La Batalla de Guadalete
El inicio de la conquista musulmana de la península Ibérica tiene su origen en la Batalla de Guadalete que enfrentó a las tropas del rey visigodo Rodrigo con las tropas de Táriq ibn Ziyad, formadas por musulmanes bereberes procedentes del norte de África. La contienda según se deduce de las crónicas tuvo lugar en el río Wadi Lakka (Guadalete) el día 19 de julio del año 711.
Existe una gran unanimidad de que el nombre Wadi Lakka que aparece en las crónicas de autores musulmanes hace referencia al Río Guadalete. Ha existido, sin embargo, un debate entre historiadores, algunos de los cuales intentaron demostrar que en realidad el lugar de la batalla fue en un emplazamiento entre la población de Medina Sidonia y la Laguna de la Janda en la provincia de Cádiz. La cuestión parece quedar bien definida con los estudios de Claudio Sánchez Albornoz el cual se decanta por la interpretación de que el encuentro tuvo lugar en el río Guadalete.
La responsabilidad en la rápida conquista de la Península Ibérica por parte de las tropas musulmanas recae principalmente en el proceso de desintegración del reino visigodo propiciado por las luchas internas entre facciones de la aristocracia. La monarquía visigoda era de carácter electivo y no hereditario lo cual predisponía a que en la elección de un nuevo monarca surgieran rivalidades y discrepancias solventadas en la mayoría de las ocasiones con disputas bélicas.
Es importante destacar que la Batalla de Guadalete no fue simplemente un enfrentamiento militar, sino un punto de inflexión en la historia de la Península Ibérica. Esta batalla marcó el fin de la dominación visigoda y el inicio de un periodo de dominio musulmán que duraría casi ocho siglos. Durante este tiempo, la cultura, la religión y la sociedad de la Península Ibérica experimentaron cambios profundos y duraderos.
Con este entorno y según se desprende de las fuentes históricas, el noble Rodrigo, escogido como monarca en el año 710 tras la muerte de Witiza, tuvo que afrontar el rechazo de los hijos y partidarios de su predecesor.
Los musulmanes penetraron en la Península Ibérica mediante la permisividad de la facción visigoda enfrentada a Don Rodrigo. Dos personajes brillan con luz propia en estos acontecimientos. Oppas y Don Julián. Oppas, metropolitano de la Bética, cayó en desgracia con la llegada al trono de Rodrigo y buscó apoyos entre los musulmanes del Norte de África.
Por otro lado parece ser que fue el gobernador visigodo de Ceuta Don Julián, fue quien puso los medios necesarios para el desembarco de los islamitas en Hispania. Una explicación un tanto inverosímil para justificar la decisión de Don Julián fue que el rey Rodrigo ultrajó a su hija Florinda la Cava y como venganza pactó con los mahometanos.
Una interpretación más razonable es pensar que las motivaciones detrás del apoyo de los witizianos a los musulmanes eran políticas y el objetivo era deponer al rey Rodrigo del trono.
Ante esta situación los musulmanes desembarcan en Tarifa con unos 7.000 hombres y se hacen rápidamente con Carteia y Algeciras. Don Rodrigo, que se encontraba en el norte de la península luchando contra los vascones y ante las noticias que llegaban, pudo organizar precipitadamente un ejército de varios miles de hombres, se dice que unos 40.000, pero entre los cuales se econtraban los familiares de Witiza y sus aliados. El enfrentamiento con los invasores tiene lugar en el río Guadalete. Pero al inicio de la batalla los witizianos, que tenían a sus órdenes un número elevado de combatientes y que están confabulados con los musulmanes desertan del ejército visigodo y el resto del contingente de Rodrigo queda a merced de las tropas bereberes que le infligen una severa derrota. Con el fracaso visigodo en Guadalete los islamitas conquistarán fácilmente la capital reino, Toledo, en el 714. Desde aquel momento se produce el peregrinar de Don Pelayo y sus fieles que huyendo de la invasión llegarán en el 718 a la Cordillera Cantábrica y fundarán el Reino de Asturias primer bastión de la Reconquista.
En relación a lo que sucedió después de la batalla con Don Rodrigo todo está envuelto en la penumbra. Las fuentes no son claras al respecto pero se barajan varias hipótesis al respecto. Veamos algunas de ellas.
Rodrigo muere y su cuerpo es arrastrado por el río. Esta posibilidad viene avalada por el hecho de que su caballo apareció solo junto a la orilla del río Guadalete. Se trata de la opinión más aceptada.
Algunas crónicas lo sitúan en Sotiel Coronada en la provincia de Huelva (España) donde logra escapar pero malherido fallece al cabo de poco tiempo.
Otras leyendas ubican su final en la Peña de Francia, en la actual provincia de Salamanca, donde fue localizado por las tropas musulmanas dándole muerte en última instancia.
También cuenta la tradición que Rodrigo arrepentido de sus actos con la hija de Don Julián huye hasta Galicia donde en un acto de penitencia se entierra vivo con una serpiente hasta morir.
Asimismo se apunta que alcanzara la Lusitania. Esta suposición vendría respaldada por la presencia hasta el siglo XVIII, según informaciones como la de Antonio Carvalho da Costa en su obra Corografía portuguesa, de una sepultura en la iglesia de San Miguel de Fetal en la población portuguesa de Viseu donde estaba inscrito: “Aquí yace Rodrigo, último rey de los godos”.
La batalla de Guadalete significa el colofón del reino visigodo y el inicio de la presencia islámica en la Península Ibérica donde en algunos lugares mantendrá su dominio hasta la última década del siglo XV.
Es importante entender que la Batalla de Guadalete no fue simplemente un enfrentamiento militar, sino un evento que cambió el curso de la historia de la Península Ibérica. La victoria de los musulmanes marcó el inicio de un periodo de dominio islámico que duraría casi ocho siglos, durante los cuales la cultura, la religión y la sociedad de la Península Ibérica experimentaron cambios profundos y duraderos. La Batalla de Guadalete, por tanto, no solo es relevante por su importancia militar, sino también por su impacto a largo plazo en la historia de España y de Europa.