Los cántabros
Cantabria, que significaría pueblo de montaña, fue una región al norte de España que estaba formada por las actuales provincias de Santander y parte de las provincias de Oviedo, León, Burgos y Palencia.
Allí vivían los orgullosos, ermitaños, posiblemente analfabetos, montañeses y guerreros cántabros; altos y fuertes, que posiblemente descendían de las tribus celtas, aproximadamente desde la Edad de los Metales, en la Prehistoria.
Estaban organizados en tribus fortificadas, con preponderancia matriarcal, como las de los orgenomescos (que significaba los borrachos en las matanzas), la de los concanos o la de los vadinienes.
Entre sus hábitos cabe destacar que usaban el trueque como forma comercial, la pena de muerte por despeñamiento o lapidación; y preferían la muerte por suicidio, antes de rendirse al enemigo.
Vivían en casas cuadradas o circulares, de madera, barro o piedra. Los hombres guerreaban y cazaban, mientras las mujeres se dedicaban al cultivo de la tierra. Vestían con túnicas a las que sujetaban con un cinturón, cubriéndose del frío con una capa de lana. Sus baños eran de agua fría, dormían en el suelo, y entre las artes preferían la danza. La base de su alimentación era la carne de cabra. Sus dioses eran los fenómenos naturales y la guerra.
En el año 26 a. c. se opusieron férreamente a la dominación romana que encabezada por el propio Augusto se propuso dominar el territorio de Hispania y someter a los bárbaros que allí residían. Los romanos los vencieron primero en la batalla de Aracillium, tras un largo asedio, para luego sucumbir definitivamente los cántabros, ante el enemigo romano en Monte Medullio. Sin embargo, dos años después de ser dominados, organizaron un levantamiento contra Roma, hasta que fueron definitivamente vencidos por Agripa.