La Era Victoriana
La reina Victoria asumió el trono de Inglaterra sucediendo a su tío Guillermo IV en 1837, siendo la cabeza de la monarquía constitucional, extendiendo su poder hasta el 22 de enero de1901, fecha de su deceso.
Coincidió su reinado con el auge de la Revolución Industrial, y el desarrollo del liberalismo, siendo un período muy próspero aunque se inició con epidemias de tifus y cólera.
En esta etapa, se sancionó una nueva ley electoral por la cual accedieron al sufragio un 4 % más de la población (pudieron votar los que pagaran más de 7 libras de alquiler) se abolió la Ley de Navegación y las leyes protectoras de la agricultura. Se extendió la red de ferrocarril, la clase media logró ascenso social; en Literatura se combinaron el realismo y el idealismo, y se tomó conocimiento del pensamiento de Darwin.
El poderío naval inglés se sustentó en duplicar el tonelaje de buques de guerra con respecto al país que le siguiera en importancia. Este hecho, junto con la expansión de la red de ferrocarriles, permitió a Inglaterra consolidarse como la principal potencia mundial de la época.
Entre 1830 y 1865 la política exterior estuvo a cargo de Lord Palmerston que se ocupó de la seguridad y del desarrollo comercial. Durante su mandato, se llevaron a cabo importantes reformas que permitieron la modernización de la economía y la sociedad británica.
El Primer Ministro Disraeli, que se desempeñó entre 1874 y 1880 logró arrebatar China a los turcos, obteniendo un lugar estratégico en el Mediterráneo Oriental, adquiriendo secretamente las acciones mayoritarias del Canal de Suez. Esta adquisición fue de vital importancia para el comercio británico, ya que permitió un acceso más rápido y seguro a las colonias en Asia y África.
En el año 1877 se instituyó el Imperio Británico, siendo Victoria proclamada como emperatriz de la India. Este hecho marcó el inicio de una nueva etapa en la historia británica, caracterizada por la expansión imperialista y el dominio de vastos territorios alrededor del mundo.
En la era victoriana sucedió la llamada cuestión de Irlanda, donde los irlandeses eran perseguidos sobre todo por su religión católica. Los movimientos nacionalistas irlandeses fracasaron y las malas cosechas los sumieron en la pobreza. En 1869, el ministro Gladstone mejoró la situación social de los irlandeses, suprimiendo el diezmo que debían aportar a la iglesia anglicana, y mejoró la situación de los arrendatarios.
Para evitar que Francia, Alemania e Italia ocuparan zonas estratégicas, los ingleses se apoderaron de numerosos territorios en África. Este proceso de expansión territorial, conocido como la «Carrera por África», permitió a Inglaterra controlar vastas regiones ricas en recursos naturales, lo que contribuyó a consolidar su posición como la principal potencia económica y militar del mundo durante la era victoriana.