Enrique V de Inglaterra
Enrique V de Inglaterra nació el 16 de septiembre de 1387. Segundo hijo de de Enrique IV y María de Bohun, heredó el derecho a la corona inglesa en virtud de la muerte del primogénito.
En 1399, Cuando su padre ascendió trono real, Enrique fue nombrado Príncipe de Gales.
Brillante guerrero y estratega, desde muy pequeño tuvo oportunidad de demostrar sus dotes militares. Con sólo 12 años, luchó contra los irlandeses. En esa oportunidad, estaba como prisionero de Ricardo II, quien lo tenía para si a los efectos de no perder el control de su Padre, el futuro Enrique IV, que ya entonces combatía en las filas contrarias.
Ya durante el reinado de su padre, combatió a los galeses que pretendían rebelarse a la autoridad inglesa, neutralizándolos hacia 1402.
Consolidado el poder real tras la muerte de su padre, el principal objetivo de Enrique V fue recuperar territorios franceses que a Inglaterra les correspondían en virtud de derechos sucesorios surgidos del matrimonio entre Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra (siglo XII).
Las tierras disputadas eran: el Ducado de Aquitania, Guyena, Normandía y La Gascunia. Para entonces, estas regiones incluían, prácticamente, la totalidad de Francia. Asimismo, cabe aclarar que parte de dichos territorios se perdieron durante el reinado de Juan I de Inglaterra, quinto hijo de Leonor y Enrique y hermano de Ricardo I Corazón de León, y otra parte durante la Guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra.
Las ambiciones del rey inglés llegaron aún más lejos, su aspiración final era el trono francés a través de, primero, su enlace matrimonial con Catalina de Valois, hija de Carlos VI de Francia e Isabel de Baviera, y luego, mediante la firma del Contrato de Troyes (1420), un acuerdo por el cual Carlos VI reconocía a Enrique como el único heredero al trono, desheredando al delfín Carlos. Esta situación tensó aún más las relaciones entre ambos países ya que importantes personalidades francesas de la época se negaron a reconocer tamaño tratado, mostrando su acuerdo con el delfín al considerarlo heredero legítimo.
Hacia 1422 la situación con Francia era compleja, razón por la cual Enrique, que había vuelto a Inglaterra, decide regresar al territorio franco. Allí enferma de disentería, una infección cuyos síntomas son dolor abdominal, fierre y diarrea, entre otras. Muere el 31 de agosto de ese mismo año, antes de ser trasladado a la Abadía de Westminster en donde luego descansaron sus restos.
Lo sucederá su único hijo, Enrique VI, coronado rey de Inglaterra y Francia, que por entonces contaba con tan solo 8 meses de edad.