Las Cortes de Cádiz
La Guerra de la Independencia española comenzó en el año 1808 con la invasión de las tropas napoleónicas en el país. Desde el norte y el centro de España, los franceses se extendieron como un abanico, haciendo que muchas de las ciudades cayeran rápidamente. En otras, caso de Zaragoza, la población resistió durante más tiempo, pero terminaron siendo entregadas a Napoleón.
Mientras tanto, el exiliado Carlos IV dejaba el trono vacante para la llegada al poder de José I Bonaparte. Éste pondría en marcha la denominada “Constitución de Bayona”, redactada en dicha localidad francesa por el emperador; este texto hablaba, por primera vez, de ciertos derechos y libertades fundamentales.
Los liberales españoles, agrupados en la Junta General y observando la caótica situación política del país, decidieron convocar unas Cortes para intentar poner fin a la guerra. Ante el avance de las tropas de Napoleón hacia el sur de la Península, los diputados convocados se instalaron en la localidad de la Isla de León (actual San Fernando, en la provincia de Cádiz), fácilmente defendible. Allí llegaron representantes de todas las provincias españolas en la Península, además de otros llegados de los territorios de Ultramar.
En 1810 tuvieron lugar las sesiones iniciales de las Cortes, en el Teatro Real de la Isla. Fueron un total de 223 los diputados que participaron en ellas, entre los que se encontraban los liberales Agustín Argüelles o Muñoz Torrero. En un primer momento, se trataron de unas Cortes Legislativas, con el fin de poner fin a la guerra y redactar unas reformas políticas a favor del Liberalismo, con la intención de ponerlas en marcha una vez pacificado el país.
De esta manera, por primera vez emanada del pueblo español (a diferencia de la ya comentada Constitución de Bayona, que fue impuesta) se habla en España de la libertad de imprenta, de expresión o de reunión. Además, se reconoce el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, imprescindible para conocer el cariz económico del Liberalismo emergente; en este sentido, debe incluirse también la abolición del régimen señorial y la reforma de la Hacienda. Desde el punto de vista político, se decretó, además, la separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).
La situación en la Isla de León se hacía cada vez más peligrosa, debido al constante acoso francés al que se veía sometida la ciudad, ya que las tropas napoleónicas se hallaban a sus puertas. Por ello, se decidió cambiar la sede de las Cortes. Los diputados pasarán a Cádiz, concretamente a la iglesia-oratorio de San Felipe Neri, un recinto de planta ovalada que mejoraba la visión de los diputados.
A partir de este momento, las Cortes pasan a ser Constituyentes, ya que se comenzará a redactar la primera Constitución española. Ésta terminó de concretarse en 1812. El 19 de marzo de ese año, quedó proclamada en la plaza de San Antonio de Cádiz. Nacía, de manera solemne, el primer texto magno legal que surgía de la iniciativa de los diputados españoles. Por haber sido proclamada en la festividad de san José, la Constitución de 1812 pasó a la Historia con el sobrenombre de “La Pepa”.
El texto recoge influencias de la redactada en Francia en los primeros años de la Revolución y de la Americana. Son numerosos sus artículos, debido a la necesidad de justificar absolutamente todo lo que ser recogía en ellos. La principal novedad es la aparición del concepto de “Soberanía Nacional”; con ello, quedaba dicho que el poder emanaba del pueblo, a través de diputados que representaban al pueblo. Por otro lado, se recoge por primera vez el concepto de “ciudadano”. Éste se opondrá al anterior, “súbdito”, propio de las sociedades que se regían por medio del Absolutismo. Así, quedaba asumido el Liberalismo político en España.
El 14 de Septiembre de 1813 se puso fin a las sesiones de Cortes. Poco después, en 1814 terminaba la Guerra de Independencia, lo que favoreció la vuelta de los Borbones a España, bajo la persona de Fernando VII. Los diputados participantes en las Cortes de Cádiz vieron en él la esperanza de poner en marcha la Constitución. Y así ocurrió durante los primeros momentos, hasta que el rey la decretara nula para volver al Absolutismo.