El capitán John Smith
Son ya bien sabidas las dificultades a las que hubieron de hacer frente las primeras aventuras coloniales de Inglaterra en el “Nuevo Mundo”. Del primer asentamiento que podemos llamar “colonia”, el de Roanoke, nada pudo conservarse, y del segundo, Jamestown, diríamos lo mismo de no ser por el liderazgo del capitán John Smith (c. 1579-1631) –a pesar de la experiencia acumulada con la que partió la expedición a Virginia, célebremente aconsejada por sir Francis Bacon (“On Plantations”, 1625).
En efecto, de no ser por la actuación de Smith, la suerte de la “segunda colonia” habría sido tristemente similar a la primera. Smith era un hombre de Lincolnshire, cuyo espíritu aventurero ya le había llevado a actuar como mercenario en la lucha contra los turcos otomanos. Su unión a la expedición que habría de fundar Jamestown no se hizo en calidad de inversor ni de consejero, tampoco de inversor; John Smith se unió a ella como soldado, contratado por la Compañía de Virginia.
No obstante, de su ya indiscutida valía militar nos sirve como testigo una interesante cláusula, incorporada a su contrato, según la cual estaría autorizado, en caso de éxito, a ocupar un lugar en el consejo político de la futura colonia. Es de suponer que su liderazgo se tuviera en muy alta estima, aunque a lo largo del viaje ese citado derecho le fuera denegado al participar, al parecer, en alguna que otra reyerta.
Por tanto, en lugar de participar en la toma de decisiones de los primeros comités virginianos, a Smith se le encomendó la tarea de trazar el mapa del distrito de la bahía de Chesapeake. Mientras lo hacía fue capturado por una avanzadilla de nativos pertenecientes a un agrupamiento que, más de un siglo después, Jefferson llamaría “Confederación de los Powhatan”.
Smith no cayó en desesperación alguna. Antes bien lo contrario, aprovechó hábilmente la ocasión para entablar relaciones de amistad con los indios, y lo hizo realmente bien. Lamentablemente para él, cuando regresó a Jamestown encontró la colonia en un estado desastroso. Siendo él el único hombre con una idea más o menos clara de qué hacer, en septiembre de 1608 fue elegido presidente del consejo, el cual constituyó el primer ejemplo de democracia popular norteamericana, ejemplo luego muy extendido, como sabemos bien.
En esa su etapa de líder, Smith impuso al resto de los hombre una disciplina militar, negoció con los nativos la provisión de comida que permitió a la colonia sobrevivir al duro invierno, y logró reducir la tasa de mortalidad a menos del cinco por ciento (un logro notable, en aquel marco). Sin embargo, sus esfuerzos no fueron debidamente recompensados. Cuando, en 1609, arribó a Jamestown un contingente de socorro, con él llegó la noticia de que Smith no podía ejercer ya ningún cargo en la colonia, a consecuencia de los cambios que se habían producido en el estatuto de la compañía.
De esta suerte, hubo de regresar a Inglaterra dos meses más tarde para buscar nuevos destinos. A pesar de la desilusión, no perdió ni por un segundo el interés en Norteamérica, y en 1614 estuvo al mando de una expedición de descubrimiento de en la zona del cabo Cod. Dos años más tarde publicaría su obra “A description of New England” (Una descripción de Nueva Inglaterra), que en la década siguiente hubo de adquirir una gran importancia a la hora de preparar nuevas empresas coloniales. Fue, además, el primer documento en acuñar el exitoso término “Nueva Inglaterra”, que, como se sabe, quedó para la posteridad dando nombre a las nuevas colonias del norte.