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La oposición organizada a la guerra en Estados Unidos (y II)

Publicado por Pablo

No WarDado el ambiente de anti-belicismo heredado del período de la Primera Guerra Mundial, la sociedad americana de posguerra vio cómo las asociaciones pacifistas surgidas durante el conflicto seguían funcionando, y oponiéndose si no ya a conflictos concretos, sí a los incrementos de gasto militar. En la década de los treinta apoyaron toda legislación referente al mantenimiento de la neutralidad y, a partir de 1939, lucharon contra todas las iniciativas de acuerdos de seguridad colectivos, como la OTAN.

El líder socialista Norman Thomas consiguió aglutinar en torno a sí todas las ideologías y movimientos anti-belicistas, formando la asociación “Keep America Out of [the European] War Organization” (Mantener a América Fuera de la Guerra Organizada). Desde la derecha política, surgió la asociación aislacionista “First Movement”, y desde la extrema izquierda –al menos, hasta que Alemania invadió la Rusia bolchevique en 1941-, fue el Partido Comunista el que levantó la bandera por la paz. En cualquier caso, la oposición organizada a la entrada de Estados Unidos en la guerra se derrumbó por completo tras el ataque japonés a Pearl Harbor.

El marco institucional de oposición a la guerra, sin embargo, continuó. La “War Resisters League”, sobre todo, siguió adelante con el apoyo de numerosos carismáticos predicadores opuestos tanto a la guerra como al servicio militar obligatorio. Inspirados en los principios de Gandhi, experimentaron técnicas de acción no violentas en prisiones y servicios civiles públicos. En efecto, este fue el germen del éxito de muchos movimientos pacifistas durante la Guerra de Vietnam, aunque tuvieron antes un amplio desarrollo como movimientos anti-nucleares, haciendo uso de la desobediencia civil, y de cada vez más llamativas técnicas de oposición, siempre sin hacer uso de la violencia.

Por fin, la oposición organizada a la Guerra de Vietnam, prácticamente inexistente durante los episodios iniciales del conflicto, se convirtió en el movimiento de protesta pacifista más acabado y perfecto de cuantos habían existido hasta el momento. Muchas veces, el activismo pacifista fue local y espontáneo, aunque la mayoría de las veces estuvo organizado por coaliciones nacionales que proveyeron puntos locales de información y agitación política.

La forma más visible y recordada de este activismo fueron las manifestaciones masivas, la desobediencia civil a gran escala, la difusión de imágenes contra-culturales. Menos visible, pero sin embargo no menos importante, fueron el duro trabajo electoral y la política legislativa de los opositores al conflicto. Los “Vietnam Veterans Against the War” (Veteranos de Vietnam Contra la Guerra, 1967), ayudaron al dar legitimidad al activismo contra la guerra. Cerca de 1970, el sentimiento anti-belicista se había extendido por la mayoría de las instituciones, incluido el Congreso, donde era dominante ya en 1972.

El éxito de estos movimientos, que interpretaron la retirada norteamericana de Vietnam como respuesta a su oposición, aseguraba un futuro triunfal al pacifismo. Y la subida al poder de Ronald Reagan en los ochenta vino a confirmarlo. Se adoptaron entonces tácticas similares a las de Vietnam, surgiendo un sentimiento de solidaridad con América Latina que que se opuso sistemáticamente a las políticas reaganianas en Nicaragua y América Central.

Durante la Guerra del Golfo, en 1991, el movimiento anti-belicista no tuvo el mismo éxito, lo que seguramente se debió a la brevedad del conflicto.

En resumen, el activismo recurrente de oposición a la guerra –basado en un movimiento continuo por la paz, marcada por bases, tácticas y filosofías políticas muy diferentes- ha tomado frecuentemente un papel muy importante como influencia en las políticas exteriores de las administraciones norteamericanas; en especial, en la segunda mitad del siglo XX.