El caso Watergate
Uno de los mayores escándalos políticos del siglo XX en los EEUU, mismo que traería como consecuencia la dimisión del presidente en turno, Richard Nixon. Su nombre se debe al hotel y complejo residencial ubicado en Washington, D.C. que fuera sede del comité electoral demócrata y en el que tuviera lugar el robo de importantes documentos.
El escándalo se desató en plena campaña electoral en la que Nixon logró la reelección en noviembre de 1972 y finalizó con su dimisión el 8 de agosto de 1974.
En junio de 1972 fueron detenidos en el complejo Watergate, Frank Sturgis, Bernard Barker, James W. McCord Jr., Eugenio Martínez y Virgilio González, miembros de la llamada Operación 40 implementada por la CIA.
Los detenidos planeaban instalar micrófonos y cámaras de manera clandestina para espiar al comité electoral del Partido demócrata, cuya sede estaba en el complejo Watergate. Exceptuando James W. McCord Jr, los demás eran agentes de la CIA. McCord era el director de seguridad del Comité a favor de la reelección de Nixon, además de ser empleado de la CIA y del FBI.
Quienes descubrieron los hilos de una compleja red de espionaje y chantaje político fueron dos periodistas del Washington Post, Carl Bernstein y Bob Woodward, la red involucraba no sólo al comité de reelección, sino a la misma Casa Blanca y al presidente Nixon.
Los periodistas no trabajaron solos, recibieron la ayuda anónima de un informador que se hacía llamar Deep Throat (Garganta Profunda) y cuya identidad fue conocida más de treinta años después. Uno de los periodistas, Bob Woodward, se sabría después, tenía relación con la agencia de inteligencia naval y algunas hermandades secretas de la Universidad de Yale.
Los intrusos habían entrado, protegidos con de goma y equipados con cámaras fotográficas, micrófonos y otros dispositivos para espiar. Su entrada clandestina en el lugar, haciéndose pasar por fontaneros, tenía como objeto el robo de archivos del partido demócrata que ponían en evidencia las no muy limpias relaciones comerciales del hermano del presidente, Donald Nixon con el Howard Hughes, el magnate de Hollywood. Ese mismo año, en los medios periodísticos se comenzó a correr el rumor de que personal de la Casa Blanca estaba tras la entrada al cuartel general electoral del Partido Demócrata.
En marzo de 1973, personas cercanas al gabinete de Nixon, fueron acusados de conspiración y, en noviembre de ese año, recibieron sentencias de entre un año y ocho. A declarar fueron citados E. Howard Hunt Jr., consejero de seguridad de la Casa Blanca, y G. Gordon Liddy, consejero general de finanzas dentro del Comité para la Reelección. Liddy recibió una sentencia de entre seis y veinte años por negarse a colaborar en la investigación. El cerco comenzaba a cerrarse alrededor del presidente Nixon.
En marzo de 1974, Nixon aludió al «privilegio del Ejecutivo«, tratando de evitar los ataques y de justificar las negativas de sus cercanos colaboradores que no se presentaron a declarar ante el Comité de Investigación del Senado ni ante el Jurado Acusador, desde el año anterior.
En abril, Sam Ervin, presidente del Comité de investigación, declaró que la negativa de los colaboradores daba a entender que Nixon se estaba protegiendo e intentaba ocultar información. Quince días después, los colaboradores de Nixon comparecían ante el Comité y tras ello, comenzaría una larga cadena de dimisiones de miembros del gabinete de Nixon: Jeb Magruder, Harry Robbins «Bob» Haldeman, John Ehrlichman, Charles Colson, John Dean, Richard Kleindienst entre otros.
Casi once semanas llevó la toma de testimonios en público y ante las cámaras de televisión. Por el Comité del Senado, desfilaron personajes como el ex fiscal general John N. Mitchell, el abogado del presidente, Herbert W. Kalmbach, y los directores de la CIA Richard M. Helms y M.L. Patrick Gray, además de quienes permitieron el acceso al complejo de Watergate a los espías.
John Dean, consejero del presidente, declaró que Nixon estaba implicado personalmente en el caso. Unos días después, Alexander P. Butterfield, reveló la la existencia de cintas grabadas con las conversaciones que se sostuvieron en la oficina oval desde principios de 1971.Estas grabaciones serían de vital importancia durante el caso. Nixon se negó a mostrarlas a pesar del requerimiento del fiscal especial.
Tras acordar frente a un tribunal de apelaciones la entrega de parte de las grabaciones, pero al día siguiente destituyó al fiscal especial. El fiscal general dimitió. El congreso amenazó a Nixon con un «impeachment» o proceso de incapacitación para ejercer como presidente. Nixon tuvo que entregar las cintas, aunque lo hizo de manera parcial y con reticencias.
Varios colaboradores más de Nixon fueron enjuiciados tras la entrega de las cintas. Nixon pretextó una enfermedad para no declarar ni dar testimonio, pero fue encausado por ocultar los hechos. En julio de ese año, el comité judicial votó por el «impeachment» , haciendo que el 4 de agosto, Nixon aceptara haber encubierto los hechos, el partido republicano le retiró su apoyo y el presidente tuvo que dimitir el 8 de agosto de 1974, siendo sustituido por vicepresidente, Gerald R. Ford.
En el curso de las investigaciones que llevaron a la detención de los colaboradores de Nixon, Bernstein y Woodward contactaron con cientos de personas relacionadas directa o indirectamente con el asunto, llegando a obsesionarse con el caso hasta que lograron sacarlo a la luz.
También hubo detractores de los periodistas como el escritor inglés Adrian Havill, que tras naturalizarse norteamericano, se incorporó al ejército en la unidad de paracaidistas. En 1993 publicó «Deep truth. The lives of Bob Woodward and Carl Bernstein» (Verdad profunda, las vidas de Bob Woodward y Carl Bernstein) donde acusa al primero de ser agente de la CIA.
La última revelación del caso watergate fue la de la identidad del informante de los periodistas, “Garganta profunda”, quien resultó ser Mark Felt, antiguo agente de la CIA.