El estado absolutista de Luis XIV
Nació en Saint-Germain en Laye el 5 de septiembre de 1638 . Era hijo de Luis XIII y de Ana de Austria, siendo sus abuelos paternos, Enrique IV de Francia y María de Médicis, italiana, y sus abuelos maternos, Felipe III de España y Margarita de Austria.
Siendo Louis-Dieudonné, (futuro Luis XIV), el sucesor de su padre por ser el hijo mayor, tras la muerte de Luis XIII fue llamado a ocupar el trono, aunque contaba con sólo cinco años, el 14 de mayo de 1643.
Sin embargo, Ana de Austria anuló el testamento y quedó ella como Regente, asistida por su primer ministro, el Cardenal Mazarino, quien realmente detentó el poder, aunque fue resistido por muchos miembros de la política francesa, por su origen italiano.
Durante el reinado de Luis XIV, Francia llegó a su apogeo, en el plano político, militar y cultural, fomentando las artes y consolidando el sistema político del absolutismo monárquico, al extremo de haber llevado a la práctica con toda convicción, su famosa y controvertida frase “El Estado soy yo”, que hoy se cuestiona su autenticidad.
El absolutismo fue apoyado ideológicamente por Bossuet, quien defendía la idea de “un solo rey, una sola fe, una sola ley” y por Hobbes, quien afirmaba que el poder inmenso del rey se justificaba para impedir la situación de guerra permanente en que se hallarían las personas en su estado de naturaleza, anterior a la constitución del estado.
Durante su reinado, Luis XIV, debió afrontar dos guerras civiles conocidas como Frondas, la primera promovida por altos funcionarios de París, para obtener reivindicaciones de clase, que aunque fueron logradas, no mostraron unidad, lo mismo que ocurrió en la segunda, motivada por la detención del príncipe de Condé, aliado con los insurrectos.
Muerto Mazarino en 1661, el Monarca gobernó sólo, metódicamente, con poderes despóticos, rodeado de una corte solícita y complaciente, hasta su muerte en 1715.
En el plano económico, las guerras habían arruinado a Francia, y luego de la muerte de Mazarino, debió paliar la situación, de lo que se encargó Jean-Baptiste Colbert nombrado como Controlador General de Finanzas en 1665.
Estableció impuestos aduaneros, a la sal y a la tierra. Fomentó la industria y el comercio y fue el creador de la teoría económica del mercantilismo.
Consideraba que la riqueza de un país se determinaba por la supremacía de las exportaciones sobre las importaciones, como consecuencia de lo cual, redujo la importación de artículos textiles y suntuarios, aumentando los derechos de aduana y otorgando subvenciones a la industria local.
Trasladó la residencia oficial al Palacio de Versalles, donde vivió junto a la Corte en la máxima opulencia.
Aumentó el control del Estado sobre la Iglesia, a través de la Declaración del Clero Francés, por la cual el poder real podía hasta promulgar leyes eclesiásticas. Esta Declaración fue rechazada por el Papa.
Creó una flota de guerra capaz de medirse con la holandesa y la inglesa. Los ingresos de Francia se triplicaron durante su gestión.
Se aumentaron las colonias en manos de Francia, no sólo en América, sino también en Asia y en África.
Los franceses ayudados por Inglaterra vencieron a España en 1658, en la batalla de Las Dunas, que culminó con el Tratado de los Pirineos, con grandes ventajas territoriales para Francia y con el arreglo matrimonial entre Luis XIV y María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, de España.
Por causa de este matrimonio, a la muerte del rey de España, reclamó los Países Bajos españoles, pero la alianza de Inglaterra, Holanda y Suecia frustraron sus pretensiones.
Para lograr la unidad religiosa expulsó a los judíos del territorio francés en 1685, prohibiendo cualquier religión distinta de la católica.
Su persecución religiosa estuvo dirigida fundamentalmente a los protestantes, a quienes no se prohibió sus creencias, pero sí el ejercicio de su culto, penalizando cualquier manifestación exterior de sus ideas, y revocando el Edicto de Nantes que les otorgaba concesiones.
Muchos protestantes abandonaron el país, pese a la prohibición existente, lo que motivó perjuicios económicos.
Esta política intolerante motivó la unión de otros estados contra Francia, formándose en 1686, la Liga de Augsburgo, entre el emperador del Sacro Imperio, los electores de Baviera, Sajonia y el Palatinado, y los reyes de Suecia y España, como oposición a los intentos de Luis XIV de incrementar su influencia entre los príncipes alemanes.
En 1688, el Palatinado fue objeto de la entrada de las tropas francesas, pero la Liga, convertida en la Gran alianza tras la incorporación de Inglaterra, lo que no estaba en los planes de Luis, trató de impedir el avance francés.
Sin embargo, Francia tenía un inmenso poder y venció en numerosas batallas, en lo que se conoce como Guerra de los Nueve Años, desarrollada entre 1688 y 1697, en donde Francia, en general, resultó victoriosa.
Las campañas de la que sería conocida como Guerra de los Nueve Años (1688–1697) fueron dominadas, en su mayoría por las tropas francesas. Finalizó en el año 1697 con el Tratado de Ryswick, donde Francia renunció a sus pretensiones sobre el Palatinado y devolvió Luxemburgo, pero transformó en dominio legal sus posesiones en Haití.
A la edad de 77 años, el Rey Sol o Luis el Grande falleció en Versalles, el 1 de septiembre de 1715.