Charles de Gaulle
Charles de Gaulle nació en Lille, en Noviembre de 1890, aunque se educó en París. Con una familia de larga tradición militar, el joven Charles decidió pronto que quería ser soldado y, tras graduarse en la escuela militar de Saint-Cyr, sirvió en el regimiento del Coronel Philippe Pétain. En la Primera Guerra Mundial fue herido y capturado por los alemanes, que lo tuvieron durante más de dos años.
Su fama y carisma crecieron durante la época de entreguerras, en la que se convirtió en abanderado de la idea de fortalecer el ejército francés por medio de unidades motorizadas profesionales, capaces de lanzar rápidas y potentes acciones ofensivas. No triunfó, sin embargo, esa doctrina en una nación cansada de la guerra, y prevalecieron las tesis defensivas de sus superiores. Hasta no mucho antes de la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle no cesó en lanzar advertencias sobre el peligro y la superioridad del ejército germano.
Empezada la Segunda Guerra Mundial, De Gaulle luchó con cierto éxito para el último gabinete de la Tercera República en Junio de 1940. Tras la toma de París, decidió no aceptar la derrota, y cuando Marshal Pétain reemplazó a Reynaud y abogó por un armisticio, creyendo poder conseguir un trato aceptable con los alemanes, De Gaulle voló a Londres y llamó desde allí a seguir en la lucha, en una histórica comparecencia televisada en la BBC, el 18 de Junio de 1940. La imagen que acompaña este artículo fue tomada en aquel histórico momento.
Desde Londres, consiguió De Gaulle formar un auténtico gobierno en el exilio, y desde allí planeó la recuperación de Francia y la instauración de la República. Cuando finalmente los nazis fueron expulsados de Francia, De Gaulle fue recibido como un auténtico liberador.
Siendo la cabeza visible del gobierno provisional, se vio pronto en conflictos con los viejos y nuevos partidos políticos, acerca de la naturaleza del régimen que habría de crearse tras la guerra. Dimitió en Enero de 1946, aunque esperaba que lo llamaran pronto dado su carisma y el idilio que en aquellos momentos vivía con la nación. Sin embargo, hubo de esperar algo más de doce años para ello, durante los cuales la Cuarta República pasó de una crisis a otra.
Intensamente centrado en llevar a Francia a la Quinta República que tenía en mente, fundó y se asoció con varios partidos políticos que, a pesar de sus éxitos iniciales, nunca llegaron a cristalizar en algo sólido. De Gaulle terminó retirándose y se alejó de la política hasta que la crisis de Argelia, en 1958, le dio un nuevo motivo para volver a primera plana.
Al recibir una delegación del poder por parte de la moribunda Cuarta República, supo crear el sistema constitucional por el que había abogado desde el final de la guerra, y se convirtió en el primer Presidente de la Quinta República en Enero de 1959. Hubo de lidiar con graves problemas, con la Guerra de Independencia en Argelia, los avatares de una Guerra Fría cada vez más tensa, y el creciente descontento estudiantil y obrero que desembocó en las protestas de Mayo del 68, de las que no se recuperó (perdió el poder y se retiró un año después).
Durante esa etapa, defendió con toda su energía su idea de convertir a Francia en una potencia militar que pudiera defenderse por sí sola, incluyendo en esto el desarrollo de armas nucleares. Desafió en más de una ocasión a Estados Unidos, sacó a Francia de la OTAN y abogó por un mundo en el que las superpotencias tuvieran un poder mucho menor.
Su visión de Europa, que pareció utópica en su momento -iba, como él decía, “del Atlántico hasta los Urales”- se haría realidad en 1989 con la caída del Muro de Berlín. Ferviente patriota, muchos consideran que De Gaulle salvó el honor de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su actuación como Presidente de la República –que incluyó una incesante lucha contra el comunismo, un fortalecimiento del ejército y una suerte de tercera vía económica a media distancia entre capitalismo y socialismo, fue mucho más controvertida.
Su legado, en cualquier caso, ha quedado latente en la política francesa. Inauguró una forma de hacer política, el gaullismo, que hoy se sigue utilizando para categorizar a buena parte de los políticos de Francia.