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El reino de Navarra

Publicado por Raquel

Sancho III el Mayor de NavarraLos orígenes del reino de Navarra se remontan a los albores de la dominación musulmana de la Península Ibérica. En la antigua ciudad romana de Pompaelo (Pamplona) se estableció una especie de protectorado visigodo, subordinado al poder del emirato de Córdoba. De esta manera, se pudo salvaguardar las instituciones locales en la capital Navarra.

En estos momentos del siglo VIII se produce, además, otra circunstancia a tener en cuenta, como fue la formación de la “Marca Hispánica”, la frontera del Imperio Carolingio con Al-Andalus. La intervención de Carlomagno contra los musulmanes en territorio navarro terminó con el ataque de los vascones a la retaguardia en su retirada a Francia, concretamente en el paso de Roncesvalles. Éste fue un episodio inmortalmente plasmado en la “Canción de Roland”. Sin embargo, parece ser que la influencia carolingia no fue tanta como se refleja en la épica medieval del momento.

Las fuentes escritas nos hablan del príncipe pamplonés Iñigo Arista como el primer mandatario de Navarra. Él fue el fundador de la dinastía Arista, que dominó el reino durante sus primeros años de existencia. En teoría, este príncipe le debía fidelidad a los musulmanes, tal y como se había acordado en los años primeros de la dominación. Sin embargo, la independencia de Navarra era prácticamente efectiva.

La dinastía Arista fue sustituida en el año 905 por la Jimena, cuyo primer titular fue Sancho Garcés I. En estos momentos, Navarra se lanza a la conquista de nuevos territorios, a imagen y semejanza del reino de León. En el caso de Pamplona, Sancho Garcés se lanzó a la anexión territorial de la Rioja, buscando la frontera natural del río Ebro. De esta manera, Navarra se integraba en el fenómeno de conquista y repoblación de nuevas tierras, que habían pertenecido a los musulmanes.

El apogeo de esta política territorial navarra se produce en las últimas décadas del siglo X, bajo el rey Sancho III el Mayor. Él será el titular no sólo del reino de Pamplona, sino que tendrá bajo su poder el condado leonés de Castilla, y otros pirenaicos, como Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Sólo los condados catalanes quedaban fuera de su dominio, ya que, además, el monarca de León era vasallo del navarro. De esta manera, Sancho III se convirtió en el rey cristiano más importante de la Península. Incluso sobrevoló sobre su cabeza la aureola imperial.

Sin embargo, la muerte de Sancho III provocó la descomposición de su reino. Entre sus hijos, se repartieron los territorios, separándose Castilla, Aragón y los condados pirenaicos. A partir de estos momentos, Navarra quedará encajada entre estos reinos, no llegando a participar más en las conquistas territoriales contra los musulmanes.

La Baja Edad Media en Navarra se caracterizará por la presencia de diferentes dinastías francesas en el trono. Los primeros en alcanzar la titularidad del reino fueron los condes de Champaña. Su principal rey fue Teobaldo I, con el que se estableció una monarquía con pompa, muy alejada de sus súbditos.

A los de Champaña les sustituyó la dinastía Capeto, que ya ostentaban por entonces el trono francés. Su mandato en Navarra se caracterizó por la práctica ausencia de los reyes en el territorio, algo por otro lado habitual durante los años de dominación francesa. Sin embargo, esta situación variará con la siguiente dinastía, la de los condes de Èvreux. Sus primeros titulares renunciarán a muchas de sus posesiones más allá de los Pirineos para centrarse en Navarra.

Estos años se caracterizarán por la transformación progresiva del reino. A pesar de la gran influencia francesa en el reino de Navarra, las últimas décadas de la Edad Media se caracterizarán por una creciente castellanización del territorio. Un ejemplo de este fenómeno es el idioma; predominantemente, será el castellano el que se imponga al francés.

El momento cumbre de la progresiva influencia peninsular en Navarra se dará en el siglo XVÍ. El protagonista será Fernando II de Aragón, el Católico. En su ímpetu de unidad territorial de la Península, contrajo segundas nupcias con la princesa Germana, de la casa francesa de Foix, reinante en Navarra por entonces. Fue la excusa para la ocupación del territorio en 1512, con el que se ponía fin a la independencia del que había nacido como reino de Pamplona allá por el siglo VIII.