Carlos El Calvo
Hijo de Ludovico Pío y Judith de Baviera, su segunda esposa, Carlos El Calvo nació en Frankfort de Meno en el 823. El nieto de Carlomagno, fue proclamado rey de Francia entre el 843 y 877, heredando la corona imperial a partir del 875 hasta su muerte.
El nacimiento de Carlos, nombre acuñado en honor a su abuelo, desencadenó una serie de conflictos sucesorios debido a que la fecha de su nacimiento fue posterior a la división sucesoria comprendida en el acta del 817. El primogénito de Luis el Piadoso, Lotario, fue el primero en levantarse en contra de su padre. Las alianzas y enfrentamientos entre hermanos, Lotario, Pipino y Luis de Baviera (también conocido como Luis El Germánico) fueron varios a lo largo del reinado de su padre, quien tuvo que dividir el reino en vida y aún así no pudo salvaguardar la unión del imperio.
Tras el nacimiento de Carlos, una nueva división lo favoreció en la repartición de territorios. El Tratado de Verdún (843) vino a poner fin a luchas intestinas en la dinastía carolingia. Cabe mencionar el fraccionamiento del imperio debilitó la figura del emperador, hecho que se comprueba, sobre todo, durante la Alta Edad Media (siglo V al XI, aproximadamente), en donde el feudalismo de diferentes características cobra una importancia fundamental en una sociedad en la cosa pública (res publica) ya no existe y lo que sí se encuentra, en cambio, es la fragmentación en células de poder.
Finalmente, la repartición cedió a Lotario la franja que abarcaba Italia y una serie de territorios ubicados entre los de sus hermanos. Ese conjunto de tierras se denominó la Lotaringia.
Luis El Germánico heredará la Francia Orientalis o Germania (futura Alemania)
Pipino falleció antes de poder hacerse con su parte de la herencia carolingia.
Carlos El Calvo recibió la Francia Occidentalis (futura Francia). Entre el 856 y 861, debió enfrentar las invasiones lombardas.
Además de las invasiones lombardas, Carlos El Calvo tuvo que lidiar con las incursiones vikingas que asolaban las costas de su reino. Estos ataques se intensificaron durante su reinado, obligando a Carlos a fortificar varias ciudades y a establecer acuerdos con algunos líderes vikingos para proteger sus territorios. A pesar de estos esfuerzos, las incursiones continuaron siendo una amenaza constante.
En el ámbito interno, Carlos El Calvo también tuvo que enfrentar la creciente autonomía de los nobles y la fragmentación del poder central. Los señores feudales comenzaron a consolidar su poder en sus respectivas regiones, lo que debilitó aún más la autoridad del rey. Para contrarrestar esta tendencia, Carlos intentó reforzar su control mediante la concesión de títulos y tierras a sus seguidores más leales, aunque con resultados limitados.
Tras la muerte de los hijos de Lotario (Lotario II y Luis II), heredero natural de la corona imperial, Carlos El Calvo intentará restaurar el Imperio y será coronado por el Papa Juan VIII. Luis El Germánico se pronunció en su contra, sin resultados en su favor. A su muerte su hijo, Luis El joven retomó la lucha de su padre.
Durante los últimos años de su reinado, Carlos debió hacer frente al llamado del Papa, lo necesitaba a su lado para luchar contra los sarracenos en el 877, dejando como regente a su hijo Luis El Tartamudo, encargado de comenzar las negociaciones con su primo, hijo de Luis El Piadoso. Carlos El Calvo no pudo terminar con el levantamiento, falleció el 06 de octubre de ese mismo año.
El legado de Carlos El Calvo es complejo. Aunque logró mantener su reino frente a múltiples amenazas externas e internas, su reinado también marcó el inicio de una mayor fragmentación del poder en Europa Occidental. Su muerte dejó un vacío de poder que sus sucesores tuvieron dificultades para llenar, lo que contribuyó al declive del Imperio Carolingio y al auge del feudalismo como sistema dominante en la región.