechazo absoluto de las leyes del estado impío, esto es, todo estado musulmán que no estuviese conforme a la Sharia . Las organizaciones terroristas contemporáneas también se inspiraron en esta ideología extrema.
Las columnas fundamentalistas defienden, no sólo la conversión de los infieles, sino el cumplimiento de la Sharia o Ley Musulmana inspirada en El Corán, que es el cuerpo del Derecho Islámico, germen de las leyes humanas. El problema se suscita al intentar diferenciar esta ley de la jurisprudencia. El mayor o menor medida, esta ley es respetada por todos los musulmanes, y en ciertos casos radicales, se instituyen como legislaciones estatales.
En relación con el terrorismo islámico, también suele hablarse de un choque de civilizaciones, entendiendo que para los musulmanes la lucha contra Occidente, que no cesó de ocupar sus territorios y que en ocasiones colaboró con su causa, sobre todo en el marco de la Guerra Fría (ver Invasión a Afganistán), no deja de ser un combate religioso que tiene a la Yihad en el centro de sus motivaciones, de allí que todo intento reformador o moderado fuera tildado de secularizador o laicitante.
Aún así, este enfrentamiento de civilizaciones tiene varias vertientes: entre otras, la económica, Estados Unidos y otros países tienen intereses en territorios musulmanes, y por otro político y social: el triunfo de la Yihad islámica, iniciada con Mahoma, no deja de representar un peligro para Occidente.