Los godos
Pueblo guerrero, seminómada, de origen indoeuropeo, proveniente de la actual Suecia que hablaba una lengua emparentada con el germano antiguo. Eran paganos, siendo su Dios Principal, Gutton, del que creían descender. Adoraban también como la mayoría de los pueblos de la antigüedad, a los fenómenos de la naturaleza.
Se asentaron en las costas bálticas hacia el siglo I, emigrando hacia el Sureste, estableciéndose en las costas del Mar Negro, organizados en clanes, en el Siglo III. Allí, en lo que es actualmente Ucrania, convivieron con numerosos pueblos, en guerra permanente.
Cada clan godo tenía un jefe o líder pero las decisiones trascendentes la tomaba una Asamblea de hombres libres, que en caso de decisiones importantes o que pusiera en peligro a la población, nombraba un líder general, que tomaba decisiones para la totalidad de los clanes.
Entre este lugar y Roma estaba Dacia, un lugar fronterizo que comunicaba a godos y romanos, poseedor de riquezas mineras que comenzaron a explotar los godos. Asimismo comenzaron a dedicarse a las tareas agrícolas, diferenciándose la clase guerrera del pueblo agricultor. Surgió también la clase de los comerciantes, que realizaban intercambios de productos con el Imperio Romano.
Sus técnicas militares se perfeccionaron, siendo una fuerza guerrera temible por su gran poder.
La distinción entre visigodos y ostrogodos, no radicaría en su origen étnico ni cultural, sino en su ubicación geográfica. Los visigodos se asentaron al oeste, en Dacia, entre el Dniester y el río Danubio, lugar pacífico donde la población se constituyó en sedentaria, y los ostrogodos al este, un lugar inseguro, blanco de constantes ataques de otros pueblos. El límite entre ambos la constituía el río Dniester. O sea, que visigodos significaría simplemente los godos que se asentaron en el lado oeste, y ostrogodos, los que se ubicaron al este.
La relación con sus vecinos romanos era muy buena, salvo ciertas penetraciones esporádicas sobre el Imperio, como contra Moesia, Tracia, las costas del Mar Negro y Atenas, entre otros sitios, pero la relación era sólida, sobre todo en materia comercial, a tal punto que el emperador Aureliano, en el año 270, reconoció a los visigodos con existencia legal, como nación, dejándoles el territorio de la Dacia, siendo nombrados federados del Imperio romano, por Constantino en el año 332.
Los godos le eran necesarios al imperio para proteger su frontera hacia el Danubio.
Los godos se sentían cada vez más necesarios para la seguridad de sus vecinos romanos, y comenzaron a exigir cada vez más subsidios, lo que originó ciertas disputas.
Cuando se produjo el avance de los hunos sobre los godos, en el siglo IV, estos, en un número aproximado de 300.000, se refugiaron en Tracia, dentro del propio Imperio Romano, abandonando la defensa de la frontera.
Los godos fueron lentamente infiltrándose en la vida romana, y más especialmente en sus ejércitos, a los que fueron incorporados, dándoles cada vez más poder, el que supieron aprovechar, para intentar apoderarse de alguna porción territorial que les fuera propia.
Los ostrogodos, debieron sufrir la superioridad bélica de los hunos que los incorporó a sus ejércitos y junto a ellos se enfrentaron a visigodos y romanos. Derrotados los hunos, los ostrogodos fueron aceptados a residir en Panonia, como federados de Roma, al oeste de Hungría y este de Austria.
El emperador Valente permitió al principio la entrada de los godos al territorio romano. Este emperador influyó para la conversión de los bárbaros al arrianismo, religión que él profesaba. La tarea evangelizadora fue llevada a cabo por un misionero godo arriano, de nombre Ulfila, que tradujo la Biblia a su lengua vernácula.
El arrianismo surgió por inspiración de Arrio, sacerdote de Alejandría (256-336), quien negaba a Jesús como ser divino, siendo considerado una criatura humana, creada por Dios para cumplir sus planes. En el año 325, el Concilio de Nicea, convocado por Constantino, condenó el arrianismo. Los sucesores de Constantino fueron vacilantes en la proscripción o adopción de esta forma religiosa, que fue definitivamente prohibida por el concilio de Constantinopla, en el año 381.
La batalla de Adrianópolis en el año 378, donde murió el emperador Valente, aseguró a los godos el dominio de los Balcanes, el que fue reconquistado por Teodosio, entregando a cambio a los bárbaros las provincias de Tracia y Mesia.
En enero del año 395, falleció el emperador romano, Teodosio, quien dividió el imperio entre sus dos hijos, Arcadio, que estableció su sede en Constantinopla y Honorio que se asentó en Milán. Los godos se establecieron en Grecia, cuyo abandono fue negociado entre el imperio de Oriente y Alarico, rey godo. A cambio del retiro de Grecia, Alarico recibió el cargo de magíster militum de Iliria, tierra de escasos recursos, pero que les permitió desde allí, desplazarse hacia el norte de Italia, pero su avance fue detenido por Estilicón, siendo vencidos en Pollentia y luego en Verona, durante el año 402, lo que los obligó a comprometerse a replegarse hacia Iliria, lo que no cumplieron. Estilicón murió acusado de pactar con Alarico, pero a su muerte comenzó a sentirse con mayor intensidad el avance bárbaro, que periódicamente asediaban Roma.
Mientras tanto, otros pueblos bárbaros comenzaban a llegar al Imperio, amenazándolo desde varios flancos. Alarico seguía avanzando, frente a la pasividad del emperador Honorio. El 24 de agosto del año 410 los bárbaros lograron entrar en Roma.
Luego del saqueo de Roma, se dirigieron hacia el sur para asegurarse el paso a África.
Alarico, que murió durante el sitio de Cosenza, fue sucedido por su cuñado, Ataúlfo, quien al frente de los visigodos, atravesó los Pirineos para llegar a Hispania. Ataúlfo contrajo enlace con la hermana del emperador Honorio, llamada Gala Placidia, que desde el saqueo de Roma, tenía como rehén.
En el año 416, propuso una alianza con el Imperio Romano, por la cual los godos se comprometían a luchar contra los otros pueblos bárbaros que irrumpían en Hispania, como los suevos, alanos o vándalos. Ataúlfo fue víctima de una conspiración y asesinado en el año 416.
Ocupado gran parte de ese territorio, los godos siguieron sus conquistas, durante el reinado de Valia (415-418), que fracasó en su intento de pasar a África. En el año 418, este rey firmó un acuerdo con Roma, por el cual lograron obtener el territorio del suroeste de la Galia, entre los ríos Garona y Loira. Al fin habían logrado su anhelo de contar con un territorio propio.
Le sucedieron Teodorico I, hijo de Alarico, y luego Eurico, hijo del primero (466-484). El reino visigodo que había establecido su capital en Toulouse, y comprendía gran parte de Hispania y de la Galia, declaró su independencia de Roma.
Su forma de gobierno era una monarquía electiva, que se veía amenazaba por constantes invasiones de parte tanto de los francos, como del imperio bizantino.
En el año 506, Alarico II promulgó el Breviario de Alarico, código de leyes. Este monarca murió un año más tarde, en la batalla de Vouillé, contra los francos.
Esta derrota redujo el dominio de los visigodos a la península Ibérica, confundiéndose a partir de ese momento la historia de los visigodos con la de España.
Debieron soportar durante su residencia en España continuas penetraciones por parte de francos, vascos y bizantinos.
Durante los reinados de Leovigildo y Recaredo, se produjo el abandono del arrianismo y su adopción del cristianismo.
El último rey visigodo fue Rodrigo, que luchó, en el año 711, contra los musulmanes, en la batalla del río Guadalete. En el año 713 los musulmanes, ocuparon la Península salvo el reino de Asturias.
Mientras tanto, los ostrogodos, designaron rey a Teodorico, en el año 474, quien se dispuso invadir Italia, aliado con el emperador bizantino Zenón en el año 488. Tras la conquista de Italia, permanecieron allí hasta el año 555, en que el emperador Justiniano, que emprendió una política de reconquista del antiguo Imperio Romano, venció a los ostrogodos y anexó a Roma esos territorios.