Luis XI
Luis XI de Francia (1423-1483), de la casa de Valois, fue llamado el Prudente, pero también el Rey Araña o la Araña Universal, por su tendencia a tejer intrigas cortesanas contra sus rivales, ya fuese su padre, su hermano o sus enemigos europeos. Demostró ser un hábil político en sus veintidós años de reinado, en los que se puso fin a la Guerra de los Cien Años (1337-1453), y en los que la monarquía francesa ganó terreno a los intereses de los señores feudales, alcanzando casi por completo las fronteras de la Francia actual (salvo Bretaña y Lorena).
Nació en 1423 en la provincia de Berry, en el centro de Francia, hijo de Carlos VII de Francia y María de Anjou. Siendo muy joven casó con Margarita de Escocia (1436), un enlace político que disgustaba al príncipe, y que despertó en él un profundo odio hacia su padre.
Su gusto por la conspiración se manifestó muy pronto, pues en 1440 (contando diecisiete años), preparó una conjura conocida como la praguería, en la que, con el apoyo de diversos nobles, intentó destronar a su padre, pero el resultado fue un fracaso que terminó con la captura de Luis.
Perdonado por Carlos VII, las nuevas intrigas del príncipe motivaron su expulsión de la Corte y exilio en Dauphine, en el año 1446, desde donde, sistemáticamente, contradijo las órdenes de su padre y se erigió en un auténtico rey sin corona, hasta el punto de casarse sin el consentimiento de Carlos VII con Carlota de Saboya, en 1451. Cansado probablemente de la conducta de su hijo, Carlos VII envió un ejército a apresarle en 1456, lo que precipitó la huida de aquél a Borgoña, por entonces, ducado enemigo del rey francés.
El duque Felipe el Bueno y su hijo Carlos el Temerario le negaron a Carlos VII la entrega de Luis, lo que motivó aún más la ira del francés. Pero cuando en 1461 Carlos VII agonizaba, Luis retornó a Francia veloz para ser coronado en Rheims, temeroso de que su hermano Carlos de Berry se le adelantase.
Desde su entronización, la política de Luis XI será la de fortalecer a la monarquía, mediante el control de la nobleza y la expansión de las fronteras del reino, y también recurriendo a una hábil diplomacia que mantuviese ocupados a sus enemigos, pagando incluso grandes sumas de dinero para comprar la paz.
Prácticamente desde el principio de su reinado, Luis encuentra en Carlos el Temerario, hijo del duque de Borgoña, un poderoso enemigo. Los intereses de ambos chocan inevitablemente: Luis ambiciona territorios de Borgoña que Carlos no está dispuesto a ceder. Junto con el hermano de Luis, Carlos de Berry, organizan una revuelta contra el rey que no alcanza ningún éxito. Carlos el Temerario hereda en 1467 el ducado. En adelante se suceden acuerdos y enfrentamientos entre el duque borgoñón y su soberano el rey (al menos sobre el papel) que no inclinaron la balanza en favor de unos u otros.
Entre esos pactos consta la alianza de Carlos el Temerario con el pretendiente al trono inglés, el futuro Eduardo IV, en la Guerra de las Rosas. El apoyo de Luis XI a sus enemigos motivará la invasión inglesa del reino francés en 1475, con el objeto de ganarles el trono, en un último episodio de la Guerra de los Cien Años. Desplegando una inteligente y eficiente diplomacia, Luis XI logrará que Eduardo IV retire su reclamación de la corona a cambio de una importante suma de dinero. Quedaba pues Carlos el Temerario, luchando en solitario con el rey francés.
Tras haber reclutado un poderoso ejército de piqueros suizos, Luis XI y Carlos el Temerario se enfrentarán en la batalla de Nancy, en 1477, donde la caballería borgoñona fue derrotada estrepitosamente, muriendo el propio duque de Borgoña en el enfrentamiento. Esto marcó la transformación interna del reino francés, donde la nobleza feudal no estaba en condiciones de desafiar al rey después de que su máximo exponente hubiese muerto.
En la paz de Arras con Borgoña (1482) Luis XI se anexionaba casi todos los territorios del fallecido duque Carlos, quedando los Países Bajos para María, hija de Carlos el Temerario (que transfería a su esposo Maximiliano de Austria), incorporándose otros territorios al Imperio (Luxemburgo, Franco Condado…).
Cuando murió en 1483, Luis XI dejaba un reino francés con una monarquía poderosa, autoritaria, con la nobleza plegada y unas fronteras más amplias que nunca. Su hijo Carlos VIII (1470-1498), le sucedería, aunque su débil salud precipitó su temprana muerte.