Ataque de Israel a la Central Nuclear iraquí de Osirak
Uno de los momentos más tensos en las tumultuosas relaciones entre Israel y los países árabes se vivió el 1981, cuando el reactor nuclear iraquí de Osirak fue destruido por la aviación israelí en un ataque preventivo.
Antecedentes
Desde su llegada al poder, Saddam Hussein se mostró interesado por conseguir que Irak entrara en el club nuclear, sobre todo ante las sospechas de que Israel ya había conseguido fabricar sus propias bombas atómicas.
Los iraquíes habían intentado ya comprar un reactor nuclear a los franceses en 1974. En principio, el Irak de Saddam había firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear cuatro años antes y siempre había señalado que sus intenciones eran la de utilizar la energía nuclear con fines pacíficos.
Sin embargo los israelíes nunca se quedaron tranquilos con esta explicación. Su intranquilidad creció aún más cuando, en 1977, se creó un Centro de Investigación Nuclear a unos pocos kilómetros de Bagdad. El reactor con el que estaba equipado, de 40 megavatios, era igualmente de origen francés y fue llamado Osirak.
Los franceses también proporcionaron uranio enriquecido para el reactor, así como la asistencia técnica necesaria para ponerlo en marcha.
A pesar de que Irak siempre autorizó las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y de la supervisión permanente de los ingenieros franceses, Israel nunca confió en un reactor que estaba muy cerca de sus fronteras y en posesión de un Estado que nunca había llegado a firmar la paz con ellos.
Además, según Israel, ese tipo de reactor no era nada útil para los usos que los iraquíes declaraban. Según ellos, la compra del mismo solo podía significar que Irak pretendía transformar el uranio en plutonio-239, con el fin de fabricar bombas,
Frente a la postura de Israel, lo cierto es que los científicos franceses negaban que se estuviera haciendo esto. De hecho, certificaron que el uso del material vendido a Irak estaba restringido a fines pacíficos y que cualquier desviación significaba que cesarían de suministrarlo.
Por otra parte el contexto internacional era muy diferente al actual. En ese momento Irak estaba en plena guerra con su vecino iraní. En esa ocasión, Estados Unidos apoyaba a Saddam en el intento de que la revolución islámica iraní no siguiera ganando poder. Por esto, ante el ataque de Bagdad a los iraníes, todo el apoyo logístico se lo quedó el régimen baasista iraquí.
El problema era que Israel, a pesar de esto, no confiaba para nada en Saddam Hussein y, aunque preocupado por la situación en Teherán, las ansias expansionistas de Bagdad aún lo tenían más preocupado.
El ataque
Por esto, y a pesar de que las posibles armas nucleares iraquíes estaban muy lejos de ser construidas, ni iraníes ni israelíes estaban dispuestos a darle mucho tiempo.
Ambos coincidían en la necesidad de destruir las instalaciones antes de que el reactor estuviese en funcionamiento, con el fin de que no hubiera ningún tipo de contaminación nuclear.
De esta forma, el primero que intentó acabar con la planta fue Irán. El 30 de Septiembre de 1980, poco después del comienzo de la guerra, dos cazabombarderos intentaron destruir el reactor, pero con escaso éxito.
Israel, mientras tanto, mantenía un serio debate acerca de la oportunidad de lanzar su propio ataque. El Primer Ministro Begin era partidario de hacerlo cuanto antes, pero contaba con opositores dentro del gabinete.
Sin embargo, en el mes de junio de 1981, la Inteligencia hebrea declaró que el reactor estaría operativo y funcionando en apenas unas semanas y dijo nuevamente que sería utilizado para crear bombas nucleares. Esta gota final rebalsó el vaso y convenció a Begin.
Finalmente entonces, el 7 de Junio fue el día en que Israel comienza el ataque. 14 aviones sobrevolaron Jordania y Arabia Saudí, para poder llegar a territorio iraquí. Con el ataque se destruyó el reactor rápidamente, provocando simultáneamente el deceso de un técnico de origen galo.
Reacciones
El ataque preventivo israelí concitó las críticas de numerosos países, incluyendo las de su tradicional aliado estadounidense. El Consejo de Seguridad de la ONU emitió una resolución condenando el ataque, aprobando una «fuerte condena del ataque militar por parte de Israel en una clara violación de la Carta de las Naciones Unidas y de las normas de conducta internacional». (S/RES/487).
Dentro de Israel también fue criticada por los partidos más a la izquierda, que apuntaron que las elecciones generales que se iban a celebrar muy pronto eran las verdaderas causas de la operación militar, aunque admitía que el reactor era un peligro para el país.
Uno de los lideres tradicionales de la izquierda israelí, Simon Peres, recientemente elegido presidente del país ha sido también crítico con el ataque hasta el día de hoy. Peres apunta que, pese a la efectividad de la misión, esta contribuyó a que Irak se volviera más cauto con sus planes, provocando que las armas que desarrollaría después fueran más difíciles de localizar.
Lo cierto es que la destrucción de las instalaciones supuso un paso atrás muy serio para los planes de Saddam. Francia no quiso volver a reconstruir el reactor y, finalmente, toda la planta fue cerrada por la OIEA, que se encargó de su supervisión.