Historia
Inicio España, Siglo XIX, Siglo XVIII Manuel Godoy y Álvarez de Faria

Manuel Godoy y Álvarez de Faria

Publicado por Víctor

Manuel Godoy y Álvarez de FariaManuel Godoy y Álvarez de Faria (1767-1851) fue un militar, noble y estadista español cuya trayectoria como militar y político lo han convertido en una de las figuras más controvertidas de la historia contemporánea de España. Proyectado a las más altas esferas del Estado por la simpatía que el rey le profesaba y por los acontecimientos trascendentales que tendrán lugar a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, Godoy se convertirá en el director de una política desastrosa que pondrá finalmente a España bajo la tutela francesa, y que pagará con la persecución y la muerte en el exilio.

Hijo de José de Godoy y Antonia Álvarez de Faria, pertenecientes a la baja nobleza local, nació en Badajoz. Su padre, coronel del ejército, se esforzó porque hiciese carrera militar, instruyéndole en esgrima y equitación, pero sin desatender las enseñanzas humanísticas, en las que también destacó. Aprendió francés e italiano, e ingresó en 1784 en la Guardia de Corps de Carlos III, donde ya servía su hermano. Es difícil entender su veloz ascenso desde este punto hasta su llegada al Ministerio Universal, en 1792. Se han barajado muchas hipótesis, entre ellas, una supuesta relación entre la reina y él, que no obstante no es segura.

Otros historiadores creen que Godoy fue favorecido por las circunstancias. Los ministerios de Floridablanca y Aranda, que coincidieron con los procesos revolucionarios en Francia, fueron poco afortunados por las medidas inapropiadas que adoptaron. Godoy era un hombre alejado de la alta nobleza, que se había ganado la confianza de Carlos IV y que le era extremadamente leal.

Pronto, las decisiones de Godoy se manifestaron arriesgadas. Fracasado en su intento de salvar la vida de Luis XVI en 1793, hubo de afrontar la guerra declarada por la Convención a España. El tratado de paz ventajoso firmado en Basilea (1795), en el que España sólo perdía Santo Domingo a pesar de la desastrosa guerra, valió a Godoy el título de Príncipe de la Paz. La paz de Basilea molestó a Gran Bretaña, que había sido aliada de España en la guerra contra la Convención. Temiendo que la influencia de sus enemigos le costase el cargo, Godoy dio el paso arriesgado de aliarse a Francia y declarar la guerra a los ingleses, mediante el Tratado de San Ildefonso, en 1796.

La guerra contra Inglaterra fue nuevamente poco exitosa, aunque pudo ser mucho peor si los ataques contra Tenerife, Puerto Rico y Cádiz hubiesen resultado exitosos a los ingleses, que no obstante, derrotaron a la escuadra española en el cabo San Vicente (1797). Mientras tanto, en España, Godoy recuperaba las medidas ilustradas y a los hombres clave de la época para integrar un gobierno progresista, como Jovellanos, Francisco de Saavedra y otros reformistas destacados. Pero los resultados negativos en el campo militar terminaron por acabar con la reputación de Godoy, que fue cesado como Secretario de Despacho (1798).

Pero en 1801 las circunstancias se volvieron nuevamente favorables a Godoy, con el consulado vitalicio de Napoleón y la retirada de hombres fuertes del gobierno como Jovellanos o Saavedra. Establecido nuevamente en puestos de influencia, organizó la guerra de las Naranjas contra Portugal, instigado por Napoleón, que fue un éxito veloz: Portugal cesaba en su comercio con los ingleses y entregaba Olivenza a España. Pero Napoleón no estaba a gusto con el comportamiento del valido español, al que quería forzar a compromisos mayores. Bonaparte logró finalmente la alianza con España en 1805, que suponía la unión de la flota española a la francesa, y que terminó en la batalla de Trafalgar, que ganaron los ingleses, poniendo fin a los planes de invasión de Inglaterra por parte de los franceses.

El nuevo proyecto napoleónico era el de bloquear comercialmente a Inglaterra, a lo que Portugal nuevamente se oponía. Napoleón firmó con Godoy el Tratado de Fontainebleu (1807), por el cual el valido y el emperador francés se repartían el territorio portugués en tres partes, una de las cuales correspondería a Godoy. Además, España haría grandes sacrificios en hombres y recursos para el emperador francés, en una etapa en la que negarse no era sencillo (Napoleón se encontraba en la cúspide su poder). La invasión de Portugal por la fuerzas francesas supuso, al mismo tiempo, la invasión de España.

El príncipe Fernando, cansado de la política de Godoy y apoyándose en sectores de la alta nobleza, urdió un plan para apartarle del poder y hacerse coronar, el motín de Aranjuez, en 1808. Capturado y cesado en sus funciones Godoy, el príncipe Fernando no logró, no obstante, sus fines, merced a la intervención de Napoleón, que lo obligó a abdicar en su hermano José Bonaparte.

Con el fin de la guerra de la Independencia (1814) y el retorno de Fernando VII, Godoy fue enviado al exilio en Pesaro, posteriormente en Roma junto a los reyes Carlos IV y su esposa (hasta 1819), a los que permaneció fiel, y más tarde en París, donde murió a pesar de que Isabel II en 1847 le devolvió todos sus honores (quitados por Fernando VII) y le autorizó la entrada en el país.

Durante su exilio, Godoy se dedicó a escribir sus memorias, en las que intentó justificar sus acciones y decisiones políticas. Estas memorias, aunque no exentas de controversia, ofrecen una visión personal de los acontecimientos que marcaron su vida y la historia de España en aquellos años tumultuosos. Además, Godoy mantuvo correspondencia con varias personalidades de la época, lo que le permitió estar al tanto de los cambios políticos y sociales que ocurrían en Europa.

A pesar de su caída en desgracia, Godoy siguió siendo una figura influyente en ciertos círculos, y su legado fue objeto de debate entre historiadores y políticos. Su vida y carrera han sido objeto de numerosos estudios y biografías, que intentan desentrañar las complejidades de su personalidad y su impacto en la historia de España.

Murió en el exilio en 1851, en Francia. Tuvo dos matrimonios, con María Teresa de Borbón entre 1797 y 1828 (primera de Carlos IV) y una tormentosa relación extramatrimonial con Josefa Tudó. Su figura sigue siendo objeto de análisis y discusión, reflejando las tensiones y desafíos de una España en transformación.