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El Reino de Aragón

Publicado por Pedro

Ramiro IEl núcleo originario de lo que posteriormente será el Reino de Aragón se encuentra en el establecimiento por parte de la dinastía carolingia del reino franco de un sistema político militar de defensa mediante la creación de entidades territoriales que se extendieron desde Barcelona a Pamplona y que sirvieron como frontera frente a los territorios dominados por el Islam en la Península Ibérica. Esta frontera era la Marca Hispánica.

No se puede hablar propiamente de Reino de Aragón hasta el año 1035, cuando Ramiro I, hijo del rey de Pamplona Sancho Garcés III unifica los condados aragoneses de Sobrarbe, Aragón y Ribagorza y se convierte de este modo en el primer rey de Aragón. Se ha discutido la legitimidad de este monarca por haber nacido fuera del matrimonio de su progenitor, pero el análisis de la documentación del período parece no establecer ninguna distinción entre él y sus hermanos legítimos pese a esta realidad.

Un pleito sucesorio con los territorios de Navarra, que desde 1076 a 1134 formaban parte del Reino de Aragón, tras el fallecimiento en 1134 de Alfonso el Batallador el cual al morir sin descendencia entregaba sus posesiones territoriales a las órdenes militares más importantes de la época, los Templarios especialmente, provoca que el Reino de Navarra se separe de la tutela de Aragonesa. Ante esta situación se produce un hecho trascendental para la historia de los siglos posteriores. La nobleza de Aragón deseando consolidar su hegemonía busca nuevas alianzas mediante enlaces matrimoniales. Y las hallan en los condados catalanes que desde finales del siglo X gozaban de una independencia construida después de la negativa del conde de Barcelona, Borrell II, de renovar su vasallaje con la dinastía capeta del reino Franco. La ruptura con este reino venía motivada por las continuas denegaciones de ayuda de los monarcas francos, ante las incursiones islámicas, en los territorios catalanes situados en la Marca Hispánica.

Escudo Corona de AragónLa alianza entre los territorios de Aragón y Cataluña fructifica con el matrimonio entre Petronila, hija de Ramiro II Rey de Aragón y Ramón Berenguer IV Conde Barcelona y pone los cimientos de la Corona de Aragón y el inicio de su etapa de mayor esplendor. Los reyes posteriores surgidos de esta línea sucesoria serán mencionados como “Rey de Aragón y Conde Barcelona”.

Territorialmente la corona de Aragón estaba formada en este período por los siguientes dominios: Las demarcaciones conquistadas por Ramón Berenguer IV. Los Condados de Barcelona. Las tierras provenzales pertenecientes a los Condes de Barcelona. El Reino de Aragón y posteriormente los ducados de Atenas y Neopatria, la isla de Sicilia y Cerdeña.

La etapa posterior a la unificación se caracterizó por una importante ampliación de los dominios de la Corona de Aragón. A la conquista del Reino de Valencia y de Mallorca en el siglo XIII gracias a las campañas militares de Jaime I el Conquistador, todo ello dentro del contexto de la expansión cristiana en la Península Ibérica en su lucha contra el Islam, hay que añadir una importante expansión comercial y militar en el Mediterráneo que alcanzará un gran desarrollo gracias a los comerciantes catalanes. Durante este periodo, la Corona de Aragón no solo se expandió territorialmente, sino que también se consolidó como una potencia marítima en el Mediterráneo, compitiendo con otras potencias como Génova y Venecia. La creación de una flota naval poderosa permitió a la Corona de Aragón controlar rutas comerciales cruciales, lo que impulsó el crecimiento económico de sus territorios.

Pero la muerte sin descendencia del rey de la Corona de Aragón, Martín el Humano, en 1410 provoca un período de interregno en el cual se dirime quien ha de ser nombrado monarca. Las divisiones entre la nobleza de los diferentes territorios provocarán que el trono sea finalmente adjudicado, mediante El Compromiso de Caspe, a un miembro de la dinastía castellana de los Trastámara: Fernando de Antequera (Fernando I de Aragón). El camino hacia la unidad de las coronas de Castilla y Aragón en los años siguientes en las figuras del los reyes Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla estaba hecho.

El descubrimiento de América en 1492 tuvo repercusiones importantes en la Corona de Aragón. Alejada del comercio con las Indias, motivado por el control que sobre la monarquía ejercía la nobleza de Castilla, la inclusión de instituciones ajenas a la tradición aragonesa y catalana como el virreinato y el Consejo de Aragón en sus territorios, lastrarán en gran medida la anterior autonomía de los territorios de Aragón. A ello hay que añadir la progresiva pérdida de influencia comercial en el Mediterráneo por parte de los comerciantes catalanes. Todo ello propiciará la inexorable decadencia de estos territorios en los siglos venideros.

Finalmente el problema sucesorio originado por el fallecimiento sin descendencia del rey de España de la casa de Austria en el año 1700, Carlos II, será el detonante del conflicto bélico que enfrentará a los partidarios de la casa de Borbón contra los partidarios de la casa de los Austria por hacerse con el control de la Corona española y sus dominios. En 1707 mediante Los Decretos de Nueva Planta, creados por los borbones vencedores, para unificar la administración y las leyes de los diversos territorios de la monarquía, se suprimen los fueros y el derecho civil de los antiguos territorios de Aragón. Este hecho marcará su final después de ocho siglos de existencia.

A pesar de la decadencia política y económica, la herencia cultural de la Corona de Aragón perdura. La arquitectura gótica aragonesa, la literatura en lengua catalana y aragonesa, y las tradiciones jurídicas y administrativas dejaron un legado que influenció el desarrollo cultural e institucional de España. La Corona de Aragón también fue un crisol de culturas, donde convivieron cristianos, judíos y musulmanes, lo que enriqueció su patrimonio cultural y científico. Este legado multicultural es un testimonio de la diversidad y riqueza histórica de la región, que sigue siendo un punto de referencia en la identidad cultural de Aragón y Cataluña.