La Segunda Revolución Industrial
El siglo XIX se presentaba muy prometedor para los avances tecnológicos. Si bien la Revolución industrial nació en un ambiente rural, iba surgiendo cada vez más notoriamente una clase media urbanizada.
A principios del siglo XIX se notaba un aumento demográfico sostenido, que demandaba productos y estimulaba, por lo tanto, la actividad comercial e industrial.
En 1814, comenzaba su existencia la locomotora, creada por Stephenson, que realizó sus primeros ensayos en las minas, y en 1825 surgía el ferrocarril, que provocó una revolución en los transportes, comunicando zonas agro-exportadoras distantes.
En 1830, la “Rocket”, locomotora creada por Stephenson, recorrió a más de 50 km por hora la línea entre Liverpool y Manchester, en el día de su inauguración. El Transiberiano, a fines del siglo XIX, permitió que las zonas orientales de Europa y Asia obtuvieran contacto personal, militar y comercial. Su gran impulsor fue el Zar Alejandro III.
El hierro comenzó a ser sumamente utilizado, aunque pronto fue reemplazado por el acero, que es una aleación de hierro, carbono y otros elementos, en la década de 1880. Esto produjo un auge de la industria pesada, que es la destinada a producir máquinas y elementos de transporte, a diferencia de la industria liviana, que produce bienes de uso y de consumo.
Al igual que en la Primera Revolución Industrial, fue Gran Bretaña el estado más destacado en su proceso de tecnificación, como gran productora de hierro y carbón.
En ese mismo país floreció la industria naval, con la fabricación de barcos a vapor, que sustituyeron a los de vela. En 1802, el buque impulsado a vapor, denominado “ Charlotte Dundas”, puesto a navegar por William Symington, lo hizo por el río Clyde (Escocia). También Estados Unidos los utilizó para su navegación en el río Mississippi. En el río Hudson una línea de pasajeros fue instaurada por Robert Fulton.
Los secretos de la electricidad fueron descifrados por Faraday en Inglaterra y por Volta y Galvani, en Italia, cuya energía iba a reemplazar, más tarde, a la fuerza del vapor.
Un gran avance en comunicaciones lo constituyó el telégrafo, creado por Morse en 1837, que significó un medio eficaz de transporte de noticias, sobre todo con la instalación del primer cable submarino, veinte años más tarde.
En 1851, se tendió el primer cable que unía comunicacionalmente a Francia y Gran Bretaña. Esto significó el nacimiento del periodismo, fundándose ese año la agencia de noticias Reuter.
El capitalismo que se había manifestado incipiente durante la segunda mitad del siglo XVIII, comenzaba a mostrarse en plenitud, marcando la enorme diferencia entre los países pobres, productores de materias primas y los países industrializados, procesadores de materias primas.
Sin embargo en el siglo XIX no todo fue prosperidad. Surgió la teoría del “ciclo económico”, elaborada por el francés Clement Juglar, para explicar las crisis que afectaron las economías en los años 1847, 1857 y 1866, según la cual cada 10 años aproximadamente se produciría la saturación de los mercados, con bajas de precios y ganancias, condiciones que naturalmente se restablecerían.
En 1873 ocurrió una crisis muy grave que no parecía resolverse en forma natural, como lo había expuesto Juglar. La saturación de los mercados era total.
Para superar esta crisis, la mayoría de los países, salvo Inglaterra, comenzaron a proteger sus industrias, mediante aranceles. Además se comenzó a implementar una política competitiva de precios, que se lograría con la reducción de los costos de producción, pero sin baja de salarios, sino aplicando la “gestión científica” de la producción, elaborada por Frederick Taylor.
La teoría de Taylor era la de la “cadena de montaje”, donde cada obrero se dedicaría a una etapa de la producción, uniéndose todas ellas mediante una cinta transportadora de materiales. Este sistema fue aplicado con gran éxito por Henry Ford, en 1907, para la fabricación de automóviles.
Es a partir de los cambios producidos para salir de la aguda crisis de 1873, que comenzó a adoptarse el término Segunda Revolución Industrial, para identificar a esta etapa de cambios, coincidentes con la aparición de nuevas fuentes de energía: la electricidad y el petróleo.
Las industrias que mayor desarrollo alcanzaron, fueron la siderurgia, las maquinarias y la química.
En 1851 se conoció la máquina de coser que llegó a ser de uso masivo, impulsada por el norteamericano, Isaac Singer, aunque fue un invento que data de fines del Siglo XVIII.
En 1887 surgió el gramófono, por obra de Emile Berliner, que reproducía sonidos, previamente grabados en un disco de material de vidrio que contaba con surcos. Fue el perfeccionamiento del viejo fonógrafo de Thomas Edison.
Gran Bretaña fue perdiendo su liderazgo industrial, frente a Alemania, en Europa y Estados Unidos en América, aunque mantuvo una importante posición gracias a sus exportaciones de carbón y de coque, necesarios en los primeros tiempos, para mover las turbinas eléctricas, que utilizaban la fuerza del vapor.
Japón fue uno de esos países que manifestó un asombroso desarrollo industrial, desprendiéndose de otros países de los que dependía, para crear su propia y pujante industria nacional.
En 1834, fue patentada la heladera por Jacob Pérkins, funcionando por compresión de éter.
A fines del siglo XIX (1876) hace su aparición el teléfono, siendo el primero, construido en Boston, por Alexander Graham Bell, que amplió la comunicación mundial y sentó las bases del proceso de globalización.
El 28 de diciembre de 1895, los hermanos Lumière realizaron la primera proyección cinematográfica, a la que se sumaron en un año otras quinientas, sin presencia de actores.
El automóvil, fue un invento alemán de propiedad de Carl Benz, que data de 1886.
Como ya se ha mencionado, la empresa Ford, fue pionera en la industria del automóvil, con su modelo T, de 1910, para el uso de todo tipo de público consumidor. Este invento fue posible por el desarrollo del motor de combustión, que funcionaba gracias al petróleo.