La Dinastía Estuardo
De origen noble escocés, la dinastía de los Estuardo reinó en Escocia desde 1371 a 1714, y en Inglaterra, a través del ascenso de Jacobo I, desde 1603 hasta la proclamación de la República en 1649 y de 1660 hasta 1688.
El origen de esta familia (Stuart) se remonta a los mayordomos de Palacio existentes en la Alta Edad Media quienes se ennoblecieron en virtud de su proximidad con el rey. El primero de los Estuardo, Flaald I , fue Senecal de la Corte de la Bretaña francesa durante el siglo XI. A partir de 1557 el título fue atribuido hereditariamente para sus descendientes.
Llegan a la corona de Escocia por emparentarse con la familia real de los Bruce. Roberto II de Escocia asciende por primera vez al trono en 1371. Hijo del sexto Alto Administrador de Escocia y Marjorie Bruce, hija de Roberto I, gobernará el trono escoses hasta su muerte. A partir de 1390 la corona fue cedida a su hijo, Roberto III quien mantuvo el trono hasta 1406, año de su deceso y traspaso a su hijo Jacobo I.
Jacobo I fue educado en Windsor, capturado por los ingleses cuando escapaba de Escocia por temor a ser asesinado. Cuando éstos pidieron el rescate, Roberto III, quien estaba a cargo de la regencia, no se preocupó en el rescate de su sobrino, por el contrario, sólo se procuró el regreso de su hijo que también había sido raptado. Su captura se mantuvo a lo largo de 18 años cuando, tras la muerte de su tío y pago del rescate, Jacobo fue coronado como Rey de Escocia en la Abadía de Scone en 1424.
Siguiendo el modelo inglés, su política fue un intento por centralizar la monarquía y modificar el Parlamento. Murió asesinado en 1437.
La dinastía llega a la corona de Inglaterra tras la muerte de Isabel I, quien pereció sin aportar descendencia. Jacobo I, hijo de María Estuardo y Lord Darnley, reinó en Inglaterra, Escocia e Irlanda desde 1603 hasta 1649. Fue proclamado rey con tan solo un año de edad, razón por la cual la regencia gobernó hasta que éste alcanzó la mayoría. Su mandato fue ejercido durante 22 años consecutivos, falleciendo a los 58 años.
Su gobierno, más inclinado hacia el absolutismo, tuvo varios desaciertos con el Parlamento inglés, conflicto que favoreció las guerras civiles que derivaron en el reemplazo de la monarquía por el Commonwealth desde 1649 hasta 1653, el enjuiciamiento del hijo de Jacobo I, Carlos I, y su posterior ejecución.
Asimismo, entre 1639 y 1651, las guerras civiles azotaron a los tres reinos: Escocia, Inglaterra e Irlanda que si bien tenían un rey común, su organización política era diferente. Los conflictos fueron varios, por un lado estaban los concernientes a cuestiones religiosas y civiles, la forma personal de gobierno por parte de Jacobo I y por otro, la primacía de la corona inglesa frente a los demás reinos.
La segunda parte de la dinastía Estuardo en Inglaterra se inició tras el protectorado de Cromwell, desde 1660 con Carlos II quien restablece la monarquía. Los errores cometidos por su padre, trataron de ser evitados por éste, quien intentó mantener calmo al Parlamento, eludiendo los enfrentamientos que llevaron a Jacobo a su dimisión.
Fallecido en 1685, fue sucedido por su hermano, Jacobo II, quien lejos de gobernar magnánimamente, se caracterizó por abrazar la fe católica y tratando de ganar el apoyo de los católicos, sin éxito, reavivó las tensiones con el Parlamento. Tras el nacimiento de su hijo, Francisco Eduardo Estuardo, los ingleses vieron peligrar el futuro del reino en manos de otro católico. Los disidentes apoyaron la abdicación de Jacobo II en su yerno Guillermo de Orange o Guillermo III de Inglaterra. Noble y de origen holandés, este príncipe protestante llegó a la corona de Inglaterra, Escocia e Irlanda tras en ocasión de la Revolución de 1688. Dicha revolución fortaleció la figura del Parlamento a través de la Declaración de Derechos, destinada a evitar la concentración de poder en un rey, teniendo en cuenta que los últimos dos Estuardo habían sido absolutistas.
De esta manera quedan establecidos en Inglaterra los derechos y deberes del Parlamento y del rey. La sucesión al reino de origen divino queda definitivamente reemplazada por una monarquía constitucional.