Los viajes de Marco Polo
En el siglo XIII, un viajero veneciano, llamado Marco Polo, descendiente de comerciantes, realizó un relato de las grandilocuencias vistas en oriente, de sus inconmensurables riquezas y gustos exóticos, que serían estímulo para que Colón se lanzara a la aventura en el siglo XV, lo que le permitió hallar el continente americano, por error.
El naciente capitalismo fue lo que impulsaba en la baja Edad media, a encontrar individualmente nuevos mercados. Este contexto histórico fue crucial para que las exploraciones de Marco Polo tuvieran un impacto duradero, ya que sus relatos no solo despertaron la curiosidad de los exploradores, sino que también fomentaron el deseo de establecer rutas comerciales directas con Asia.
Marco Polo se sintió atraído por las riquezas que existían en China, lugar donde fue llevado con apenas 17 años, por su padre Nicolo y por su tío Mateo, en su segundo viaje (el primero lo habían realizado en el 1260). Durante este viaje, Marco Polo tuvo la oportunidad de observar de cerca la cultura y las prácticas comerciales de las regiones que atravesaron, lo que le permitió adquirir un conocimiento profundo de las costumbres orientales.
Atravesaron Persia, pasando por los montes del Badakchan, en Afganistán, con gran riqueza minera, transitaron en Asia Central por las alturas heladas del Parir, y también por lugares abandonados y desérticos. En su trayecto, Marco Polo documentó la diversidad de paisajes y la riqueza cultural de las comunidades que encontró, lo que enriqueció su relato y lo convirtió en una obra de referencia para futuros exploradores.
Arribaron a Kaiping, en el mes de mayo de 1275, donde residía el Gran Kan o jefe supremo, Kublai. En ese lugar existían ciento ocho templos. La magnificencia de la corte del Gran Kan impresionó a Marco Polo, quien describió con detalle las ceremonias y las estructuras arquitectónicas que presenció.
Pekín, llamada por Marco Polo, Cambaluc, lo maravilló, y en sus relatos contó sobre la geografía, historia y costumbres, permaneciendo en la corte del emperador, donde se sintió muy cómodo y aprendió rápido el idioma tártaro. Fue enviado a viajes por diferentes países en misiones políticas. Durante estas misiones, Marco Polo tuvo la oportunidad de interactuar con líderes de diversas culturas, lo que le permitió ampliar su comprensión del mundo y enriquecer sus relatos.
Gracias a sus narraciones se conoció que en esos lugares se usaba el papel moneda, en lugar de la moneda metálica, para realizar los intercambios comerciales, y estimuló el comercio entre occidente y oriente. También contó sobre el sistema de posta, el carbón vegetal (que reemplazaba a la leña y ardía por un tiempo más prolongado), el amianto y los vientos alisios. Además, Marco Polo describió las innovaciones tecnológicas que observó, como el uso de la pólvora y la seda, que más tarde se convertirían en productos codiciados en Europa.
Retornó a Venecia en el año 1295. Escribió, a partir de 1298, dictándole el contenido a un compañero de celda (fue un preso político) Rastichelio de Pisa, “Il Milione” o “El libro de Milione” (Marco Milione era su apodo) contando sus experiencias, sirviendo para la elaboración de mapas junto a los aportes de Ptolomeo. Este libro se convirtió en una fuente invaluable de información para los cartógrafos y exploradores europeos, quienes lo utilizaron para planificar sus propias expediciones.
La obra tardó en rendir frutos, pues la paz de los mongoles fue alterada y no pudo realizarse con ellos una alianza, lo que se vio mucho más impedida cuando en el siglo XV se produjo la invasión turca. Sin embargo, el legado de Marco Polo perduró, ya que sus relatos continuaron inspirando a generaciones de exploradores y comerciantes que buscaban descubrir y conectar los mundos de Oriente y Occidente. La influencia de sus descripciones se extendió más allá de su tiempo, contribuyendo al desarrollo de la cartografía y al entendimiento cultural entre civilizaciones distantes.