Niceto Alcalá-Zamora
Nació el 6 de julio de 1877, en Priego de Córdoba (España), dentro de una familia de clase media-baja, donde su padre se desempeñaba en ese pueblo como Secretario del Ayuntamiento.
Estudió Derecho en la Universidad de Granada, graduándose a los 17 años, y doctorándose en Leyes en la Universidad de Madrid, en 1897. En 1899 fue designado Oficial Letrado del Consejo de Estado.
Ingresó en el Partido Liberal Monárquico, liderado por el conde de Romamones, siendo en 1906, diputado por La Carolina (Jaén) y Subsecretario de Gobernación. Abandonó ese partido para ingresar al demócrata bajo la dirección de Manuel García Prieto, durante cuyo gobierno, en 1917 ocupó el cargo de Ministro de Fomento y en 1922, el Ministerio de Guerra.
Fue profesor de Derecho Procesal, además de ejercer la profesión de abogado en forma independiente, y representó a su país en la Sociedad de las Naciones.
Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) fue un ferviente opositor, lo que le hizo variar su postura de sus primeros tiempos políticos, donde se había pronunciado a favor de la monarquía. El 13 de abril de 1930, en un discurso que pronunció en el teatro Apolo, de Valencia, se manifestó a favor del sistema republicano conservador y burgués, sostenido por los sectores intelectuales, y en general, la clase media. El 23 de mayo de 1930 fue elegido Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, pronunciando un discurso “La Constitución que precisa España” pocos días más tarde, donde ejerció su defensa del rol de la religión católica en el nuevo sistema republicano que debía instalarse, debiendo tener representación los miembros de la iglesia, en el Senado.
Líder del Partido Derecha Liberal Republicana, se unió a Miguel Maura, antes del Pacto de San Sebastián (17 de agosto de 1930) cuyo fin era derrocar la Monarquía, para representar juntos, a los republicanos conservadores. Como consecuencia de ese acuerdo (El Pacto de San Sebastián) se formó un Comité Ejecutivo, del que Alcalá-Zamora fue el elegido para presidirlo.
El 12 de diciembre, los capitanes Galán y García Hernández, realizaron, adelantándose a lo planeado, un frustrado golpe de estado en Jaca, que si bien terminó con el fusilamiento de sus líderes, sentó las bases para la constitución de la Segunda República.
Algunos participantes del Pacto de San Sebastián lograron ocultarse o exiliarse, y otros, como Alcalá-Zamora fueron detenidos y sometidos a proceso. En marzo de 1931, se lo sentenció a seis meses y un día de prisión, pero luego se le otorgó la libertad condicional.
El rey veía tambalear su poder, y en las elecciones municipales celebradas el 12 de abril, los republicanos se impusieron en 41, de las 50 capitales provinciales. Alfonso XIII reconoció lo indiscutible del resultado electoral y se exilió voluntariamente en Cartagena. El Comité Revolucionario, presidido por Alcalá Zamora, nacido del Pacto de San Sebastián asumió el gobierno provisional, proclamándose el 14 de abril de 1931, la Segunda República, que al día siguiente dio a conocer su plan de acción, basado en el incremento de las libertades tanto individuales, entre las que se incluía la de culto, y sindicales, y la reforma agraria. Por decreto del 27 de abril de 1931 se reemplazó la bandera española, bicolor, roja y gualda, por la tricolor, morada, roja y amarilla.
Sin embargo, el republicanismo conservador de Alcalá-Zamora, iba perdiendo poder, frente a la izquierda, liderada por Manuel Azaña, cuyos ideales se cristalizaron en la Constitución de 1931. Las diferencias respecto a la cuestión clerical, distanció aún más ambas tendencias, por lo que Acalá-Zamora y Miguel Maura, reconocidos católicos, se alejaron de la conducción política, el 14 de octubre de 1931.
Sin embargo, por temor a que la escisión afectara la causa republicana, se le ofreció a Alcalá-Zamora la Presidencia de la Segunda República, siendo elegido el 2 de diciembre de ese mismo año, asumiendo el día 11. El Primer Ministro, Manuel Azaña, pronto se convertiría en el principal obstáculo de su mandato.
Tardó, y fue criticado por ello, en firmar las leyes de secularización de la enseñanza (Ley de Congregaciones) y la del Tribunal de Garantías Constitucionales. En “Los defectos de la Constitución de 1931” expuso los valores que lo separaban de Azaña, fundamentalmente el tema religioso.
Tras su renuncia, Azaña fue nuevamente elegido por Alcalá Zamora, como Presidente del Consejo de Ministros, el 12 de junio de 1931, pero en septiembre nuevamente el Primer Ministro renunció, disolviendo Alcalá Zamora las Cortes Constituyentes. En reemplazo de Azaña, fue elegido un partidario del mismo, que luego se inclinaría hacia la derecha, Alejandro Lerroux, y posteriormente, el 8 de octubre de 1933, es designado Diego Martínez Barrio, con el mandato de organizar elecciones, que se realizaron el 29 de noviembre de ese año, donde CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) se impuso por sobre la izquierda.
Por encargo de Alcalá-Zamora, Lerroux, formó parte del gobierno, pero fue destituido tras “el escándalo del escarpelo” (1934) que consistió en la aceptación de sobornos para que se instalara una ruleta “preparada” para estafar a los clientes, en el Casino de San Sebastián. Alcalá-Zamora, Presidente de la República, no pudo llevar un gobierno que se pusiera de acuerdo ni con la CEDA ni con los radicales.
El liberal centrista, Manuel Portela Valladares, fue nombrado entre noviembre de 1935 y febrero de 1936, Presidente del Gobierno con el fin de equilibrar la ideología de derecha de la CEDA con la izquierda radical de Azaña.
Alcalá-Zamora disolvió las Cortes, por estar constituidas mayoritariamente por cedistas y radicales, y en las elecciones de febrero de 1936, se impuso el Frente Popular. Acalá-Zamora fue sometido a juicio de la Cámara por su decisión de disolver las Cortes dos veces, en 1936 y previamente, las constituyentes, en 1931, que según mandato constitucional si esta situación se produjera (disolver dos veces las Cortes) de forma irregular, podría acarrear su destitución, lo que se produjo por 238 votos a favor, entre los cuales se contó la opinión expuesta a favor de la destitución, del socialista Indalecio Prieto. Solo 5 se pronunciaron a favor de su continuidad en el cargo. El 11 de mayo de 1936, su puesto fue ocupado por Manuel Azaña.
Durante la Guerra Civil, y mientras viajaba por Escandinavia, su casa en España fue saqueada por miembros del Frente Popular, lo mismo que su caja de seguridad bancaria y el manuscrito de sus Memorias, pero no regresó a su país, manifestándose contrario a la dictadura franquista, y se instaló en Francia.
Con la Segunda Guerra Mundial, debió soportar el gobierno títere de Vichy, leal a los nazis, pudiendo por fin en 1942, dirigirse hacia Argentina, falleciendo en Buenos Aires, el 18 de febrero de 1949, sumido en una profunda crisis económica. Cuando lo enterraron en el cementerio de la Chacarita, apretaba en sus manos un crucifijo, y sobre su corazón fueron puestos dos puñados de tierra española, que a pesar del olvido de sus compatriotas, llevó según sus propios deseos, al más allá. Repatriados sus restos a España en 1979, yacen en el Cementerio de la Almudena (Madrid).