El Edicto de Nantes
Antecedentes
Durante la segunda mitad del siglo XVI, el reino de Francia debió sufrir guerras intestinas, de carácter religioso entre católicos y protestantes calvinistas, también conocidos como hugonotes.
Entre 1560 y 1574, gobernó en Francia, Carlos IX, actuando su madre como regente, quien intentó pacificar el reino. El 15 de enero de 1562 firmó el edicto de San Germán, y el 19 de marzo de 1563, el edicto de Amboise, con restricciones al culto calvinista.
En 1570 se logró firmar la paz de Saint-Germain, pero estos intentos de paz fueron solo treguas, que luego reanudaron las viejas disputas.
En 1572, Enrique de Navarra, futuro Enrique IV, que había nacido como católico, y criado por su madre como protestante, y líder de este grupo, como parte del plan de pacificación, contrajo enlace con la católica Margarita de Valois, hermana del rey de Francia, Carlos IX, en un matrimonio arreglado por las madres de ambos contrayentes, Juana de Albret, y Catalina de Médicis. Nadie, salvo ellas, estuvo de acuerdo con la boda, ni siquiera los novios, pero los católicos exaltados, organizaron la Matanza de San Bartolomé, a partir del 24 de agosto de 1572.
En 1574, muerto Carlos IX, se firmó la paz de Étigny, donde los hugonotes recibieron ocho plazas para poder practicar libremente allí su religión. Para salvar su vida, Enrique se convirtió al catolicismo, el 5 de febrero de 1576, pero pronto renegó de esa creencia para encabezar la cuarta guerra de religión.
El Edicto
El propio Enrique, se convirtió luego de algunas disputas sucesorias en soberano de Francia, como Enrique IV, entre 1589 y 1610, adoptando en 1593 el catolicismo, para terminar con los opositores a su mandato por razones religiosas, ya que solo los protestantes lo habían reconocido como rey. Él fue quien logró poner fin a las guerras religiosas, que totalizaron ocho, suscribiendo el 13 de abril de 1598, el Edicto de Nantes, por la cual se otorgaba cierta libertad de culto a los calvinistas, impidiéndose su persecución por motivos religiosos, pudiéndose imprimir y vender sus libros en las ciudades donde esa religión estuviera públicamente aceptada, otorgándoles ciento cincuenta y un plazas bajo su gobierno, y la posibilidad de acceso a cargos públicos, y de acceder a escuelas y hospitales. Se creó una Cámara especial, con mitad de jueces protestantes, para juzgar sus causas en Tolosa, Burdeos y Grenoble. Se prohibió bautizar compulsivamente a los niños protestantes en la fe católica en contra de la voluntad de sus padres. Se estableció el olvido a las diferencias religiosas que habían divididio a los franceses desde 1585. En realidad las rivalidades habían comenzado en 1547, cuando Francia, entonces al mando del soberano Enrique II, con el fin de hacer frente a los Habsburgo, realizó una alianza con los hugonotes. El 1 de marzo de 1562, recrudeció el conflicto, con la matanza de Vassy, donde Francisco de Guisa, líder católico que se dirigía hacia la ciudad de París, se enfrentó junto a sus hombres, a un grupo de protestantes, que resultaron muertos.
Este edicto no fue aceptado por las ciudades católicas sin resistencia. Así, Rennes, Ruán y París, recién una década después, y por la presión real, debieron ratificarlo.
El futuro del Edicto de Nantes
El 28 de junio de 1626, el rey Luis XIII, dictó el edicto de Gracia de Alés, que no obstante ratificar la libertad de cultos (menos en París) les impidió a los protestantes conservar sus plazas fuertes militares y las asambleas de carácter político.
Durante el reinado de Luis XIV, los protestantes fueron obligados a adoptar el catolicismo, prohibiéndose el protestantismo, dictándose el edicto de Fontainebleau, en el año 1685, que revocó el Edicto de Nantes. Casi 200.000 hugonotes debieron abandonar el suelo francés, y otros se sublevaron infructuosamente.
El edicto de Tolerancia dictado por Luis XVI, en 1787, terminó con la hostilidad hacia los protestantes, consolidándose la libertad de cultos, a través de las ideas liberales de la Revolución Francesa de 1789.