La estructura de gobierno en las trece colonias de Estados Unidos
Todas las colonias inglesas de Norteamérica acabaron teniendo una estructura de gobierno sumamente similar, a pesar de que algunas de ellas eran reales, otras de varios propietarios y otras de compañías privadas. Dicha estructura consistía en un gobernador, un consejo –que actuaba como la cámara alta del poder legislativo- y una asamblea legislativa. Es así en todas las colonias, a excepción de Rhode Island y de Connecticut, donde el poder legislativo era elegido, el gobernador era nombrado por la corona –o el propietario de la colonia- y poseía, al menos en teoría, amplios poderes.
El gobernador era la cabeza del gobierno, el representante oficial del rey y el jefe de las fuerzas armadas. Entre sus competencias estaban la de convocar y disolver la asamblea, vetar sus leyes y nombrar cargos inferiores. A pesar de que –en teoría, como decíamos- parecía tener enormes poderes, su autoridad estaba en la práctica bastante limitada. Muchos le consideraban un extraño, y debía pugnar constantemente con las asambleas coloniales cuestiones como las asignaciones, e incluso su propio salario.
Las asambleas eran electivas en todas las colonias, y eran verdaderamente representativas o, al menos, mucho más representativas que el Parlamento británico de aquella época. Sólo votaban los propietarios, pero eran propietarios, en realidad, entre el 50 y el 80 por ciento de los varones adultos blancos. Imitando el ejemplo de la Cámara de los Comunes contra los Estuardo, estas asambleas coloniales pronto aprendieron a usar su control del dinero para robarle prerrogativas a los gobernadores. A comienzos del siglo XVIII, habían alcanzado de esta manera un nada despreciable grado de autonomía, sobre todo en los asuntos locales.
Las estructuras institucionales de gobierno reflejaban las diferencias económicas y sociales de las diversas colonias. Por ejemplo, en Nueva Inglaterra la autoridad sobre los temas locales era competencia de las asambleas ciudadanas, en la que todo hombre libre disfrutaba de derecho a voto. La causa es que esta colonia disfrutaba de unos asentamientos bastante compactos y bien organizados, lo que facilitaba este tipo de órganos de autogobierno. Así, cuando estos habitantes abandonaron Nueva Inglaterra para ocupar nuevas tierras, llevaron consigo su tradicional sistema de gobierno municipal, que en la actualidad, incluso, sigue sirviendo como foro para decidir acerca de los asuntos locales en muchas partes de los Estados Unidos.
En las colonias del sur no triunfó, sin embargo, este sistema de democracia directa. La entidad administrativa y judicial básica era allí el tribunal del condado, que estaba formado por jueces de pez que nombraba el gobernador. Éste también nombraba al sheriff, primer mandatario del condado, que estaba encargado de mantener la paz, recaudar impuestos y supervisar el correcto desarrollo de las elecciones.
No existían aún partidos políticos, pero sí posiciones sectarias y controversias, a veces bastante fuertes, sobre diversos temas. Una de las más graves desembocó en la Rebelión de Bacon, en Virginia, en el año 1676. Cuando los encuentros con los indios se hicieron allí más dramáticos, muchos plantearon la necesidad de expulsarlos y expandir los límites del territorio del condado. Nathaniel Bacon, un exitoso plantador que había llegado de Inglaterra, levantó un ejército de voluntarios que finalmente, en vez de luchar contra los indios, acabó marchando sobre Jamestown y tomando el poder. La rebelión fue finalmente sofocada por el legítimo gobernador, William Berkeley, que recuperó el poder y ejecutó a treinta y siete rebeldes.