Inocencio III
Lotario Di Segni, futuro Papa Inocencio III, nació en Anagni (Italia) en el año 1161 en una familia perteneciente a la nobleza. Fue su tío Clemente III, y su padre, el Conde Trasimund de Segni, quien le dio una esmerada educación, encauzando su vocación eclesiástica. Se formó teológicamente en la Universidad parisina, para completar sus estudio en Bolonia, sobre Derecho Canónico.
Fue nombrado Cardenal, por el Papa Celestino III, a quien sucedió en el enero 1198, tras su fallecimiento, elegido por unanimidad por el Colegio cardenalicio. Durante su pontificado, Inocencio III se esforzó por consolidar y expandir la autoridad papal, tanto en asuntos espirituales como temporales, lo que le llevó a enfrentarse con varios reyes y emperadores de la época.
En este período, en Alemania, se enfrentaban dos facciones. Una, la de los güelfos, representada por la nobleza y los religiosos, partidaria de un poder político imperial con pocas atribuciones, con predominio de los señores feudales, y de la iglesia. Ésta debía actuar en el plano espiritual y político. La otra corriente, la de los gibelinos, pugnaba por poderes amplios del emperador, con un Papa alejado de los asuntos terrenales.
Así, en concordancia con la primera facción, Inocencio III, se caracterizó por impulsar el poder de la iglesia en todos los órdenes de la vida, incluso en el político, disputándole potestades al emperador. Se proclamó como Vicario de Cristo (o sea como quien sustituye a Cristo en la vida terrena) por lo cual todos los asuntos que en ella acontecieran, eran de su incumbencia.
Además de su intervención en los asuntos políticos, Inocencio III también se destacó por su papel en la reforma de la Iglesia. Él promovió la educación del clero y la reforma de la vida monástica, y también se esforzó por mejorar la disciplina y la moralidad de la Iglesia en general. Su pontificado también fue notable por su promoción de la cultura y las artes, y se le atribuye la fundación de la Universidad de Roma.
Inocencio III también fue conocido por su papel en la promoción de la justicia social y la caridad dentro de la Iglesia. Él creía firmemente en la responsabilidad de la Iglesia de cuidar a los pobres y desfavorecidos, y trabajó para implementar políticas que reflejaran estos valores. También se esforzó por mejorar la relación entre la Iglesia y el pueblo, buscando fomentar una mayor participación de los laicos en los asuntos de la Iglesia.
Intentó intervenir, tras la muerte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Enrique VI, que se produjo el 28 de septiembre de 1197, en la designación del sucesor. Enrique VI ya se había enfrentado por este tema con el Papa, con Inglaterra, y con la nobleza alemana, pues él deseaba convertir el cargo en hereditario.
Inocencio III, contra la candidatura del hermano menor del emperador, Felipe de Suabia, apoyó el nombramiento de Otón de Brunswick, quien logró vencer a su adversario, el que fue asesinado el 21 de julio de1208. Otón IV logró convertirse en emperador de Alemania en el año 1209. A cambio del apoyo brindado, el Papa exigió al nuevo emperador, que Sicilia quedara bajo el mano feudal del papado.
La amistad entre Otón IV y el Papa, no duró mucho, a causa de las campañas realizadas por el emperador en Italia, y fue excomulgado.
El pupilo de Inocencio III, Federico II Hohenstaufen, hijo de Enrique VI, y que había sido nombrado ya en el año 1196, rey de los romanos, pero que había sido desplazado por su tío, y luego por Otón IV, fue designado rey de Sicilia en el año 1198. Siendo Otón IV depuesto por la dieta de Nurenberg (1212), se nombró como nuevo emperador a Federico II. Otón resistió su desplazamiento hasta 1215, donde fue combatido con a ayuda de Felipe II de Francia. Fue recién en el año 1220 que el Papa Inocencio III pudo coronar a su candidato a emperador.
Contra Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra, se inició en 1205 una controversia sobre la designación del sucesor del arzobispo de Canterbury, deseando ambos (el rey inglés y el Papa) nombrar a sus respectivos candidatos. Esta contienda culminó con la excomunión del rey, que finalmente debió reconocer la autoridad papal, como vasallo, en el año 1213.
Fue Inocencio III quien convocó la Cuarta Cruzada en el año 1202 para reconquistar Jerusalén, atacando en forma directa a Egipto, con el aporte económico de Venecia, para lo cual conquistaron Zara (Hungría) y luego saquearon Constantinopla, desviando el propósito inicial del Papa. Ante la firme oposición de Inocencio III se excomulgó a muchos cruzados, ya que la idea de esta empresa era atacar a los musulmanes, y no a los cristianos del Imperio Bizantino, con fines comerciales.
Los cátaros, era un movimiento religioso cristiano, que se oponía a la iglesia católica, basados en el evangelio de San Juan, creyentes en un Cristo espiritual, ya que lo material era pecaminoso. Condenaban las jerarquías, las guerras y las matanzas de animales. Fueron considerados herejes, y ante lo vano del cometido de convertirlos pacíficamente, el Papa impulsó la Cruzada Albigense en el año 1209, apoyado por los reyes franceses de la dinastía de los Capetos.
Convocó en el año 1215, al IV Concilio de Letrán, donde se condenó a los opositores de la iglesia como los ya mencionados cátaros y a los valdenses, que profesaban la oposición a la riqueza, predicando una vida humilde y pobre. Se refirió a los impedimentos para contraer matrimonio, y se impuso la obligación de la confesión, que debía hacerse anualmente; y en Pascua, la comunión. Para luchar contra la herejía apoyó la formación de las órdenes religiosas de dominicos y franciscanos.
Falleció el 16 de junio de 1216, en Perugia. Su legado perdura en la historia de la Iglesia Católica, siendo recordado como uno de los Papas más influyentes de la Edad Media, cuya visión y liderazgo ayudaron a moldear la Iglesia y la política europea durante su tiempo. Su influencia se extendió más allá de la Iglesia, y su legado sigue siendo un tema de estudio y debate entre los historiadores y teólogos hasta el día de hoy.