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El Concilio de Nicea

Publicado por María Celia

El Concilio de Nicea fue la antesala que determinó el cristianismo como religión del Imperio Romano en el 325 por Constantino.

Constantino El Grande debía mantener la unidad del Imperio ante las diferentes amenazas que aquejaban en ese momento histórico, la religión era una de ellas. nicea2.jpg

A partir de la figura de Cristo, surgen una serie de teorías en relación con el Hijo y su naturaleza en relación con El Padre. Antes de Jesús, tanto griegos como romanos, a excepción de los judíos, eran politeístas. Entre las corrientes cristológicas, tres son las más significativas: el arrianismo, una variante surgida de ésta desarrollada por Eusebio de Nicomedia (Obispo de Beirut), y una tercera, promulgada por Atanasio de Alejandría.

El arrianismo, cuya teoría fue desarrollada por Arrio, Presbítero de Alejandría, afirmaba que Jesús no era Dios sino creado por éste. Esta teoría ponía a Jesús como un Profeta extraordinario pero estaba lejos de atestiguar su divinidad. Seguidamente, Los semiarrianos decían que Padre e Hijo eran de sustancias similares pero no iguales.

Atanasio, Obispo de Alejandría, sostenía que Padre e Hijo eran ontológicamente iguales, es decir, consustanciales.

Es importante destacar que el Concilio de Nicea fue un evento de gran importancia en la historia del cristianismo. No solo se discutieron y definieron cuestiones teológicas fundamentales, sino que también se establecieron normas eclesiásticas y se tomaron decisiones políticas que afectarían a la Iglesia y al Imperio Romano en los siglos venideros.

Uno de los aspectos más destacados del Concilio fue la creación del Credo Niceno, una declaración de fe que aún hoy es recitada en muchas iglesias cristianas alrededor del mundo. Este Credo fue diseñado para unificar la fe cristiana y para combatir las herejías, especialmente el arrianismo.

Cabe mencionar que lo que se juega aquí, no es solamente una cuestión de creencias religiosas, sino el poder de la Iglesia Occidental, aun no fuertemente asentada, frente a la Iglesia Oriental, más cercana al arrianismo que había tenido una fuerte acogida, sobre todo entre los bárbaros, incorporados al Imperio Romano, en gran medida.

Bajo el Papado de Silvestre I, que no asistió personalmente, pero envió en su lugar a dos representantes, más trescientos obispos, se llevó a cabo el Concilio en el que se determinó la fe del Imperio en Nicea, actual, Iznik (Turquia) , en el 325.

Constantino, representado por el Obispo Osio de Córdoba, falló a favor de la consubstancialidad propuesta por Atanasio, imponiendo su credo bajo pena de destierro, al que Arrio no suscribió, siendo expatriado bajo el apelativo de hereje.

La consubstancialidad fue la base del primer concilio, ya que si bien a Hijo y Padre les corresponde la misma sustancia, el misterio de la Santísima Trinidad afirma que hay una única naturaleza divina, y tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, diferentes unas de otras.

Asimismo, el concilio fijó la fecha de celebración de Las Pascuas cuyo seguimiento determinó el calendario gregoriano de 1582.

El Concilio de Nicea también tuvo un impacto significativo en la liturgia y la práctica de la Iglesia. Se establecieron reglas para la ordenación de los clérigos, se fijaron fechas para la celebración de la Pascua y se tomaron decisiones sobre otras cuestiones litúrgicas. Además, se emitieron cánones disciplinarios para regular la conducta de los clérigos y laicos, estableciendo un precedente para la legislación eclesiástica futura.