Ana de Austria
Nació el 22 de septiembre de 1601, en Valladolid, España, llevando el nombre de su abuela, madre de su padre, el rey español Felipe III “El piadoso”, siendo su nombre completo, Ana María Mauricia. Fue su madre Margarita de Austria, quien la dejó huérfana cuando la pequeña tenía 10 años.
Con solo 14 años, esta niña de exquisita belleza, debió asumir el compromiso de un matrimonio “arreglado”, con Luis XIII de Francia, joven de su misma edad, para poner fin a la guerra franco-española, contando con la aprobación del Papa Pablo V, que no deseaba un enfrentamiento entre dos estados católicos. El casamiento se realizó en Burgos (España) el 18 de octubre de 1615, estando el novio representado por el Duque de Uceda, valido de Felipe III.
Conjuntamente con este enlace, otro similar se efectuaba en Burdeos (Francia) entre los hermanos de los consortes anteriores: La hermana de Luis XIII (Isabel de Borbón) contraía enlace, con el hermano de Ana de Austria, que luego sería Felipe IV en España.
Cuando Ana de Austria llegó a suelo francés, se organizó una nueva boda, esta vez en Burdeos, que se efectuó el 21 de noviembre de 1615.
El matrimonio tardó en consumarse, y la reina fue cuestionada de supuesta infidelidad con el apuesto Duque de Buckingham, George Villiers, educado en Francia, favorito del rey Jacobo de Inglaterra (a quien éste también le había ofrendado su amor) y también favorito de su hijo, Carlos I.
En 1624, el cardenal Richelieu, fue admitido como Consejero del rey, persona que tuvo gran enemistad con la reina, a quien consideraba aliada de los Habsburgo, familia a la que pertenecía, y que Richelieu odiaba. A pesar de esta oposición, la mayoría de los franceses la quería, y supo imponer por ejemplo, no solo en su corte sino en las demás de Europa, la costumbre de beber chocolate, conocido desde el descubrimiento de América.
En 1635, Francia declaró la guerra al estado español, surgiendo sospechas, sembradas sobre todo por Richelieu sobre conspiraciones a favor del enemigo por parte de la reina Ana, acusándola de intercambiar correspondencia confidencial de la política francesa, con su hermano Felipe IV, rey de España.
Cuando ya parecía que el matrimonio luego de varias intrigas, acusaciones y separaciones, no tendría descendencia, el 5 de septiembre de 1638, en Versalles, nació el sucesor, el futuro Luis XIV. Dos años más tarde, el 21 de septiembre de 1640, un segundo hijo nació de la controvertida unión: Felipe I de Orleáns.
Enviudó en 1643, y con el ascenso al trono del pequeño Luis XIV, ella asumió su regencia, y el cardenal Mazarino que había reemplazado a Richelieu, ante su deceso, como miembro del consejo de regencia, fue elevado a Presidente del Consejo del Rey. Esto contradecía las disposiciones de última voluntad expresadas en el testamento de Luis XIII que había dispuesto que un Consejo de Regencia, limitara los poderes de Ana de Austria, pero ella se ocupó de anular esa voluntad y ejercer como regente única.
En el año 1648 terminó la Guerra de los Treinta Años, pero Francia se vio envuelta en una guerra interna conocida como La Fronda, ante el disgusto de la población por la elevada carga impositiva, dispuesta para hacer frente a la guerra de los treinta años.
A los 13 años Luis XIV asumió el mando efectivo, aunque continuó la influencia de su madre junto a la de Mazarino, quien era supuestamente el amante de ella, y con quien corrieron rumores no confirmaron que se había casado en secreto, hasta que este falleció en 1661.
Ana de Austria propició el casamiento de su hijo con María Teresa de Austria, hija de su hermano, el rey de España, se instaló en Val-de- Grâce, donde falleció de cáncer el 20 de enero de 1666. Sus restos fueron profanados por los revolucionarios franceses que los retiraron (para tirarlos en un vertedero) de la cripta de la catedral de Sain Denis (Paris).
Alejandro Dumas la hizo protagonista de “Los Tres Mosqueteros”, que intentaban salvarla de las intrigas del cardenal Richelieu que la acusaba de un romance con el duque de Buckingham. La película “La Máscara de Hierro” también muestra a la sufrida reina a quien se le ha arrebatado a un hijo, hermano gemelo de Luis XIV, encerrándolo para no comprometer la sucesión del reino. Ambas historias no tienen validez histórica.