Batalla de Teruel
A 210 kms. de Madrid, ubicada en el centro este de España se halla Teruel, que fue el escenario de las luchas desarrolladas durante la Guerra Civil Española entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938.
Si bien los nacionalistas dominaban en el norte no habían aún podido tomar Madrid, pero la idea continuaba, y los republicanos teniendo noticias de un posible avance de sus enemigos para el 18 de diciembre, primero trazaron un plan para atacar Extremadura desde Zaragoza pero luego lo cambiaron, y apostaron sus fuerzas, aproximadamente 90.000 hombres, al sur de Teruel, localidad en manos de los nacionales que la habían atrincherado y alambrado, para obligar a los nacionales a pelear en un lugar que ellos no habían elegido. Los ideólogos de la República eran el Ministro de Defensa, Indalecio Prieto, y los Coroneles Hernández Saravia y Vicente Rojo.
Una centena de aviones se dirigieron a los aeródromos de Levante y el ejército se dividió en tres cuerpos: el XVIII, el XX y el XXII, apoyados por un centenar de tanques rusos, para enfrentar a los franquistas de la división 52, que se hallaba en Teruel (casi 4.000 efectivos) comandados por el coronel Domingo Rey d´Harcourt. La población civil colaboró duplicando la cifra de hombres.
A las 15 horas, del día 15 de diciembre los republicanos, bien equipados para el frío intenso, armados y organizados, al mando de Juan Hernández Saravia, atacaron en movimiento envolvente, de acuerdo a la estrategia planeada. Líster, al mando de la División 11, tomó Concud, y San Blas es ocupada por la División 25. El 16, cae el pueblo del Campillo. La ciudad es rodeada y sitiada, impidiendo que le lleguen suministros. El frío y la nieve son un escollo importante para el avance.
Los aviones nacionales que llegaron para defender la plaza son derrotados por la aviación republicana hacia el día 17. Cae la Muela de Villastar, y el día 18 es atacado el Cementerio Viejo. El día 19 de diciembre se empieza a combatir dentro de la ciudad, evacuándose a los civiles, aunque muchos fueron víctimas del asalto, en la cancha de fútbol y en el cementerio.
La entrada definitiva de los republicanos en la ciudad de Teruel, se produjo el 22 de diciembre, en un combate casa por casa, con apoyo de la artillería, e incluso con el uso de bayonetas. Los puntos de mayor encuentro fueron el Hotel Aragón, la delegación de Hacienda, el Banco de España y el Convento de Santa Clara.
A pesar de que la victoria parecía estar de su lado, los republicanos habían sufrido muchas bajas, y los nacionales no estaban dispuestos a resignar tan fácilmente la plaza. La reconquista de Teruel se puso en manos de los generales Varela y Aranda, que por el sur y por el norte, respectivamente, ingresarían en la ciudad. Ya en la última semana de diciembre habían logrado retomar Campillo y san Blas.
El general Rafael García Valiño, a cargo de la división Navarra, ocupa algunas otras zonas aledañas. La artillería italiana y la aviación, sobre todo la alemana Legión Cóndor apoya a los nacionales, con bombardeos.
Del lado republicano, la defensa de la ciudad fue puesta a cargo de Cuerpo XXII, mientras el resto de las fuerzas se coloca en otras posiciones defensivas. El general Saravia ordena volar los puentes, lo que frustra la tentativa de los nacionales de ingresar el 2 de enero. Las minas estallan por doquier. El 3 de enero la iglesia de Santo Domingo es destruida por la acción de una mina. Lo mismo acontece con el cine Parisiana y el edificio de la Audiencia. El 8 de enero se logra que la ciudad se rinda, tras minar varios puntos de resistencia, entre los cuales los más difíciles fueron la Comandancia y el Seminario. Ángel Sánchez Batea, es elegido Alcalde la Ciudad el 14 de enero de 1938. Siguiendo su plan original Rojo apuesta a atacar Andalucía, pasando primero por Extremadura.
Sin embargo tres días después, las alturas que rodean Teruel pasa otra vez a manos franquistas y el 22 de enero ocupan la margen derecha del río Alfambra, sitiando a los republicanos, quienes tratan de liberar Teruel, atacando el día 25, con artillería, aviación e incluso a bayonetas, pero la respuesta de los nacionales, es muy efectiva.
Los nacionales atraviesan el río Alfambra el 7 de febrero para rodear a los republicanos, atacando por Pancrudo. El 18 de febrero logran cortar la carretera de Corbalán, y recién el 19 de febrero los republicanos, reciben los refuerzos del V Cuerpo, cuando el cerco ya es imposible de franquear.
Valentín González “El Campesino”, a cargo de la División 46, da la orden de retirarse, lo que le valdrá el mote de “cobarde” por parte de sus superiores. Pero salir tampoco es tarea fácil, y muchos soldados son muertos en la huida o hechos prisioneros. El 22 de febrero, los nacionales ocupan otra vez Teruel, sumida en muerte y destrucción. El camino al triunfo franquista seguía su derrotero para dirigirse al noreste. Se avecinaba la Batalla del Ebro.
El saldo fue miles de muertos para ambos bandos y pérdidas materiales. Los republicanos además, sufrieron 14.000 prisioneros.
La Batalla de Teruel fue una de las más feroces y sangrientas de la Guerra Civil Española. La lucha por la ciudad fue un punto de inflexión en el conflicto, marcando un antes y un después en la estrategia militar de ambos bandos. La dureza del invierno, con temperaturas que descendieron hasta los -18 grados, añadió un elemento de sufrimiento extremo para los combatientes y la población civil.
La ciudad de Teruel, con su patrimonio arquitectónico de gran valor, sufrió daños irreparables. Edificios históricos como la iglesia de Santo Domingo y el cine Parisiana fueron destruidos, y gran parte de la ciudad quedó en ruinas. La población civil, atrapada en el fuego cruzado, vivió momentos de auténtico terror. Muchos fueron evacuados, pero otros no tuvieron tanta suerte y perdieron la vida en el asalto.
La Batalla de Teruel también es recordada por la participación de la Legión Cóndor alemana y la artillería italiana, que apoyaron a los nacionales con bombardeos. Esta intervención extranjera fue un factor determinante en el desenlace de la batalla.
A pesar de la victoria inicial republicana, los nacionales lograron retomar la ciudad en febrero de 1938. La derrota republicana en Teruel fue un golpe duro para la moral de sus tropas y marcó el inicio de una serie de derrotas que culminarían con el fin de la Guerra Civil Española en 1939.