Recaredo I
Perteneciente a la dinastía de los visigodos, Recaredo gobernó el reino desde el 586 al 601.
Sucesor del destacado rey Leovigildo, quien gobernó desde el 572 hasta el momento en que asciende su hijo.
Si bien el trono pertenecía a su hermano Hermenegildo, tras la muerte de éste en una revuelta, Recaredo quedó como único descendiente del reino.
La asociación al trono por parte de su padre generó controversias dentro de la nobleza visigoda de la Hispania romana por considerarse que de ese modo se institucionalizaba un nuevo modo de acceso a la monarquía. En tanto que los visigodos tenían un método selectivo, Leovigildo impuso el hereditario.
Durante su reinado, Recaredo debió enfrentar diversas luchas entre los nobles. Destacado militar, combatió ya en vida de su padre contra los francos, borgoñes y ostrogodos, en todos los casos con éxito sobrado.
Cabe mencionar que entre el siglo VI y el IX, las invasiones bárbaras de características violentas dominan el panorama medieval. El antiguo Imperio Romano queda dividido en reinos romano germánicos. La lucha del cristianismo oficializado por Constantino está en conflicto permanente con las religiones paganas de los reyes bárbaros.
Leovigildo había fracasado en el intento de unificar la religión entre los hispano romanos y los hispano godos, aún así, el matrimonio estaba terminantemente prohibido.
Su hijo pasó a la historia por ser el primer rey visigodo en abrazar la fe de Cristo. De tradición arriana, se bautizó en secreto al año de asumir. Es así como Hispania comienza su tradición cristiana, deviniendo ésta la religión oficial del Estado en el III Concilio de Toledo.
Cabe mencionar que los arrianos aceptaban la divinidad de Cristo pero no la del Espíritu Santo.
Con el establecimiento del cristianismo, Recaredo instituyó un cesaropapismo que derivó en conflictos tanto civiles como religiosos en cuanto a potestades, derivando en diferentes luchas con los arrianos insurgentes y con los bizantinos por el litoral andaluz. Falleció en Toledo en el 601, cuando todo contribuía a la unificación religiosa, política y étnica. Aún así, su descendiente, Liuva, solo pudo permanecer en el poder por un año y medio; siendo destronado por Witerico en función de la ley germánica y retornando al régimen de acceso al poder mediante el método selectivo.