El Mesolítico
El Mesolítico, término acuñado por John Lubbock en 1865, para referirse a la “edad media de la piedra” es un período dentro de la Prehistoria que abarca aproximadamente desde el año 10.000 antes de Cristo, hasta el 5.000 antes de Cristo, en el que se produce la lenta transición del Paleolítico al Neolítico, variando según las regiones. También se lo conoce como Epipaleolítico, vocablo que fue acuñado en el siglo XX, y que se usa como sinónimo entre los anglosajones, mientras que para los franceses, el epipaleolítico es el cambio por el cual se pasa de una economía depredadora a una productiva y agrícola, no por sí mismos (que sería el caso del mesolítico) sino por influencias de otras culturas ya evolucionadas.
El primer lugar que inició el Mesolítico fue el Cercano Oriente, tardando más en llegar al sur de Europa, a Escandinavia y a América del sur.
Uno de los grandes motivos fue el factor climático, pues al terminar las glaciaciones, el clima menos frío les permitió comenzar con la recolección de frutos, moluscos y explotación de bosques, comenzándose a dejar de lado al menos como actividad primordial, la caza, ya que los grandes mamíferos, propios de los climas fríos, que subsistieron (el mamut por ejemplo se extinguió) emigraron hacia el norte en busca de las condiciones de temperaturas bajas que habían perdido. Pero junto al derretimiento de los hielos, se produjo el aumento del caudal de los mares y las consiguientes inundaciones.
Si bien no se abandonó la vida nómade, en los lugares donde la naturaleza brindaba recursos, se comenzaron a verificar asentamientos, como en las costas europeas y en Asia Occidental.
Se siguieron usando el hueso y el asta, pero para el trabajo con madera se comenzaron a emplear hachas, mazos y picos. Se comenzaron a fabricar trineos y canoas, y el perro fue domesticado con fines de caza. Prevaleció la cultura de concheros (consumo de caracoles y conchas). Surgieron las primeras aldeas y cementerios.
El arte rupestre comenzó a hacerse al aire libre, como en el Levante español, donde las figuras humanas ya aparecen diferenciadas por sexo y en expresiones dinámicas como danzas o luchas, haciéndose cada vez el arte, menos figurativo y más abstracto.