El Imperio Inca
Los incas fueron un pueblo conquistador, que lograron ocupar una extensión territorial sumamente importante, ubicada desde las sierras del sur de la actual Colombia hasta el norte de Chile y de la Argentina, y desde la costa del Océano Pacífico hasta el este del valle del río Amazonas, constituyendo así un poderoso imperio, aproximadamente en el año 1430, al que llamaron Tahuantisuyo, cuyo significado es “las cuatro partes del mundo”, pues estaba dividido en cuatro regiones, gobernadas por los apos (Chichansuyo, Cotisuyo, Antisuyo y Collasuyo) que a su vez se fragmentaban en provincias, cuyos jefes eran los tutricuts.
De los pueblos conquistados, a los que llamaban “mitimaes” o “mitimacunas”, obtenían ingresos importantes a través de tributos, pagados en especie. También aprovecharon sus características culturales, las que adoptaron, como por ejemplo, el arte de fundir y labrar el oro, la plata, el bronce y el cobre.
Entre los pueblos conquistados estaba la cultura chapín, ubicada en el norte de Perú que habían adquirido amplios conocimientos de agricultura, astrología e ingeniería. Los mochicas y chimú dedicados a la agricultura y a la ganadería, asentados en la costa norte de Perú, y en la costa sur estaban los nazca, dedicados fundamentalmente a la cerámica, y a la agricultura de riego por canales. En Bolivia, conquistaron a los Tiahuanaco y a los Huari, sociedades militarizadas y con gran desarrollo agrícola, arquitectónico y artístico.
La máxima autoridad imperial era el Inca, en un sistema de gobierno al que podemos calificar de monarquía teocrática, ya el Sapa Inca era considerado hijo del sol, con poderes absolutos, siendo el primero, Manco Capac, al que consideraban un dios, que gobernaba ayudado por gobernadores y jefes locales, denominados curacas.
El último Inca de un total de trece, fue Atahualpa, cuyo poder fue arrasado por la conquista española.
El Inca era asesorado por un consejo de Estado, integrado por nobles y sacerdotes.
La capital del imperio estaba erigida en Cuzco, en un valle situado a 3.400 m. a nivel del mar, con características organizativas de gran complejidad. Poseía barrios, grandes almacenes de granos, depósitos y un complejo sistema de riego, con importantes templos y construcciones militares a las que conocían con el nombre de pucarás. Con fines religiosos y militares construyeron en esa ciudad, Machu Pichu, a una altura elevadísima.
La economía era fundamentalmente agrícola, basada sobre todo, en el cultivo de papa y maíz, aunque en total, conocieron ochenta variedades de especies vegetales, entre las que podemos nombrar además de las ya citadas, zapallo, porotos, mandioca, ají y algodón.
Inventaron una curiosa técnica de cultivo, llamada terraza, que consistía en construir sobre las laderas de las montañas, peldaños largos y angostos, a los que fertilizaban con algas y guano (excremento de aves marinas) sostenidos con piedras, con el objetivo de que allí se retuviera la tierra fértil.
Como era una región muy árida, debían aprovechar el agua al máximo, y así, la proveniente de la lluvia o del riego, iba filtrándose desde los peldaños superiores hacia los inferiores, sin desperdiciarla.
Colocaron en las montañas losas verticales, para condensar las gotas de rocío, que luego servía, al caer, para humedecer el suelo.
Construyeron, además, canales de riego, que conducían el agua desde los arroyos, a los que cubrían con enormes bloques de piedra, para impedir que los animales los destruyeran.
Como forma de cazar empleaban el chacu, que significa, atajar, y que implicaba sentar reglas para realizar la apropiación de animales, en forma discriminada, ya que estaba prohibida la cacería privada.
Se realizaba anualmente, luego de la época de cría, pero rotando las zonas, ya que en cada área, no podía realizarse antes de los cuatro años.
Los cazadores penetraban en los bosques y formaban un círculo alrededor de los animales. Algunos de ellos eran esquilados y se los dejaba libres, otros, previa selección, eran destinados a servir de alimento.
Una de sus máximas riquezas eran las alpacas y las llamas, a las que domesticaron, y de las cuales obtenían la lana, que se hilaba y tejía en los ayllus y se aseguraba así la vestimenta de todos.
Son famosos los llamados “caminos del inca”, construidos para facilitar el desplazamiento de los ejércitos. Contaban con lugares de descanso de las tropas que recibían el nombre de postas o tambos. También se usaban para redistribuir los alimentos entre los poblados.
Su lengua era el quechua y su divinidad suprema era Inti, el sol, en cuyo honor construyeron un gran templo en Tiahuanaco. Otro de sus dioses importantes era Viracocha, creador del universo. Como forma de culto le ofrendaban sacrificios de humanos y animales.
La organización social, de una población aproximada a los 10.000.000 de habitantes, era encabezada por la nobleza, entre la cual se diferenciaban la nobleza real incaica, formada por el Inca y su familia y los nobles de las provincias.
Le seguían en jerarquía, los artesanos y funcionarios menores. El anteúltimo escalón se basaba en la agrupación de los campesinos (hatunruna) con antepasados comunes, en los ayllus, que contaban cada uno de ellos con porciones de tierra, que adquirían pero no en propiedad, sino que era asignada por los jefes locales o curacas para ser trabajadas en forma colectiva, y por cuyo uso debían pagar tributos (impuestos) en especie.
Lo más bajo de la pirámide social era ocupada por los yanas o yanaconas, que integraban el ayllu, pero que ejercían tareas serviles en casa de los nobles (tareas domésticas).
Otro servicio personal exigible era la mita, que consistía en labores de utilidad pública, en las minas, el ejército y las construcciones de uso público, que debían realizar los hombres casados, cuyas edades estuvieran comprendidas entre los 18 y 50 años.
Con los productos obtenidos mediante los tributos se mantenían el Inca, su familia, el resto de los grupos privilegiados, las expediciones militares y el culto de los dioses.
Sin embargo, a pesar de ser una sociedad jerarquizada estaba basada en vínculos de redistribución y solidaridad, ya que los bienes tributados, eran almacenados en depósitos reales, donde eran inventariados, o sea contados mediante un sistema a base de nudos, de dimensiones y colores diferenciados, realizados en tiras de cuero, llamado quipu, por funcionarios especializados, y luego comunicado al Inca, quien los redistribuía en aquellas poblaciones que habían tenido malas cosechas, descontando lo que se necesitaba para el pago de los demás gastos enumerados en el párrafo anterior.
La conquista española terminó con su desarrollo cultural, para imponer la forma de vida y la religión de los conquistadores.