El reinado de Alfonso XIII
De 1902 a 1931 se prolongó en España el reinado de Alfonso XIII. Hijo de Alfonso XII y de María Cristina de Habsburgo, alcanzó el trono a la edad de dieciséis años, tras la Regencia que había ejercido su madre. Su reinado se caracterizará por una constante agitación social y política, que desembocaría en la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) y en el exilio del rey y la posterior proclamación de la Segunda República, en 1931.
Poco antes de que Alfonso XIII accediera al trono, España había sufrido una importante derrota frente a Estados Unidos, que le había costado las colonias de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Fue el denominado “Desastre del 98”. La conmoción generalizada que este fenómeno provocó en la sociedad española fue la piedra con la que se inauguró el reinado de Alfonso XIII.
Al igual que ocurriera las décadas anteriores, los gobiernos que se van a suceder en los años del nuevo monarca se caracterizarán por la alternancia política. El sistema ideado por Canovas del Castillo y puesto en marcha durante la Restauración siguió dándose durante el reinado de Alfonso XIII. Por entonces, continuará vigente la Constitución de 1876, caracterizada por la soberanía compartida ente el Rey y las Cortes, con amplios poderes para el primero. En estos años, sonarán nombres como Antonio Maura, Eduardo Dato, José Canalejas o el Conde de Romanones. Cada uno de un sello político, serán los encargados de conducir la política española en todos sus aspectos. El progresivo agotamiento de la alternancia de partidos será uno de los aspectos que precipite la caída del rey.
Dos serán los grandes problemas que se producirán durante estos años. Por un lado, la cuestión social. Las constantes desigualdades sociales causadas por la creciente industrialización del país provocaron numerosos disturbios, agravados a partir de 1917, con el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia. El auge del anarquismo en España acompañó las protestas sociales. Uno de los capítulos más destacados fue el atentado que sufrió el propio Alfonso XIII el día de su boda con Victoria Eugenia de Battemberg, en 1906.
El otro gran problema de este reinado fue la cuestión marroquí. Las ansias de independencia del territorio norteafricano, unida a la constante presión francesa sobre el protectorado, provocaron la convocatoria de la Conferencia de Algeciras (1906), sin que con ello cesaran los choques. En España, el reclutamiento obligatorio de soldados para combatir a los rebeldes rifeños fue el desencadenante de la llamada “Semana Trágica de Barcelona”. La negativa de los jóvenes catalanes a ser reclutados provocó una violenta represión estatal, por lo que las protestas se multiplicaron.
Por otro lado, las soluciones aportadas en Algeciras no satisficieron a los marroquíes, que se levantaron en armas contra las tropas españolas en el territorio. En 1921 el caudillo Abd-el-Krim encabezó una sangrienta sublevación en el Rif, conocida como el “Desastre de Annual”. El problema de Marruecos no quedaría controlado hasta el desembarco español en Alhucemas, ya en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, el gobierno de Eduardo Dato decretó la neutralidad española. Ello provocó cierto despegue económico con la posguerra, ya que España fue uno de los países que terminó vendiendo recursos a los beligerantes. Sin embargo, se sacó poco partido a esa ventaja inicial, que terminaría menguando con la crisis internacional de 1929.
La creciente crispación social y política a cuenta del problema de Marruecos provocó la intervención militar en 1923. El general Primo de Rivera encabezó un pronunciamiento que le terminó dando, por parte del rey, la jefatura del gobierno. La dictadura impuesta se prolongó durante siete años, durante los cuales se realizaron numerosas obras públicas (embalses, carreteras) y se controló el Rif.
Sin embargo, el propio desgaste del régimen militar y la crisis económica de 1929 precipitaron su caída. Primo de Rivera se exilió en Francia, dejando el gobierno a Dámaso Berenguer y Juan Bautista Aznar. Éste convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. El triunfo mayoritario de los partidos republicanos en las principales ciudades hizo abdicar a Alfonso XIII, que al día siguiente partía desde Cartagena, camino del exilio en Italia. Esta circunstancia dio luz verde para la proclamación de la Segunda República Española.