Reordenamiento del mapa europeo luego de la Primera Guerra Mundial
A partir de la Conferencia de París de 1919, se fijaron las condiciones paz, que les fueron impuestas a los vencidos en la Primera Guerra Mundial.
El Tratado de Versalles de 1919, con Alemania, que puso fin a la Primera Guerra mundial y que principalmente se preocupó por castigar a Alemania y terminar con su afán expansionista, modificó, además, el mapa europeo, resguardando el liderazgo de las grandes potencias. La gran perjudicada, Alemania, tuvo que devolver a Francia los territorios de Alsacia y de Lorena, pasando a poder de Dinamarca el ducado de Schleswig, tras hacerse un plebiscito. Las colonias almenas en África y las islas sobre el pacífico también las perdió. Togolandia y Camerún fueron repartidas entre Francia y el Reino Unido. La parte Oriental de África fue entregada en su mayoría al Reino Unido, salvo Ruanda y Burundi, que quedaron en poder de Bélgica. Sarre pasó a ser administrada por la Sociedad de las Naciones, lo mismo que las ciudades de Danzig y Memel en las costas del Báltico, recibiendo Francia por el lapso de 15 años la explotación económica de la primera zona, y Polonia la de las segundas. Bélgica recibió las regiones mineras de Eupen y Malmedy. Polonia recibió parte de Silecia, de Posen y Prusia Occidental. Renania tuvo que ser desmilitarizada. El puerto de Danzig se convirtió en ciudad libre para ofrecer salida al mar a Polonia, y el puerto de Memel también se convirtió en libre para la salida marítima de Lituania.
El otro país que sufrió graves perjuicios fue Austria, que firmó el tratado de Saint-Germain, a quien se le prohibió una futura unión con Alemania y soportó la pérdida de las zonas industrializadas de Moravia y Bohemia, que se independizaron. Istria, Trento y Tirol del sur pasaron a Italia, Galitzia a Polonia, Bukovina, a Rumania, Dalmacia, Eslovenia y Bosnia-Hersegovina quedaron para Yugolavia.
Hungría se separó del imperio austriaco, pero también fue condenada. Firmó el Tratado de Trianon, por el cual cedió a Bohemia, los territorios de Eslovaquia y Rutenia, lo que originó la República de Checoslovaquia. Transilvania fue para Rumania; mientras que Croacia, el Banato y Eslavonia fueron para Yugoslavia.
Bulgaria firmó el Tratado de Neuilly, debiendo entregar a Grecia la Tracia oriental, lo que le dejó sin salida al mar Egeo. Rumania recibió Dobrudja y su porción de Macedonia a Yugoslavia.
Desaparecieron otros grandes imperios, que fueron escindidos en nuevos países. El imperio alemán, perdió a Prusia; el turco, por el Tratado de Sèvres, debió desprenderse de los territorios árabes, que se independizaron (Egipto, Yemen e Hiyaz) alentados por la ideología del nacionalismo árabe. Mosul, Transjordania y Palestina, pasaron a estar bajo la administración británica; y bajo la francesa, Líbano, Alejandreta y Siria, quedando solo Turquía con Constantinopla y Asia Menor (este tratado fue anulado por el de Lausana), y el ruso, se desmembró en los siguientes países: Polonia, Letonia, Lituania, Finlandia y Estonia.