Carlos II de España, «el hechizado»
Carlos II (1661-1700) fue el último rey de España perteneciente a la dinastía de los Austrias. Su reinado estuvo marcado por el progresivo declive del poderío español en Europa, a la par que el monarca se marchitaba por motivo de su débil salud y sus deficiencias mentales, que tradicionalmente se han atribuido a la política de casamientos de la familia Habsburgo.
Había nacido en Madrid del matrimonio entre Felipe IV (rey entre 1621-1665) y Mariana de Austria, y desde sus primeros años dio muestras de extrema debilidad, escasa inteligencia, y problemas de salud de todo tipo (como la impotencia) que lo convertían en completamente incapaz para el gobierno. Por si fuera poco, su educación se centró exclusivamente en el campo de lo teólogico, descuidándose cualquier ámbito administrativo o de gobierno, precisamente porque se entendía que el muchacho, por su estado físico, no duraría mucho.
El contexto hispano en aquéllos años de infancia de Carlos II no podía ser más desalentador. España estaba en un estado económico lamentable, y los franceses aprovechaban la incapacidad de la monarquía para arrebatarles territorios en sucesivas guerras: la Paz de Aquisgrán de 1668 ponía fin a la Guerra de la Devolución, y suponía la renuncia a varias ciudades del sur de Flandes en favor de Luis XIV de Francia.
Cuando muere Felipe IV en 1665, el reino queda en manos de la madre de Carlos IV, Mariana de Austria, que asumirá la regencia hasta 1675, apoyada por el jesuita Juan Everardo, que por motivo de sus fracasos en las negociaciones de paz con Francia se ganó la enemistad de la Corte y del hermanastro de Carlos II, Juan José de Austria, que mediante un golpe de mano logró conducirle al exilio en 1669. El sucesor de Everardo, Fernando de Valenzuela (hasta 1675), no lograría mejores resultados, y su política encendería aún más los ánimos de la nobleza.
Juan José logró desplazar a Valenzuela una vez Carlos II fue proclamado rey en 1675, y desde 1677 se convirtió en el nuevo valido, apoyo de un rey imposibilitado mental y físicamente para el gobierno. Pero, por desgracia para el futuro de la monarquía, Juan José, que era un hombre activo, inteligente y audaz murió pronto, y no pudo superar las luchas con la nobleza que sacudían el reino. El mismo año de su muerte, 1679, por la paz de Nimega, Carlos II cedía a Francia el Franco Condado, y contraía matrimonio con su primera esposa, María Luisa de Orleans, que a la sazón era sobrina de Luis XIV de Francia. Para superar un matrimonio fracasado de antemano, la reina buscó refugio en la religión, y aunque amó a Carlos sinceramente, no tuvo de él ningún hijo, muriendo en 1689.
La situación política se ensombrecía cada vez más para Carlos. Los ministerios del duque de Medinaceli (1680-1685) y del conde de Oropesa (no tuvieron los efectos esperados en la reforma de la Hacienda, y las guerras con Francia cada vez resultaban más desastrosas. Carlos II perdía Luxemburgo ante los franceses en 1684, y recuperaba Cataluña (perdida en 1691) a un alto coste colonial por el tratado de Rijswijk en 1697.
Por si fuera poco, su matrimonio con Mariana de Neoburgo (en 1689) demostró ser un desastre, lo que empeoró la salud del rey, que era conocido, a causa de su decadente estado de salud física y mental, como el Hechizado. Su evidente falta de salud y la falta de descendencia directa motivaron tensiones en Europa. Carlos quería ser sucedido por su sobrino (hijo de su hermana María Teresa) Felipe de Anjou, una vez hubo muerto José Fernando de Baviera en 1699 (primer candidato). Esto suponía que el trono español quedaba en poder de los Borbones, que ya gobernaban en Francia.
El temor en Europa de que Luis XIV reuniera bajo su cetro tan vasto imperio (Francia y posesiones coloniales, más España y posesiones coloniales y europeas) asustaron a las potencias europeas, que crearon una coalición, cuyos máximos exponentes fueron Inglaterra, Holanda y Austria. Carlos II murió en noviembre de 1700, habiendo dejado en el testamento que sería sucedido por Felipe de Anjou, lo que contrariaba al tratado de partición acordado entre las potencias. Francia, beneficiada por el testamento de Carlos II, apoyó a Felipe de Anjou, lo que desencadenó la guerra de Sucesión Española, que supondría el establecimiento de los Borbones en el trono español después de una guerra que duró entre 1701-1714. En ella, España perdió sus posesiones europeas y quedó relegada al puesto de potencia de segundo orden.