Los puritanos
Durante el reinado de Enrique VIII (1509-1547), Inglaterra abandonó el catolicismo y adoptó la religión protestante, camino que prosiguió y definidamente instituyó su sucesor, Eduardo VI, quien en 1550 adoptó la fe protestante. Sin embargo María I, hermana de Eduardo VI, que gobernó entre 1553 y 1558, adoptó nuevamente el catolicismo. Persiguió duramente a los protestantes, que debieron exiliarse en Suiza y Alemania, y contrajo enlace con Felipe II, de España.
El 17 de noviembre de 1558, a la muerte de María, el trono inglés fue ocupado por su hermana, Isabel, de religión protestante, que reprimió a los católicos no solo de Inglaterra, sino también de Irlanda y apoyó a los protestantes de Francia y los Países Bajos que se habían rebelado contra España, gobernada por Felipe II.
A la muerte de Isabel, en 1603, comenzó la dinastía de los Estuardo, llegando al poder, Jacobo I (1603-1625).
La Iglesia de Inglaterra, anglicana, es una combinación de la católica, aunque no católica romana, y la protestante, no aceptando la autoridad de Papa.
En el siglo XVII, los puritanos iniciaron una tarea de reforma de esa institución para adecuarla a su credo.
Según los puritanos, Dios está por encima de cualquier otro poder, sustentándose algunos, en la teoría de la predestinación de Calvino.
Se imponía una vida sencilla, privada de lujos, para agradecer a Cristo, por haberles otorgado su perdón.
Los puritanos se clasificaban en aquellos llamados congregacionalistas o independientes, que apoyaban la existencia de iglesias locales independientes entre sí, bajo la autoridad de quien se hallaba a cargo de cada parroquia, y los presbiterianos, denominación que proviene de la palabra griega, presbíteros, cuyo significado es “anciano”.y que ponía en manos de los presbíteros la conducción eclesiástica, basado en la mención de Evangelio, que les asignaba esa misión.
Juan Knox, fundador de la rama presbiteriana, impuso la idea de la obligación divina de oponerse, contra el despotismo de los crueles monarcas, imponiendo la superioridad de Dios sobre los poderes terrenales, dando por tierra con el ideal del absolutismo monárquico, de que el poder provenía de Dios y era incuestionable.
Jacobo I, continuó su política persecutoria contra los católicos, pero le añadió la de los puritanos, que se mostraban partidarios del sistema parlamentario, en contra del absolutismo monárquico.
Durante la monarquía de Carlos I (1625-1649) se produjo la protección a los católicos, lo que no fue bien visto por el Parlamento, por lo cual este organismo fue disuelto, aunque luego por necesidad de recursos motivada por la rebelión religiosa de los perseguidos en Escocia (1638) fue restablecido en 1640, y nuevamente cancelado, cuando se negaron a apoyarlo, para volver a imponerlo, ante la notoria debilidad del poder del monarca.
Esta circunstancia fue aprovechada por los partidarios de la monarquía parlamentaria, en su mayoría puritanos, quienes, bajo el liderazgo de Cromwell se apoderaron de Londres, en el año 1649. Carlos I, fue decapitado.
Durante el mandato del puritano Cromwell, la lucha contra los católicos irlandeses se hizo implacable, imponiéndoles restricciones religiosas y cívicas.
En 1665, durante el reinado de Carlos II (1660-1685) se persiguió a los puritanos a tal punto, que muchos emigraron hacia el actual territorio de Estados Unidos o Nueva Inglaterra, donde se impuso esta religión, traída por esos extranjeros que se en su fanatismo, se creían enviados de Dios, para fundar, en virtud de un pacto celebrado con el Creador una nueva Jerusalén en América, donde Dios sería la principal autoridad en cuestiones celestiales y terrenales.