La dinastía Plantagenet
La dinastía de los Plantagenet, que reinaría en Inglaterra entre los años 1154 y 1399 tiene su origen en el condado de Anjou, cuyos condes están documentados hasta el siglo X. El nombre Plantagenet proviene de Godofredo de Anjou (1113-1151), que decoraba su sombrero con una planta que los franceses llaman genet. Esta dinastía también ha sido conocida con el nombre de Casa de Anjou o Angevina.
Fulco el Rojo (898-941), cuya madre era nieta de Carlomagno, expandió sus dominios hereditarios y fundó el condado de Anjou en torno al 930, manteniendo una continua guerra con los normandos por conservarlo. Desde 1060, no obstante, se produce un cambio de dinastía en el condado por motivo de la muerte de Godofredo sin descendencia, pasando la titularidad a su sobrino Godofredo de Gatinais.
Desde el siglo XI, la casa de Anjou se convierte en una de las más importantes del norte de Francia, rivalizando incluso con las casas de Normandía, Capeta y de Blois. Pero su salto al trono inglés deberá esperar a mediados del siglo XII.
Enrique I, cuarto hijo de Guillermo el Conquistador, aprovechó la marcha de su hermano Roberto (de mayor edad) a la Cruzada en Tierra Santa para, a la muerte de Guillermo II en 1100, sucederle en el trono. Cuando Roberto regresó, se enfrentó a él y fue derrotado (1106), por lo que la corona se consolidó en manos de Enrique. Tuvo dos hijos, Matilda, la mayor, que casó con el emperador alemán Enrique V, y posteriormente (a la muerte del emperador) con Godofredo V de Anjou, en 1125. Guillermo, segundo hijo, que murió siendo un adolescente en 1120.
La falta de herederos varones provocó una crisis sucesoria, a la muerte de Enrique I en 1135. Un sobrino de este, Esteban de Blois, logró hacerse coronar, cuando Matilde también había reclamado el trono. Desde Anjou, la condesa consorte cruzó el estrecho apoyada por un ejército y se enfrentó a Esteban en la batalla de Lincoln (1141) en la que derrotó a las fuerzas del rey. Pero más tarde las tornas se volvieron contra ella, viéndose forzada a huir a Francia en 1148. No obstante, el reinado de Esteban I fue desafortunado por la muerte de su heredero, y el genio de su próximo rival.
Era el hijo de Matilde, y se llamaba Enrique. Cruzó el estrecho al mando de un ejército en varias ocasiones, pero no fue hasta 1153 que tuvo éxito, logrando de Esteban, cuyo único hijo había muerto, el derecho de sucesión. Esteban murió en 1154, e inmediatamente, Enrique fue entronizado en Westminster, como Enrique II. El hijo de Godofredo V de Anjou, de la familia Plantagenet, se convertía así en rey de Inglaterra.
El reinado de Enrique II fue a la par brillante y turbulento. Inició una reforma legal orientada a agilizar la impartición de justicia, y puso orden entre las baronías que llevaban eximiéndose de sus obligaciones feudales desde el reinado de Esteban. El conflicto con su esposa Leonor de Aquitania y sus hijos (aliados a Felipe Augusto de Francia), además del que le enfrentó al arzobispo de Canterbury, Thomas Beckett, fueron los puntos negros que agriaron su existencia. Murió enfermo y perseguido por su heredero, Ricardo, en Chinon (Francia) en 1189.
El reinado de Ricardo Corazón de León (1189-1199) fue breve y anodino. Marchó a la Tercera Cruzada, dejando de lado los asuntos ingleses, y volvió sin haber logrado recuperar Jerusalén, a pesar de haber demostrado ser un líder militar de genio. Fue herido durante el asedio del castillo de Chalus (Francia), muriendo por la herida días después.
Su hermano Juan I Sin Tierra (1199-1216) fue elevado al solio regio. Es recordado por su escasa combatividad, y su pérdida de patrimonios territoriales en Francia (de lo que le viene su nombre). Mantuvo duros enfrentamientos con el Papado que lo llevaron a ser excomulgado. Los nobles del reino le obligaron a firmar la Carta Magna en 1212 después de sus desastrosas empresas en Francia, un texto en el que limitan su poder sobre los asuntos fiscales, lo que suponía no poder gravar al reino con nuevos impuestos. Cuando Juan se retractó en 1215, los barones se aliaron a Luis VII de Francia, que fue derrotado por Guillermo el Mariscal cuando invadía la isla. Fue sucedido por su hijo Enrique.
En adelante, la dinastía Plantagenet se consolidó durante los reinados de los reyes Enrique III, que tuvo un dilatado gobierno de cincuenta y seis años (1216-1272), Eduardo I el Zanquilargo (1272-1307), especialmente conocido por su gran combatividad, Eduardo II (1307-1327), y Eduardo III (1327-1377), rey especialmente fructífero en la guerra contra los franceses, a los que su hijo Eduardo (El Príncipe Negro) derrotó en la batalla de Crecy (1346).
Ricardo II (1377-1399) enfrentó un reinado muy conflictivo, desafiando inútilmente al Parlamento por su carácter autoritario, siendo finalmente desposeído de su corona por los nobles a los que llevaba hostigando durante todo el reinado, y muriendo en prisión.
De tal modo, fue sucedido por Enrique IV de Lancaster, que ponía fin a la línea directa de los Plantagenet.