La Masonería
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Tuvo su origen, supuestamente en la Edad Media, en algunas asociaciones profesionales francesas de constructores de edificios (maçons). Éstos se reunían en gremios, regulados por normas que los instruían en los secretos del oficio.
En el año 1717, surgió una nueva etapa ya no ligada a la actividad de la construcción, con la creación de la Gran Logia de Londres. Las Constituciones donde se establecen los estatutos sobre cuyas bases van a desarrollar su acción fueron redactados en 1721, por el Gran Maestre, James Anderson, un pastor protestante.
Las logias son fragmentaciones formadas por grupos de personas miembros, que se reúnen en secreto con fines de ayuda mutua, celebrando rituales esotéricos. Varias Logias pueden agruparse en asociaciones mayores que reciben el nombre de Gran Logia, Gran Oriente o Gran Priorato. Comprende 33 grados, en una escala de jerarquías en las que se ubican “los hermanos” que la integran. Los tres primeros grados, en los cuales se encuentran la mayoría de los miembros, son los de aprendiz, oficial y maestro. El grado supremo es el de Soberano gran inspector general. Poseen símbolos que los identifican como la escuadra, el compás o el mandil.
Bajo las ideas del liberalismo individualista, propugnaron como lema, la libertad, la igualdad y la fraternidad, los mismos que en 1789, impulsaron a los revolucionarios franceses, sobre quienes influyeron, a través de la Gran Logia de Francia creada en 1743. Este movimiento luego se extendió a varios países europeos como Holanda, Italia, España, Alemania y Bélgica. En Inglaterra tuvo gran influencia en las revoluciones de 1648 y 1688. En el continente americano se impusieron en Estados Unidos, México, Venezuela, Colombia y Argentina, teniendo importancia en la gestación de las ideas de independencia de las colonias europeas en América.
Entre algunos masones destacados pueden nombrarse a Voltaire, George Washington, Winston Churchill, Simón Bolívar y José de San Martín, quien integró la Logia Lautaro, cuyo fin era lograr la independencia americana.
Desde 1738, fueron condenados por la Iglesia, desde el Papa Clemente XII, en 1738, y sobre todo, por el Papa León XIII, en su encíclica “Humanum genus” de 1884. La crítica se basa en que se aceptan como miembros o hermanos a personas de cualquier religión, ya que la idea es establecer una religión común universal, poniendo a todas en un plano de igualdad. Esto se denomina indiferentismo cultural. Además, confían en la razón y en la fuerza de voluntad del hombre, independiente de la de Dios, para alcanzar el fin de una vida recta y honrada. Dios cumple el papel de creador del mundo y el hombre es el creador de su propio destino. Los masones, al igual que el filósofo iluminista Rousseau, adoptan la idea de un hombre naturalmente bueno. El cristianismo lo considera una criatura caída y redimida, que necesita para cumplir su fin último a Dios.
Se trata además de borrar los límites entre los estados, uniendo a todos los hombres del planeta sin distinción de banderas, lo que se conoce con el nombre de internacionalismo. Esto también es puesto en tela de juicio por la iglesia ya que se destruiría el concepto de patria.
Durante el siglo XIX, adquirieron posturas más conservadoras, distinguiéndose las Logias lideradas por Inglaterra, de estricta observancia a la moral y a las costumbres y la francesa, con mayor compromiso político y liberal, que se desvincularon a partir de 1877 en que el Gran Oriente de Francia, quitó la obligación de la creencia en un ser supremo.
Así, a partir de entonces, se distinguieron una Logia conocida como Regular, bajo la preeminencia de la Gran Logia Unida de Inglaterra, basada en el reconocimiento de un ser superior, no importa la religión a la que se pertenezca, no aceptándose mujeres entre sus miembros.
Por otro lado, liderados por el Gran Oriente de Francia, surge la liberal o adogmática, que admite entre sus miembros también a los ateos, y a las mujeres, tomando ingerencia en la vida religiosa y política, al contrario de la anterior.
Luego de varios intentos frustrados se logró la unificación de las Logias, en 1961, basados en la mutua tolerancia y en la libertad de conciencia.
Es importante destacar que la masonería, a pesar de su naturaleza secreta, ha tenido un impacto significativo en la historia moderna. Su influencia se puede ver en los ideales de la Ilustración, en los movimientos revolucionarios del siglo XVIII y XIX, y en la formación de las democracias modernas. La masonería también ha jugado un papel en la promoción de la educación y la filantropía.
Además, la masonería ha sido objeto de numerosas teorías de conspiración y críticas, muchas de las cuales se basan en malentendidos o desinformación. Aunque es cierto que la masonería tiene rituales y símbolos secretos, estos son principalmente simbólicos y se utilizan para enseñar lecciones morales y éticas. La masonería no es una religión, aunque promueve la tolerancia religiosa y la búsqueda de la verdad.
En resumen, la masonería es una fraternidad global que ha jugado un papel importante en la historia y que continúa siendo relevante en la sociedad actual. A pesar de los mitos y las controversias que la rodean, la masonería sigue siendo una organización comprometida con la promoción de la virtud, la moralidad y la fraternidad entre los hombres.