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El Cisma de Occidente

Publicado por Hilda

Gregorio XIAntes de la muerte del Papa, Gregorio XI, acaecida en el año 1378, la sede papal que había sido establecida en Aviñón se trasladó a Roma. A la muerte de dicho Papa, se presentó el problema de la elección de su sucesor.

Estaba en juego la futura residencia de la sede pontificia en Aviñón o en Roma, reflejo de un conflicto que mantenían los cardenales franceses e italianos.

Urbano VIReunidos los dieciséis cardenales en el Cónclave, y ante el reclamo del pueblo romano, eligieron a un Papa italiano, , más precisamente napolitano, Bartolomeo Prignano, de grandes dotes morales, que asumió como Urbano VI, habiendo sido arzobispo de Bari, ciudad ubicada en la costa del mar Adriático.

Sin embargo, un grupo de cardenales, los diez franceses que integraban el Cónclave, se opuso a esa designación, que consideró había sido influida por las manifestaciones populares en Roma, y nombró como Papa a Roberto de Ginebra, quien fue denominado Clemente VII. Urbano VI, a partir de su asunción había cambiado notablemente su actitud, y se mostraba inflexible y duro.

Clemente VIILos franceses optaron por aceptar la autoridad de Clemente VII, que no querido en Italia, se trasladó a la antigua sede de Aviñón. También contó con el apoyo de Escocia y España.

Los ingleses, italianos, alemanes y el pueblo de Flandes, aceptaron a Urbano VI.

El sucesor de Urbano VI, fue Bonifacio IX, quien ocupó el cargo entre los años 1389 y 1404, y el de éste, Gregorio XII (1406-1415). El de Clemente VII, fue Pedro de Luna, que tomó el nombre de Benedicto XIII. No gozó de popularidad, al extremo que Carlos V, le quitó autoridad.

La situación era insostenible. La autoridad de la cristiandad dividida, ponía dudas acerca de cual era la legítima, y se imponía una solución al problema. La Universidad de París, estableció tres formas de poner fin a la engorrosa situación: La primera consistía en que ambos Papas abdicaran, la segunda, que se reuniera un Concilio y decidiera definitivamente la cuestión, y la tercera, la designación de un árbitro con acuerdo de partes.

Para poner coto a este conflicto, y aceptando la segunda solución, se reunió el Concilio de Pisa, que inició sus actividades el 25 de marzo de 1409, donde ambos Papas fueron acusados por los canonistas Zabarella y Pedro de Ancarano, y depuestos, el día 5 de junio.

Para la elección del nuevo Papa, había veinticuatro cardenales presentes, que se reunieron en concilio, resultando elegido, Pedro Philargés un docente franciscano, que asumió como Alejandro V. A partir de entonces, a los dos Papas en disputa, que no aceptaron la decisión del concilio, se les sumó el Papa de Pisa.

A la muerte de Alejandro V, acaecida el 17 de mayo de 1410, fue designado como su sucesor, Baltasar Cossa, quien asumió como Juan XXIII.

Ante la imposibilidad de resolver el problema desde el seno mismo de la iglesia, se pidió ayuda al emperador romano, Segismundo, quien organizó un concilio ecuménico que se reunió el 1 de noviembre de 1414, en la ciudad de Constanza, que declaró su autoridad por sobre la del papado.

Segismundo y Juan XXIII protagonizaron una contienda que terminó con la huida del Papa, que una vez capturado terminó en prisión el 29 de mayo de 1415.

Gregorio XII, renunció, y se depuso a Benedicto XIII, el 26 de julio de 1417, acusado de hereje, el último de los tres Papas que continuaba en el mando.

El desenlace definitivo se produjo el 11 de noviembre de 1417, cuando fue elegido como único Papa, Odo Colonna, a partir de entonces, Martín V, quien se mantuvo como jefe supremo de la Iglesia Católica hasta 1431.