La fundación de Massachusetts
El año 1629 marcaba el punto de inicio de lo que sería una nueva, y exitosa, aventura colonial. El rey Carlos I otorgaba una nueva cédula a la Compañía de la Bahía de Massachusetts, una entidad que había pasado a estar controlada por un grupo de eminentes puritanos.
Al contrario que en otros casos, aquí era la religión la principal fuerza que movía a los promotores del viaje. Como futuro gobernador de la nueva colonia, escogieron a John Winthrop, abogado y terrateniente, así como ferviente puritano. El objetivo de los colonizadores era trasladarse a Nueva Inglaterra para establecer allí una comunidad bíblica que se sustentara, únicamente, en las creencias puritanas, y que estuviera gobernada de una forma eclesiástica y estatal que satisficiera sus aspiraciones, y que sirviera a su vez como modelo para el futuro.
La migración que impulsaron fue el mayor éxodo de la historia de Inglaterra durante el siglo XVII. Diecisiete fueron los barcos botados en 1630 para llevar a casi mil colonos a la bahía de Massachusetts. En los siguientes años les siguieron otros veinte mil. Al contrario que en la colonización de Chesapeake, los colonos no eran gentes acomodadas, y llevaban consigo a sus familias y a sus pastores. No emigraban de forma individual; sino como parte de grandes congregaciones.
Se puso una gran insistencia en que el poblamiento se llevara a cabo de una forma ordenada y reglamentada. En 1630 establecieron Boston y media docena de ciudades a la orilla de la bahía, y poco después diseñaron otro círculo de asentamientos unos treinta o cuarenta kilómetros tierra adentro. Diez años después de su llegada habían creado ya más de veinte ciudades. Aunque pequeñas, marcaban un claro contraste con el modelo de granjas dispersas implantado en Virginia.
En cuanto a su organización política, los dirigentes de la nueva colonia pensaban que el pueblo llano no debía participar en las cuestiones del gobierno. Creían que la autoridad debían ejercerla aquellos que habían sido escogidos por Dios. Sin embargo, y exceptuando los primeros años, nunca se dio un control absoluto por parte de la oligarquía, debido fundamentalmente a las quejas que pronto surgieron contra un gobierno demasiado autoritario. En 1632 ya los hombres libres obtuvieron el derecho a elegir a su gobernador, y dos años más tarde, también a las Cortes.
En cualquier caso, el gobierno legislativo no debilitó el control puritano ni el carácter marcadamente religioso de la comunidad recién creada. Massachusetts, sin ser una teocracia, mantenía unos lazos de unión entre Iglesia y Estado mucho más fuertes que el resto de las colonias. Los predicadores puritanos alcanzaban una influencia enorme, los políticos consultaban a los teólogos de forma habitual, la principal obligación del Estado era proteger la religión, se recaudaban impuestos especiales para mantener a los sacerdotes, y las leyes obligaban a la asistencia a los ritos religiosos con toda la dureza posible.
Por supuesto, no existían leyes de tolerancia hacia otras religiones, como sí las había en otras colonias. De hecho, esta marcada intolerancia de Massachusetts alentó la creación de otros asentamientos a lo largo de Nueva Inglaterra, impulsados por muchos que habían sido expulsados de la colonia puritana.
Curiosamente, Massachusetts es hoy en día es uno de los estados más liberales de los Estados Unidos.